~•EL SUSTITUTO•~

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•~Capítulo.33.~•

MICHAEL

Miro a través de la ventana los pocos autos que van y vienen al igual que las pocas personas que diambulan por las calles casi solitarias. El sol aún no brilla con fuerza y tan siquiera ciega, mientras sale de detrás de los enormes rascacielos de Alemania.

Me doy la vuelta y pego mi espalda al cristal, cruzado de brazos. Mis ojos caen en la cama de sabanas blancas donde duerme Angelo. Aún en la penumbra no me pierdo detalle alguno. Ladeo la cabeza y cierro fuertemente los ojos.

¿Fue por él que viniste a mis brazos?

¿Cómo no iba a ser por él? Bastó con qué acabara su horario laboral y se marchara, para qué vinieras a mi y comiéndome la oreja con palabras que nunca me canso de escuchar bastara para convertirme en el remplazo de ese chico, que sin conocer, detesto tanto.

No lo conozco, pero poco he necesitado ver en él para poder saber a ciencia cierta qué para él yo no soy competencia. Cree que me ha ganado sin siquiera mover ficha. ¿Tanto se lo tiene creído?

Y tú, Angelo, ¿Porqué? ¿Acaso no soy suficiente para ti? ¿Tan poca cosa me veo?

¿Acaso has olvidado mis sentimientos hacia ti? ¿O simplemente te dan igual?

¿No demuestro lo suficiente lo que me haces sentir?

No han sido con palabras, han sido con hechos... ¿Pero no basta?

¿Qué debo hacer?

No me conformo con ser solo tú juguete. Quiero más.

Después de que acabaras con nuestros encontronazos íntimos y me mandaras a modelar fuera, pensé que me estabas sacando indirectamente de tu vida. Pero de nuevo, aunque sea por él o no, de nuevo estoy aquí y contigo. Volvemos a compartir cama.

Esta vez ocuparé un lugar en tu corazón.

Te demostraré porqué debo ser el único para ti.

Carraspeo y fuerzo una de mis mejores sonrisas. Desabotono los primeros botones de la única camiseta que llevo puesta, perteneciente de Angelo y me acerco a la cama, para gatear sobre ella y acércame a él. Acaricio su amplia espalda y acerco mis labios a su oído.

Honey.— Lo llamo al oído, dulcemente.— Ya deberías levantarte, ¿no?

Un quejido es lo primero que se le escucha y luego un gruñido que me hace reír. Se remueve en la cama hasta que se da la vuelta aún con los ojos cerrados. Queda boca arriba y cuando al fin abre los ojos, se queda con la mira fija en el techo, hasta que le tapo la vista con ambas manos.

— ¿Quién soy?— Canturreo obvio, riendo.

— Michael.— Contesta obvio, con la voz extremadamente grave.— Oh, merda.

Mi sonrisa tiembla y a poquita poco se va borrando cuando con cuidado aparta mi mano de sus ojos y tras mirarme tras unos largos segundos, suspira y cierra fuertemente los ojos. Me quedo paralizado y sin decir nada, no esperándome esta reacción por su parte. De un momento a otro se sienta en el borde de la cama, dándome la espalda.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora