~•¿?•~

1.5K 165 18
                                    

•~Capítulo.48.~•

ARMIN

— Sí, ya estoy aquí.— Repito por quinta vez, rodando los ojos.— Ya te he dicho que no hace falta me recojas. No me voy a perder.— Me quejo.

— ¿Es malo que tu hermana quiera ir a recogerte al aeropuerto o qué?— Lloriquea.— ¿O es que no me has echado de menos?

Ruedo los ojos.— Pues la verdad es que no. No ha pasado mucho tiempo.— Me sincero.

Ada tenía un don para ser dramática, definitivamente.

— Eres de lo peorcito, sabes.— Gruñe.— Por cierto, ya te veo. ¿Cómo se te ocurre ponerte una chaqueta de ese color? Que horrible.— Musita con hastío.

Río buscándola con la mirada cuando termino de salir de las puertas del aeropuerto y es cuando la diviso agitando la mano de un sitio a otro, tratando de llamar mi atención. Cuelgo a medida que me acerco a ello.

Cuando llego antes de que me eche en cara lo horrible que le parece mi chaqueta, la abrazo.

— ¡Oh! Mi hermano mayor abrazándome, no me lo creo.— Exagera devolviéndome el abrazo.

— Ya, ya, déjate de tonterías.— Río rompiendo el abrazo.— Venga, vamos.

Doy vuelta a su coche y me meto en el asiento copiloto. Tan rápido como ella se sienta en el asiento piloto tiendo mi mano en su dirección esperando a que sepa a qué me refiero.

Sonríe y me toma de la mano y yo, con cara de "¿Qué haces?", la miro.

— ¿Qué pasa?— Me pregunta mirando exasperada mi mano.

— ¿No tienes Chupa Chups?— Pregunto indignado.— Y tú eres mi hermana...

— ¡Es broma!— Grita empezando a rebuscar en el maletín de al lado del volante, sacando de el un Chupa Chups.— ¡Toma, futuro diabético!

Río a carcajadas tomando el caramelo de sus manos, no tardando ni medio segundo en quitarle su envoltura y empezando a saborearlo.

— Sabor sandía, mi favorito.— Musito con adoración.— De algo debías servir, Ada.

— ¡Oye!— Exclama chocando su puño con mi hombro, causando mi risa.

[•••]

— ¿Al final, qué?— Me pregunta con la mirada fija en la carretera, cuando nos detenemos en un semáforo.— ¿Te quedas o qué?

Río.— Ni de coña.— Saco la piruleta de mi boca y la miro.— He venido por la estúpida boda de nuestro mejor amigo. Pero luego me voy de nuevo.— Dejo claro.

Suspira.— Armin, que ganas de dejarte haciendo autostop en medio de la carretera.

Río.— Puedes hacerlo. Apuesto a que habrá un atasco a causa de los muchos conductores que querrían que me subiera en su auto.— Me jacto.

— Creído.

Me encojo de hombros demostrando cuánto me la suda. Pensando que la conversación ha terminado, me acomodo en el asiento y cierro los ojos.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora