~•RED BULL•~

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•~Capítulo.59.~•

ANGELO

Miro desde la puerta del estudio las poses de Egan bajo los focos y como los flashes de las cámaras se disparan en su dirección. Veo embobado sus expresiones y movimientos.

— Direc...— Antes de que uno de los profesionales me diga algo, lo interrumpo.

— Shhh...— Le hago callar, poniendo el dedo índice sobre mis labios. — Dime lo que tengas que decirme luego.

Con permiso, se marcha por donde vino. Vuelvo a poner mis ojos sobre el chico que ha terminado con su sesión de fotos y agradece con sonrisas enormes el tiempo dedicado de sus asistentes, de los camarógrafos, fotógrafos y estilistas.

La otra vez me rechazó y desde esa noche no volvimos a hablar a menos de que fuese relacionado con el trabajo y siempre era frente a otros trabajadores. No necesitaba sacarme un máster para ser capaz de entender que a mi lado se sentía incómodo y hasta nervioso, pero que lo disimulaba con una de sus características sonrisas. Era su gentileza la que evitaba que los demás se sintieran así.

¿Y yo? Yo jodí nuestra amistad.

Yo era más que consciente de que él me rechazaba porque ya tenía a alguien en mente. Aunque me muero por saber quién es esa persona, también sé que eso no me ayudará en nada. ¿Y qué es lo peor?

Lo peor es que ni siquiera soy rival para esa persona.

Básicamente, porque Egan me ve, pero no me ve.

— Egan, ¿Haces algo después?— Le pregunta una de las chicas profesionales.

Como era costumbre ya, las chicas y otros chicos solían rodear a Egan.

— Tengo que realizar algunas firmas.— Se excusa alejándose con una sonrisa, hacia el camerino.— Hasta luego. Gracias por todo.

Y así hasta que desapareció tras las cortinas.

— Ya hasta te has vuelto obsesivo.— Escucho la voz burlona de Michael a un lado mío.— No conocía esta parte tuya.

— ¿Qué quieres?— Le pregunto sin voltearme a verlo.

— Nada. Solo acababa mis fotos y pasé por aquí a ver tu desgracia.— Comenta.— No me digas, ¿Te rechazó? Solo eso explicaría tu cara de mustio.

Neutro, volteo a verlo.— ¿Terminaste?

— No, lo cierto es que no.— Niega encogiéndose de hombros.— Dime, ¿Qué se siente ser rechazado? ¿Duele?— Ríe.— Entonces, sóbate.

Cansado, tomo su brazo y lo acerco violentamente hacia mi persona. Lo miro desde arriba, fulminándolo. Sin embargo, él solo me miraba socarronamente, jactándose de mi.

— ¿Te sientes mejor haciendo esto?— Le cuestiono.

— Sí.— Afirma sin siquiera titubear.— ¿Cómo no voy a sentirme bien si estás pasando por lo que yo pase por tu culpa?— Me echa en cara.

Pero... ¿Qué está diciendo?

— Estás loco.— Río sin gracia.— Vete con tus estupideces a otro lado.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora