•~Capítulo.29.~•
EGAN
— Buenos días.— Saludo al entrar al despacho de Angelo, con agenda y boli en mano.— Te traigo tu horario de hoy, ¿Estás ocupado?
Cuándo me oye me mira por encima de sus gafas y se las quita, dejándolas colgar sobre su cuello. Se echa hacia atrás con su silla y sonríe en mi dirección.
— Buongiorno.— Me devuelve el saludo.— Te puedes acercar.
Profesionalmente, asiento y me acerco a su escritorio. Cuando llego me inclino sobre la mesa dejando sobre esta la agenda abierta, dando una clara vista del horario que he hecho de esta semana.
— Veo que tienes todo muy bien organizado.— Comenta dándole una ojeada por encima.— Perfetto.
— Es un trabajo que necesita muy buena organización, así que, ya sabes...— Es lo único que digo por decir algo, encogiéndome de hombros.
— Bien dicho.— Asimila.— Por lo visto tengo una reunión en el restaurante de la empresa. Si no te es molestia pídele a Sylvia que contacte con los inversores.— Me pide.
— Bien.— Asiento.— ¿Algo más?
— Ehh, sí.— Afirma.— Asistirás conmigo a la reunión, ya que debes informarme de mis quehaceres después.
— Bien. Me retiro.— Aviso dándome la vuelta.
A medida que me dirijo a la puerta juraría que su mirada me está perforando la nuca, así que aligero mi paso a la puerta y cuando estoy por tocar el pomo de la puerta...:
— Espera.— Ordena a mis espaldas.
Me doy la vuelta mirándolo expectante.
— ¿Algo más?— Le pregunto curioso.
Se pone en pie y obviamente, no aparto la mirada de él por varias razones de las cuales sobresaltan dos cosas: uno, curiosidad y dos, está buenísimo el señor aquí presente. Camina con calma, con las manos dentro de sus bolsillos hasta posar frente a la mesa y se sienta sobre ella.
— Acércate.— Pide.
¡Voy!
Tengo una debilidad severa por la gente que habla así.
Jugando con el bolígrafo entre mis dedos me acerco a él, pero siempre manteniendo la distancia personal. Ante todo es mi jefe y yo, su empleado.
— ¿Pasa algo?— Le pregunto.
— No quiero incomodarte, pero algo en lo que no he dejado de pensar anoche es en porqué rechazaste mi invitación a cenar.— Me dice desbaratándose su cabello, haciéndolo caer en parte sobre su frente. Que atractivo.— ¿Hay algún problema?
¿La verdad? Pues problemas no tengo y aunque anoche quise parecer hacerme el difícil porque me he dado cuenta de que he llamado su atención, en verdad es que quiero mantener esa distancia entre jefe y empleado. Y luego está ese grano en el culo al que llaman Michael Luís, que sinceramente me importa una mierda pero paso de malos rollos, porque quiera o no, no deja de ser mi compañero de trabajo.
ESTÁS LEYENDO
MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa)
Người sóiCuando un hombre o mujer lobo nace inmediatamente la Diosa Luna la empareja con un lobo y con su media naranja o alma gemela, como queráis llamarlo, a mi me da lo mismo. Cómo Alfa que soy siempre esperé encontrar a mi alma gemela, no para vivir una...