•~Capítulo.49.~•
FRIDA
— Este vestido está bien.— Digo mirándome al espejo.
Miro sin mucho interés el enorme vestido de bodas blanco que llevo puesto, posada encima de la plataforma. Mi madre y la dueña de la tienda donde hemos asistido Regina y yo para comprar lo que será mi vestido y el resto.
— Cariño, solo te has probado siete vestidos, ¿No tienes ganas o qué? ¿Puede ser estés cansada?¿Quieres descansar?— Me dice acercándose a mi escandalizada.
— El vestido da igual, mamá.— Me encojo de hombros.— Al fin y al cabo casi nadie va a asistir y esto solo se usará una sola vez.
— Pero es un día especial, cariño.— Replica.
— Ya, bueno...— Musito.— Me quedo con este vestido.— Le digo a la dueña.
— Entendido. Perfecta elección.— Me sonríe ella.
Mi madre me mira con clara desaprobación, pero no le tomo importancia y me bajo de la plataforma, dirigiéndome a las otras mujeres que trabajan aquí y que me ayudarán a quitarme esto.
— ¿Se puede saber a qué se debe esta actitud por tu parte?— Pregunta a mis espaldas.
— No sé de qué me hablas.— Miento.
— ¿Crees que no te conozco, Frida Neumann? Por dios, soy tu madre.— Gruñe con sorna.
Volteo mi rostro sin expresión alguna en su dirección y enarco las cejas.
— Bien, no estoy de buenas, ¿Contenta?— Cuestiono ayudando a las mujeres con el vestido.
— ¿Y a qué se debe? Si se puede saber, claro, porque más borde no puedes estar.— Remuga con sarcasmo.
¿Le digo o no?
Conociéndola seguramente estará todo el día molestándome si no le cuento y si le miento con lo mal que se me da mentir, se dará cuenta y seguirá insistiendo. Sin embargo, si le cuento la verdad sobre mi malestar puede ser se pase todo el día echándome en cara lo boba que soy o algo parecido. Aunque claro, con lo bipolar que es ella hay otras miles de formas en que se pueda tomar lo que le cuente.
— Mamá.— Le digo y suspiro lamentándome.— Besé a Dedrick.
Claro, como ya sabía, mi madre es una montaña rusa de emociones y por esa razón ahora mismo chillaba como una posesa mientras que intentaba—fallidamente— taparse la boca para evitarlo.
— ¡Oh, my goodness! ¡I can't believe it!— Chillaba apoyándose en sus rodillas.— ¡Ay, dios!
No tenía que haber abierto la boca.
Al menos parecía estar contentísima con las noticas recién contadas.
— ¿Entonces a qué se debe esa cara de mustia? — Me pregunta incrédula.— No me digas que besa mal.
Ojalá fuese eso.
— No me devolvió el beso siquiera.— Digo amarga.

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MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa)
مستذئبCuando un hombre o mujer lobo nace inmediatamente la Diosa Luna la empareja con un lobo y con su media naranja o alma gemela, como queráis llamarlo, a mi me da lo mismo. Cómo Alfa que soy siempre esperé encontrar a mi alma gemela, no para vivir una...