~•EL PODER DE LA SANGRE•~

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•~Capítulo.105.~•

KÁISER

Cabello desbaratado y castaño, piel trigueña, ojos ámbar parecidos a la miel del que tanto gusta el oso y la abeja, piel repleta de tinta...

Egan Garagad.

Mi medio hermano.

Aún sin tener un aspecto similar al nuestro es igual de hermoso que nosotros, su clan, su familia...

Ahora, a petición mía, me acompaña con quien se supone que es su alma gemela a tomar algo.

Un vampiro convirtiéndose en Luna de un hombre lobo, ¡Por favor! Eso no suele verse. ¿Quién se ha creído que es esa tal Diosa Luna para mandar incluso sobre la vida de nosotros, los vampiros? Sobre sus lobos, entendible, pero sobre un vampiro... imperdonable.

Dedrick me mira con recelo, vigila cada uno de mis movimientos. No permite que me acerque a Egan. ¿Quién se crees que es?

La sangre es más poderosa que el deseo de una Diosa.

— No hay necesidad de que te quedes con nosotros, no nos vamos a perder.— Me dice Dedrick, deteniendo su caminar y la de Egan, tomando su muñeca.

Ladeo la cabeza y frunzo el ceño. — Confió en ello. El caso es que soy buena compañía, ¿O me equivoco, Egan?

— A mi me parece fenomenal que nos acompañe, Dedrick.— Le dice inconsciente de la mirada fulminante que me propia el lobo. — Tengo sed.

Sonrío complacido con su respuesta, Antea de chasquear los dedos y que enseguida una camarera aparezca con copas lo que sería fresca y sabrosa sangre. Tomo una copa y se la entrego, tomando otra para mi.

— Adivino que tú no tomarás ninguna de estas copas.— Musito juguetón en dirección a Dedrick.

El gruñido por su parte me hace reír a la vez que niego con la cabeza.

— Ven, vamos a buscarte algo de beber. Deberías tranquilizarte.— Le dice el otro, sonriéndole risueño.

Una hermosa sonrisa que demostraba amor, adoración, cariño... Algo tan simple que hizo que ese lobo dejara de lado su cara enfurruñada y su cuerpo tenso, haciéndole solo suspirar.

¿Porqué yo no tengo eso?

Entonces en lo que les veo alejarse, el sonido de la música se inhibe y todo lo veo en cámara lenta, mientras que un sentimiento se aloja en mi pecho, un sentimiento que hace que me sienta vacío, hueco...

Quiero a mi hermano a mi lado, para mi...

No quiero compartirlo...

Al fin y al cabo él estuvo en mi posesión más antes y me lo arrebataron. Me sentenciaron a una infancia solo, sin nadie con quien jugar, sin nadie a quien llorarle la perdida de mi madre, sin nadie a quien cuidar, sin nadie a quien contarle mis logros, ni mis derrotas... He estado solo siempre.

¿Mis primos? Mis primos están a mi lado por obligación. Soy el rey, soy el supremo y ellos como sangre de mi sangre, como parte de mi reinado, por ley, deben permanecer a mi lado. Pero es más que evidente que no es por cariño, por no decir que ni nos soportamos.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora