~•MALESTAR•~

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•~Capítulo.40.~•

EGAN

Puta resaca.

Me duele la cabeza.

Si es que beber no me hace bien, al parecer.

Recuerdo que al menos ayer estaba lo suficientemente consiente y cuerdo para indicarle dónde vivo, ya que no me imagino cómo iba a caminar hasta aquí sin perderme.

Sin embargo, sé que tengo una pequeña laguna mental, porque soy capaz de recordarnos bebiendo, riendo, el juego de las pregunta y de pronto, en el coche, devolviéndome a casa. Hay algo que no soy capaz de recordar.

Pero eso no me importaba mucho, solo esperaba no haber hecho mucho el ridículo con mi jefe. Que vergüenza...

— Mi cabeza.— Me lamento.

Espera... ¿La alarma ha sonado?

Solo a mi se me ocurre beber tanto un domingo. Un día antes de trabajar. Muy bien, Egan...

Estiro mi brazo a la mesita de noche y tomo mi móvil. Miro la hora y abro mucho los ojos, viendo como ya eran las nueve y pico y que solo tenía cinco minutos para estar ahí. De un salto y casi cayéndome de la cama, me pongo en pie.

Tomo mi toalla y corro al baño, tratando de ganar tiempo.

Pero... Llegaré tarde igual.

Sacudo mi cabeza para no pensar en que llegaré tarde, porque si así es, me dará igual y me acabaré tomando mi tiempo, y entonces no llegaré media hora más tarde sino dos horas y seguramente eso me costará el trabajo y paso, gracias.

Me tomo una rápida ducha que esperaba que tardara entre cinco y diez minutos, pero me lleva quince. Corro hacia mi cuarto, saco lo primero que me encuentro: un conjunto de chándal negro con capucha y letras grandes blancas en medio que pone "Good vibes". Me siento sobre mi cama y me pongo mis Jordan. Tomo rápidamente mis cosas y salgo corriendo del cuarto.

— Egan Meyer, ¿Adónde vas a estas horas?— Me pregunta mi madre saliendo de la cocina, con cucharón en mano.

— A trabajar.— Digo obvio.

— ¿Sin desayunar?— Me pregunta.— Eso sí que no.

— Señora mamá, estoy llegando tarde.— Me lamento.— ¿Quieres que me despidan?

— Tampoco seas dramático.— Dice rodando los ojos.— Menos mal te he hecho el desayuno y te lo he puesto en tu lonchera y café en tu termo.— Dice entrando y saliendo de la cocina con ambas cosas en mano.

— Señora mamá, ¿Sabe usted que es la mejor?— La halago tomando ambas cosas y metiéndolas en mi bolso.— Ahora sí, goodbye.

[•••]

— ¡Perdón, perdón por la tardanza!— Grito entrando en la sala de fotografías.— ¡Me quedé dormido!

Unos que otros solo me decían que no pasaba nada, otros me decían que a cualquiera le podía pasar eso y otros solo reían, pero uno en especial me miraba como si quiera arrancarme la cabeza y comérsela y luego, como acto final, vomitarla y ese era, ni más ni menos que Michael. Obviamente no iba a prestarle atención a este hombre. Sinceramente, me chupa un huevo.

MI SALVAJE ADICCIÓN (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora