15- ¿Cuál es tu marca?

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Tomás es mexicano. O sea en los subtítulos dice "THOMAS" pero el tipo es mexicano, o mínimo latino, porque los gringos no se llaman "gringos" entre sí. Así que lo escribiré "Tomás"


—¿Quién diablos son ustedes? —Preguntó Daryl. 

—¿Quién diablos son ustedes? —Repitió uno de los desconocidos. 

—¿A quien diablos le importa? —Pregunto Skadi— Se está desangrando, debemos regresar. Shane, presiona la rodilla. Fuerte, presiona fuerte. 

—Salgan de allí —Decía Daryl, apuntando a los desconocidos con la ballesta. 

—¿Que le pasó a el? —Preguntó uno de ellos. 

—Lo mordieron —Explicó Daryl. Skadi se puso de pie. 

—¿Mordieron? —Preguntó un tipo, sacando un arma. 

—Ey, ey, tranquilo —Dijo la rubia— Nadie tiene que salir herido. 

—¿Tienen suministros médicos? —Preguntó Glenn, pasando entre la rubia y los prisioneros. 

—¿Quiénes son ustedes? —Preguntó el del arma. 

—No parecen un equipo de rescate —Comentó otro. 

—Si esperan un equipo de rescate, dejen de esperar —Mencionó Rick, intentando levantar a Hershel mientras Shane presionaba. Glenn regresó con una mesa con rueditas, donde cargaron al anciano— Vamos, debemos irnos. 

—Nosotros los cubrimos —Dijo Daryl, Skadi asintió. 

—¡Maggie, la puerta! —Ordenó Rick. 

—¿Están locos? ¡No abran!

—Daryl, Skadi, vamos —Gritó Rick. 

La rubia y el hombre de la ballesta salieron, sin quitarle la vista a los presos. Luego voltearon para correr detrás del grupo, por los pasillos, los pasaron y corrieron por delante de ellos, despejando el lugar a su paso. Al entrar en el  bloque, Atticus le lanzó el arco con sus flechas a Skadi, que se preparó junto a Daryl. Los presos no tardaron en llegar. 

—Hasta ahí —Ordenó la mujer. 

—Pabellón C. La celda 4 es mía, gringos —Dijo el tipo que anteriormente tenía el arma— Déjenme entrar. 

—Hoy es su día de suerte, amigos —Dijo Daryl— Fueron perdonados por el estado de Georgia. Pueden irse. 

—¿Que ocurre ahí? —Preguntó el mismo tipo. 

—No es de tu incumbencia —Dijo Skadi, destensando la cuerda, se veían rudos, pero no eran un peligro. El sujeto saco el arma. 

—No me digas que no me incumbe —Le dijo. 

Skadi ni siquiera le permitió levantar el arma. Golpeó su mano con la punta del arco y luego en la cabeza arrojándolo al suelo al mismo tiempo que desenfundaba su espada para apuntarle a uno de los hombres que intentaba atacarla para defender a su amigo. La rubia pisó la muñeca del sujeto, justo en la mano que sostenía el arma

—Vamos a ver si nos entendemos, bola de idiotas —Dijo la mujer, sin dejar de apuntar al tipo con su espada— No me interesa quienes son, ni cuanto tiempo llevan aquí. Ahora es mi hogar y si no quieren morir, mejor que no molesten. 

Skadi no le quitó el arma al tipo, dejó que la conservara, puesto que no le temía. A veces ella olvidaba que la gente que la acompaña no tuvo el mismo entrenamiento. 

𝐍𝐨 𝐦𝐞 𝐥𝐥𝐨𝐫𝐞𝐬 /Daryl Dixon- TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora