Capítulo 1: Capitán Veryard

46 5 2
                                    

Año 1454. Ciudad de Luna Nova

Los caballeros estaban a punto de salir para los entrenamientos matutinos y María no quería perdérselo por nada del mundo, por lo que se había levantado al alba, evitando a los guardias de su padre y también a Nerea que como dama de compañía debía de estar a su lado en todo momento, sobre todo cuando salía de la Masía.

Odiaba estar atada a las normas de etiqueta y a los protocolos y tampoco entendía por qué a los hombres se les daba la libertad de hacer lo que quisieran sin pedir permiso a nadie. Le gustaba desafiar las normas porque lo encontraba divertido y también fascinante, aunque debía reconocer que cuando su padre se enteraba, prefería no estar presente. Sus castigos eran duros y muchos de ellos la habían dejado días encerrada en su cuarto sin nada que hacer, a excepción de la lectura o la costura, pero eso a ella no le gustaba, eso era más propio de Nerea, a la que consideraba su mejor amiga. Se habían criado juntas desde que los padres de Nerea fallecieron en un enfrentamiento contra los enemigos de la iglesia, o cómo los llamaba su padre; los hijos del diablo, que en realidad se conocían en todo el mundo como brujas.

Desde pequeña -al contrario que su amiga-, ella soñaba con formar parte de las cacerías, de vivir en carne propia la experiencia de convertirse en cazadora y acabar con el mal. Sobre todo, porque su familia se consideraba una de las mejores cuando se trataba de perseguirlas y exterminarlas. Sólo unos pocos tenían el don de ver a través de sus trucos y entre esos pocos escogidos existían trece familias nobles y la de María era una de las afortunadas.

Por eso estaba allí hoy, porque sabía que vería en el entrenamiento al capitán Veryard. Lo buscó con ansias como si de agua para calmar su sed se tratara y cuando lo vio, allí en medio del patio de prácticas de la escuela de caballería, su corazón comenzó a latir desbocado de emoción. El capitán Veryard era lo que toda mujer soñaba cuando se le preguntaba por su hombre ideal. Era perfecto, apuesto, fuerte, poderoso y líder de uno de los mejores escuadrones de cazadores y se decía que nunca se había casado. No se sabía casi nada de su pasado y aún así todas las mujeres del reino bebían los vientos por él. Su rostro, también resultaba ser un misterio, ya que nadie del condado había logrado verlo, ni por asomo. Siempre lo llevaba cubierto. Los rumores decían que sólo se descubriría ante su escogida y María iba a ser la suya, de eso no tenía la menor duda.

Mientras el capitán blandía su espada, una de las jóvenes que estaba a su lado, aprovechando que seguía distraída la empujó haciendo que cayera al suelo, quitándole el sitio y poniéndose en su lugar.

- No te lo tomes a mal, Vidal, pero algunas necesitamos que corra el aire.

Levantó los ojos y observó a la chica que la había empujado. Tenía el pelo rubio recogido hacia atrás con trenzas, los ojos caramelo y el labio elevado con pose burlona.

María maldijo entre dientes, de entre todas las personas del condado se había encontrado con la más odiosa, Iris Salazar-otra de las familias cazadoras- la más pequeña y la que heredaría junto a sus hermanos el legado de sus padres-el asesinato- y a la que detestaba con todo su ser. ¿Cómo se atrevía a empujarla así? Tan sólo era hija de un asesino. ¿En serio creía que iba a conseguir la atención del capitán Veryard?

- Yo que tú no me preocuparía por la falta de aire -dijo levantándose del suelo. La miró con condescendencia y prosiguió-, sino por tu horrible gusto de la moda. ¿Qué es eso que llevas puesto Iris? El saco dónde guarda tu padre el pienso para las gallinas.

- ¿Cómo te atreves a siquiera mencionar que mi ropa no está a la altura?

- Cariño, sólo mírate hasta mi mozo de cuadra tiene mejor gusto.

Iris cerró los puños muerta de rabia.

- No sabía que eras amiga de tu mozo de cuadras. Aunque claro con tus modales no me extraña para nada.

- ¿En serio quieres que comparemos modales, Iris? -se burló María-. Tanto tú cómo yo sabemos que la de los pocos modales no soy yo precisamente. Has venido y me has quitado el sitio a empujones cómo lo haría una dama de tu categoría.

- Repite eso si te atreves -retó furiosa. Caminó un poco y con burla le preguntó- ¿tú padre sabe que estás aquí?

- ¿Y el tuyo? -le respondió María

La conversación fue interrumpida porque el público vitoreó y la atención de ambas volvió al entrenamiento justo cuando el capitán Veryard desarmó al caballero con el que practicaba.

- ¡Jesús es tan perfecto! Cómo me gustaría poder acercarme para hablar con él -confesó Iris con ilusión. A María le dieron ganas de vomitar al imaginarse la escena y por suerte contuvo una arcada-. ¿Qué miras?

- Nada, sólo me hace gracia que creas que tengas posibilidades con un caballero cómo él. No se fijaría en ti ni en un millón de años.

- Claro y en ti, sí.

- No te quepa la menor duda. -El público volvió a ovacionar-. Tan sólo mírame; soy perfecta. Tengo belleza, dinero, propiedades y soy la hija del líder de los Lumine. A mi lado -hizo un gesto de desdén con la mano-, eres igual que la boñiga de un borrico.

- Estúpida, ¿cómo te atreves? -Iris se abalanzó sobre María que reía ante la actitud de la susodicha. Justo cuando iba a agarrarla llegó Nerea que había estado buscándola durante gran parte de la mañana. Con bastante aplomo se metió entre ambas y detuvo el ataque de Iris.

- Por fin te encuentro -dijo Nerea entre aspavientos-. Te he buscado por todas partes. ¿Cómo se te ocurre escaparte así? Y más hoy precisamente cuando sabes que tiene que estar todo perfecto, María. - Ambas chicas bajaron los brazos a pesar de que el ambiente aún era tenso-. ¿Sabes lo que pasará si tu padre se entera, no?

- ¡Vaya, vaya! Así que has venido sin el consentimiento de tu padre -comentó Iris suspicaz. Adoptó una pose arrogante y exclamó a gran voz-. ¡Guardias, guardias, acudid pronto! ¡Aprisa, la hija de los Vidal está sola y sin acompañante en un lugar...

Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora