Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)

Capítulo 14: ¿De verdad me van a encerrar como a un animal?

María frunció el ceño. ¿Por qué su madre siempre le hacía lo mismo? ¿Tan malo era que dejara su papel de señorita perfecta en su casa?

Era verdad que le gustaba serlo, sobre todo cuando representaba a su familia, pero en su casa quería dejar por un momento ese papel y ser sólo María. Quería poder disfrutar de un momento de tranquilidad donde el protocolo y el buen comportamiento estuvieran en segundo plano. Quería sentirse en familia y eso su madre no lo comprendía.

— María haz el favor de disculparte con tu madre—le ordenó su padre.

— No lo pienso hacer.

—María—la llamó una vez más. Y María supo por el tono de su voz que no permitiría más revuelo. Disgustada, decidió callarse. Se levantó de la mesa arrastrando la silla y se inclinó haciendo una reverencia mientras aguantaba la furia que le llenaba el pecho y que no debía dejar que saliera.

—Si me disculpan, me retiro.

—¿A dónde crees que vas, señorita? Aún no hemos terminado de desayunar—intentó detenerla su madre con expresión disgustada.

—Yo ya he terminado, se me ha ido el apetito después de escucharte, madre.

—Rafael—dijo Julieta a voz en grito—, ¿vas a permitir que me hable así delante de la servidumbre?

Rafael suspiró con resignación. Siempre sucedía lo mismo. Ya fuera porque su esposa no desistía en sus intentos por hacer ver a su hija sus pretensiones o porque María no cediera, al final él se veía en la obligación de tomar la peor decisión. Con un gesto de su mano ordenó a la servidumbre que se retirara, así al menos no serían testigos de lo que acontecería en breves momentos.

—María estás castigada -dijo con rotundidad Rafael.

—No puede ser verdad—respondió María sin poder creérselo—. ¿Me estás castigando por no terminarme el desayuno? ¿De verdad, padre?

—Sabes perfectamente que esa no es la razón, María.—Ella quiso interrumpir pero Rafael la detuvo antes de que tuviera oportunidad—. Has desobedecido a tu madre varias veces y tus salidas de tono no son propias de una señorita de tu estatus. Así que, por favor, vete a tu cuarto y no salgas de allí hasta que reflexiones.

— Pero padre, eso es injusto.

—No me repliques—la cortó. Luego miró a Nerea que permanecía con la cabeza gacha y que aunque quería intervenir sabía que si lo hacía sólo empeoraría más las cosas—. Nerea, tú te encargarás de cerrar la puerta de su alcoba con llaves.

—Señor Rafael, no creo que sea necesario. Estoy segura de que María se comportará. ¿No es así, María?—le preguntó Nerea en un intento de suavizar las cosas.

María no daba crédito a lo que oía.
¿De verdad iba a permanecer encerrada cómo un animal por el sólo hecho de no aceptar las opiniones de su vanidosa madre?

Necesitaba salir de ahí con urgencia o sino dudaba de que pudiera contenerse mucho más. Sería contraproducente que la encerraran de por vida.