Capítulo 33: ¿Dónde está Gabriel?

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Valle de la Striga. Escondite de Josep y Gabriel

Tras el fracaso que tuvo lugar en la plaza central de Luna Nova en el intento de salvarle la vida a Gregorio, Josep se planteó si ya iba siendo hora de poner en marcha el plan que llevaba hilando desde que él y Gabriel, luego de que viajaran durante años cómo nómadas, se asentaran en aquel valle sobre el cual se rumoreaba que estaba embrujado. Luego de que su poblado fuera masacrado por los cazadores y que tan sólo él y su amigo fueran los supervivientes, ambos se vieron obligados a huir y sobrevivir por sí mismos. Al principio no fue fácil, ¿cómo podrían ocultar algo que para ellos era cómo respirar? Ambos habían crecido con la magia como su fiel aliada. La utilizaban en todo momento, incluidos los más inverosímiles como las bromas que Josep solía hacerle a su pobre tío Breogan. Recordaba como todas las mañanas hechizaba sus braccae¹ para que estos se le fueran encogiendo hasta que se hicieran minúsculos. Así cuando regresaba a casa, terminaba desnudo de la cintura para abajo y con las vergüenzas al aire. Ese momento que tanto atesoraba le ayudaban a pensar que no todo se había perdido y que, a pesar de que ésta fue la causa por la que su hogar había sido destruido, no la ocultarían por mucho tiempo. Sólo el necesario para que pudieran devolverles el golpe a los Lumine. En sus viajes, a pesar de que mantenían sus dones ocultos, nunca dejaron de practicar sus habilidades.

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1. Una prenda en forma de pantalón usada por varios pueblos en la Antigüedad y la Edad Media, en Centroeuropa y característico de la indumentaria de los galos. Se sujetaban a la cintura con un cordón y se usaban bien cortos -que llegaban hasta la rodilla- o largos (más frecuentes en las tribus que vivían más al norte).
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El dinero fue lo que más les costó conseguir. Eran unos adolescentes con capacidades superiores a los demás chicos de su edad, pero sus familias no les enseñaron a ganarse el pan cómo lo haría un innatura. Mientras ellos labraban la tierra y la trabajaban, los druidas recitaban hechizos para que la tierra trabajara por ellos. Tuvieron que aprender a pasar desapercibidos y actuar cómo un sinmag lo haría. Josep encontró trabajo de cosechador mientras Gabriel que no soportaba estar alejado de los animales con los que se comunicaba; logró ser pastor de un rebaño cuyo dueño, viejo y cansado, ya estaba incapacitado para hacerse cargo. Y así subsistieron todo el tiempo que pudieron. De día eran humanos. De noche volvían a ser druidas dónde entre el calor de los cuerpos de las ovejas se dedicaban a hacer estrategias porque ambos se habían prometido no dejar que la muerte de su pueblo fuera en vano.

Josep miró a su alrededor. Le había pedido a Maddox que trajera a los rescatados de la fortaleza de los Reyes y a los demás hombres y mujeres del poblado; porque por fin se pondría en marcha la operación por la que tanto habían luchado. Se habían reunido a las afueras de su casa; una vivienda de estilo celta que respetaba sus orígenes, aunque con algunos cambios en sus dimensiones. Era una casa de madera, de estructura circular. El tejado estaba hecho de paja y recubierto de barro para que no se viniera abajo con la lluvia. Dentro tenía una cama y un vestíbulo con apenas mobiliario. Tan sólo unas sillas y una pequeña mesa, ambas talladas a mano. La cama, de la cual se sentía orgulloso, había sido hecha a mano y tallada por el mismo. 

Se había dedicado en cuerpo y alma a tallar en el respaldar la imagen del trisquel de los Celtas del que convergían ramas parecidas a la de los árboles. De ellas, colgaban hojas, dando la impresión de que el símbolo de su pueblo fuera un árbol en sí mismo.

Comprobó que ya casi todos se habían reunido frente a su casa y que esperaban atentos a que él comenzara a explicar el motivo de su inminente llamado. La intención de Josep era cumplir con ese cometido cuanto antes, pero al ver que Gabriel aún no había aparecido, decidió posponer su misión y preguntar por él.

— ¿Dónde está Gabriel?

Maddox que se encontraba justo a su lado, le respondió:

— No he podido dar con él hasta el momento.

Eso le sorprendió. Gabriel nunca se retrasaba y más cuando se trataba de un asunto urgente. Tal vez, se había detenido más de lo esperado con Galván mientras pescaban. Y la verdad era que no le extrañaba para nada que eso pudiera ocurrir. Descartó a la idea, cuando vio a Galván henchido cómo un gallo frente a las recién rescatadas.

¿Dónde se había metido su amigo?

Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora