Nerea se quedó muy sorprendida. No se lo esperaba. Una de las cosas que no quería que le pasaran, había pasado.
- Por supuesto que no, María, ni lo sueñes, además no puedo, tengo cosas que hacer, tengo que ayudar a los cocineros a preparar el almuerzo y tengo que ayudar al resto de la servidumbre a limpiar y a lavar la ropa y tengo que coser algunas mantas.
- De todo eso se pueden encargar los sirvientes, tú como mi dama, tienes que venir conmigo.
- No puedo, de verdad, no insistas, por favor.
- ¿Qué pasa?, ¿No te estarás acobardando?
- Para nada.
- ¿O es que le tienes miedo a esos magos?
- No es eso.
- Vamos Nerea, eres médico y puedes curarme si me hieren, ¿Vas a dejar a tu amiga tirada y sola ante el peligro?, eres mala.
- No soy mala, María, ya te he dicho que me es imposible.
- Por favor -puso ojos de cachorrillo y logró convencerla. No tuvo más remedio que aceptar.
- Vale, de acuerdo, iré contigo, tú ganas.
- Bieeeennn -María dio saltos de alegría y la abrazó-muchas gracias, Nery, sabía que podía contar contigo y nunca me fallarias.
Nerea sólo se limitó a sonreír mientras acariciaba su rizado cabello y aspiraba su dulce fragancia.
- Lo suyo sería que aprendieras a usar algún arma -María se separó de ella.
- De acuerdo, de hecho tengo el arco y las flechas que heredé de mi padre, nosotros a pesar de ser médicos, dominamos el arte del arco.
En los siguientes días previos a la misión, Nerea se dirigió a la zona de práctica de tiro con arco ya que esa arma le fue heredada de sus padres. El día después de la reunión, al ver Rafael y Julieta de que no iban a conseguir que Maria diese su brazo a torcer, decidieron por una vez tragarse su orgullo y permitir que participase en la misión y cómo castigo simplemente las hicieron a Nerea y a ella limpiar los objetos de la casa durante dos días. Fueron bastantes vehementes en su opinión.
Nerea tensó un poco la fina cuerda, colocó la flecha y apuntó a su objetivo, el centro de la diana. Sólo le bastó un tiro para acertar. Una vez bajado el arco, escuchó un pequeño aplauso.
- Madre mía, Nerea se te da bien esto.
- Sí, creo que es mi don y mi habilidad-puso otra flecha en su arco- mi truco para concentrarme es dejar la mente en blanco y pensar que sólo estais la diana y tú.
- Bien pensado.
- ¿Y qué tal con las dagas?.
- Muy bien, ya les he cogido el tranquillo y sé usarlas -María tomó una de ellas y la tiró.
- Diana -sonrió.
- Muy bien -Nerea la quitó y se la tendió.
Entre sesiones de preparación el día fue pasando dando paso a un bello amanecer. El cielo estaba pintado de tonos entre naranja y lila. En ese momento Nerea se encontraba peinando y dando de comer a Perla y a Esmeralda. Perla era de color chocolate mientras que Esmeralda era de un color blanco nieve.
- Bueno, bonitos mios ya estáis aseados y limpitos para mañana, buenas noches -los terminó de acariciar.
Mientras iba en dirección a su dormitorio, sentía que algo la carcomía por dentro, una sensación de si lo que iban a hacer al día siguiente era lo correcto, sí lo que estaban haciendo con los brujos era correcto. Al fin y al cabo, ellos eran seres humanos, o eso parecían ser. No había mucho de distinto, tenían dos brazos y dos piernas, como los Lumine. Desde aquel día en que hubo aquella reunión y María se presentó voluntaria, le empezó a entrar dudas, pero tomó la decisión de guardarselo para ella y no contarle a nadie sobre esa inseguridad, no iba a ser que los demás pensaran que los iba a traicionar y que era una cobarde y eso no era lo correcto para ella.
Antes de entrar a la masía, fue a echar un pequeño vistazo a su arco y un recuerdo voló hasta su mente.
Hace 13 años
Adam Camps volvía a casa después de una misión bastante exitosa. Nada más bajar de su caballo negro, divisó como una pequeña niña de unos siete años corría hacia él.
- ¡Padre!
- Hola, mi pequeño sol -la cogió entre sus brazos y besó su mejilla.
- Nerea, ¿Cuántas veces tendré que decirte que no corras tan rápido?, que te puedes hacer daño -suspiró Estel.
- Hola, querido -besó sus labios.
- Hola, Estel -le correspondió.
Estel bajó a Nerea de los brazos de su esposo y ambos se pasaron el resto de la tarde hablando y Adam jugando con Nerea.
- Padre, ¿Podría usar tu arco cuando sea mayor?.
- Claro, quiero dejártelo a ti.
- ¿Y no puede ser ahora?, ya quiero entrenar -dijo Nerea a la misma vez que hizo una pose de arquera.
- Jajajaja -Adam se rió- hija, aun eres muy pequeña, pero la pose está perfecta.
- Yo quiero ser cómo tú, ser tan buena como tú, tú eres mi héroe.
Su padre la abrazó.
- Cuando seas mayor, allí estaré para enseñarte.
La pequeña niña asintió.
En la época actual
A Nerea se le escapó una lágrima al recordar eso.
- Gracias, padre, por dejarme tu arma más valiosa, sé que allí donde estás, estarás cuidandome y siendo mi ángel de la guarda, seré una fantástica arquera y médico y haré que estés orgulloso de mí, mírame desde el cielo, te quiero, mi arquero.
- Nerea, estás aquí, el señor Vidal, me ha mandado a buscarte, me ha pedido que vayas a cenar -dijo Jonás.
- Ya voy.
Cerró el pequeño almacén y salió hacia el comedor.
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Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)
ActionPrecuela/Spin Off de la Tercera Generación en España. Druids (magos) y Lumine (Cazadores) en una lucha desde tiempos antiguos. Los Druids quieren vivir en paz, pues no hacen mal a nadie ni a la naturaleza, mientras que los Lumine constantemente busc...