Capítulo 8: No me quites las trenzas

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— Espera, espera. No pensarás salir así, ¿no? —le preguntó incrédulo.

— Pues, claro. No he ido más emperifollado y ridículo en mi vida.

Gabriel negó con la cabeza.

— Quítate las trenzas —le ordenó.

— Ni hablar.

— Jo

— No, todo menos eso.

"Antes muerto a que le quitarán sus trenzas". Se empecinó, Josep.
Gabriel no estaba dispuesto a soportar una queja más, así que sin que su amigo se lo esperara recitó un hechizo no verbal para dejarlo petrificado. Al momento, las protestas de Jo se apagaron y se quedó quieto cómo una estatua. No le había dejado otra opción.

— Lo siento, Jo —se disculpó Gab. Se colocó a su espalda y le deshizo las trenzas una por una—. No puedo dejar que nos descubran por una pequeñez cómo esta —le recogió el pelo en una coleta y dejó que el flequillo le enmarcara la cara. Una vez frente a él, se detuvo para preguntarle—. ¿Lo comprendes, verdad?

Josep logró hacerse oír, como pudo. Es decir, con un gruñido mientras que Gabriel lo liberaba. Sus ojos verdes ardían con la promesa de que en cuanto tuviera oportunidad, se la devolvería y Gab deseó que no fuera pronto.

— Bien —carraspeó Gabriel—. Repasemos el plan. Lo primero que vamos a hacer es infiltrarte. Para ello utilizaremos uno de los hechizos de confusión y lograremos que los guardias de la puerta hagan la vista gorda. Una vez que estés adentro...

– Los mataré a todos —interrumpió Josep pero Gabriel lo fulminó con la mirada—. ¡No me mires así, Gab! ¡No soy estúpido! Es lo que me gustaría hacer, ya lo sabes.

— Lo sé —suspiró Gabriel—, y lo haremos cuando llegue el momento. Vayamos paso a paso, una vez que estés dentro —volvió al tema—, céntrate en sus pensamientos y discierne si en algunos de ellos logras encontrar algo que nos sirva y del que podamos sacar provecho. ¿Hasta ahí bien?

— Sí, pero... —volvió a intervenir Josep— hay algo que no hemos tenido en cuenta Gabriel y es algo que me lleva rondando desde que estamos aquí.

— ¿A qué te refieres? —le preguntó Gab con curiosidad.

— Desde que hemos llegado no he logrado escuchar ningún pensamiento. Todo ha permanecido en silencio cómo si estuviera dentro de una burbuja y eso me ha llevado a pensar que...

— Que hay algo que está impidiendo a la magia actuar —terminó Gabriel por él. Josep asintió. Su amigo era muy perspicaz y a menudo se comprendían sin tener que hablar. Pero si sus conjeturas fueran ciertas iba a resultarles muy complicado llevar a cabo el plan. Ya de por sí conseguir información de un grupo tan hermético no resultaba sencillo y si tampoco dentro conseguían algo que les proporcionara alguna ventaja sobre ellos para debilitarles, iba a ser muy complicado.

— Mandaré contigo a Hella —decidió Gabriel y acto seguido sus labios hablaron lengua de animal. Su don siempre lo sorprendía—. Estará aquí en unos minutos.

Algunos druids nacieron con talentos innatos o en este caso los druids nacieron apegados a la naturaleza y fueron bendecidos con dones que para simples mortales serían difíciles de explicar. "¡Qué decía!". No se podían explicar. A Gabriel se le otorgó la habilidad de hablar con los animales y a él la capacidad de oír los pensamientos. Al principio, no lo quería, lo detestaba. Se colaban en su cabeza todo tipo de deseos, de anhelos, y la mayoría de naturaleza abominable. Llegó un momento en el que Josep fue incapaz de reconocer cuales de todos esos pensamientos verdaderamente le pertenecían. Sus inicios fueron un infierno, aun así con el tiempo llegó a manejarlo imponiéndose cómo límite un kilómetro. A partir de ese tope dejaba de escuchar.

Sus pensamientos se alejaron con la entrada de Hella; una pequeña ratona de color canela con la que su amigo se comunicaba a menudo para espiar. Gabriel se agachó y en un movimiento de labios le reprodujo a Hella —a su entender con todo detalle— cuál iba a ser su misión.

— Listo, ya Hella sabe lo que tiene que hacer —la ratona saltó de su mano y se colocó dentro del jubón que había robado Gab y que ahora llevaba Josep—. Ella se va a encargar de decirme cualquier cosa de interés. Tú tan sólo encárgate de observarlos. Saldré primero, si está todo despejado, golpearé la puerta dos veces. ¡Caraid fortanach¹!

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1. Suerte amigo en gaélico celta
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Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora