Capítulo 48: Preparando un altar

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Valle de la Striga

El ataque fue todo un fracaso. Y la impotencia hacía mella en Josep, que frustrado se había apartado de los demás. No soportaba cómo lo observaban el resto de sus hombres.

Todos habían cumplido con su misión.

Todos excepto él y Gab que eran los líderes. La vergüenza de haber fracasado le hizo sentirse inútil. ¿Cómo se habían percatado de que iban a allanar el hogar de los Vidal? ¿Acaso tenían un traidor entre ellos? No quería ni pensarlo, porque si así fuera se vería obligado a matar a un hermano para proteger a su pueblo y eso... acabaría con él. Frustrado, buscó con la vista a Gabriel y lo encontró apartado del resto, bajo uno de los árboles sagrados. Se dirigió hacia su amigo con una idea clara en mente. De nada servía preguntarse si los habían traicionado, ahora lo que les corría más prisa era averiguar la identidad del que los había detenido justo cuando casi se llevan a la hija del líder de los Lumine. Si lo hubiera planeado jamás le habría salido tan a pedir de boca, pero los Dioses se burlaban de él. De eso no tenía dudas.

Gab levantó la cabeza de lo que parecía ser un libro y éste desapareció cuando Josep se paró a su lado.

— Sé lo que vas a decir —dijo Gab atropelladamente—. Y te prohíbo Jo que cargues con la culpa. Ninguno de nosotros contaba con que aparecieran refuerzos de los cazadores y mucho menos cuando todo estaba planeado para que estuvieran distraídos.

— Necesito que hagas algo por mí —Gab detuvo su parloteo sorprendido—. ¿Crees que podrías preparar un altar?

— ¿Un altar? —preguntó Gab extrañado—. Claro que puedo, ¿pero para qué lo necesitas?

— Quiero hacerle una consulta a los ancestros.

— ¿A los ancestros? —su amigo lo miraba como si tuviera dos cabezas. ¿Tan raro era lo que pedía?

— ¿Puedes hacerlo o no, Gab?

— Claro que puedo Jo, pero...

— Avísame cuando esté listo.

No esperó a que su amigo le contestara y salió dispuesto a encontrar las respuestas que tanto necesitaba. Sabía que contactar con sus antepasados le iba a suponer un esfuerzo físico y espiritual arduo y para ello debía preparar su cuerpo y conectarlo con la naturaleza. Atravesó el poblado, evitando encontrarse con nadie y se adentró hacía las profundidades del valle.

Josep había elegido ese lugar como escondite por un solo motivo: la armonía que existía entre el bosque y los seres vivos que allí habitaban. Eso posibilitaba que los druids pudieran sintonizar con la magia que desprendía el valle y convertirse en uno. Recorrió la arboleda que llegaba hacia la cascada y se detuvo. A continuación, se quitó la túnica que le cubría el torso y se descalzó. Se adentró en el agua y de un saltó subió a una de las rocas bajo la cascada sentándose en posición de loto. El agua helada le hizo ahogar un quejido. Sus músculos se contrajeron y todo su cuerpo se tensó como las cuerdas de una cítara. Y ahí, cuando se encontraba en su momento más débil, lo notó. El frío del agua colándose entre sus huesos como millones de cuchillos. Contuvo el aliento y contó hasta diez. Si quería comunicarse con los sabios druids tenía que ser capaz de olvidarse de lo que le rodeaba. Ignorar el frío, el agua que caía sobre su cuerpo y el ruido de la cascada. Debía alcanzar el punto en el que el silencio y sus latidos se hicieran uno. Dónde ya no había nada ni nadie, tan sólo él. Poco a poco, el sonido del agua se volvió mudo, el frío se convirtió en algo inexistente y ahí, justo cuando casi alcanzó el ritmo de sus pulsaciones, la vio. A la hija de los Vidal, con su cabello rizado del color del vino y su mirada desafiante y su corazón se llenó de odio. A la vez que el ruido y el frío de la cascada se hicieron de nuevo imparables. "Maldita sea, Esa mujer aparecía en los peores momentos". No comprendía por qué su mente no paraba de recordarle su metida de pata. Había tenido la oportunidad de matarla y sus manos fueron incapaces de obedecer lo que su cabeza pedía a gritos. ¿Por qué se había detenido? No merecía misericordia. No de él. Sobre todo de él. Y sin embargo, esos ojos cobalto lo tomaron desprevenido dejando a un lado sus deseos de venganza y se olvidó de que el líder de los Lumine sufriera la pérdida de un ser querido, tal y como él la sufrió. Josep, sin encontrar alguna explicación a sus actos, viajó a la pasada noche y revivió todo cómo si el tiempo hubiera dado marcha atrás.

Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora