Capítulo 21: Investigando

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A la mañana siguiente, desayunaron y se fueron a la mazmorras de la mansión Reyes a inspeccionar si había alguna pista o algún indicio.

— Abrid las celdas —ordenó María a los dos guardias que se encontraban allí—Nerea, tú mira la de la izquierda, yo la de la derecha.

— Recibido.

Nerea entró en la celda asignada y encontró un colgante con una cadena plateada y un rubí tallado en él.

— ¿Has encontrado algo, María? —Nerea salió de la cárcel y se acercó a su amiga.

— No, ¿Y tú?

— Yo sí, este colgante —Nerea le enseñó el colgante.

— Perfecto, ya tenemos algo.

— Disculpad, guardias, necesito haceros un par de preguntas —Nerea se situó enfrente de ellos— ¿Cómo eran los presos que se escaparon?, ¿Los recordáis?.

— Bueno, pues suponemos que había de varias edades, dos de ellos eran algo ancianos, la mujer tenía el pelo corto y blanco y él entre castaño y canoso, otro tenía el pelo corto y negro y algo de barba, y otro muchacho que era de pelo largo —dijo el guardia— los hombres eran de complexión delgada y de estatura alta.

— También había dos mujeres. Creemos que ambas eran una rubia y otra castaña, eran delgadas y con ojos verdes, pero no estamos seguros—terminó de decir su compañero.

Nerea asintió.

— Entiendo.

— ¿Escucharon algún ruido y vieron algo extraño esa noche? —preguntó Maria.

— No mi señora, nosotros nos quedamos dormidos de repente, aunque ahora que recuerdo, vi a una persona con el cabello rubio, creo que era una mujer, portaba el colgante que su compañera lleva en su mano.

— Entiendo, muchas gracias por la información —terminó de decir Nerea.

— De nada, es un placer ayudarles —dijeron a la vez.

Una vez salieron de la mansión Reyes, se montaron en sus caballos.

— Vayamos al mercado con el colgante a ver si alguien tiene alguna pista de su dueño que nos pueda ayudar —Sugirió Maria.

— Claro.

Al rato llegaron al mercado que, como cada día, estaba abarrotado de gente. Empezaron a preguntar pero nadie dijo que vio algo hasta que llegaron a los últimos puestos, uno de ellos de joyas.

— ¿Reconoce esto? —preguntó Nerea.

— No —el mercader lo observó de cerca— aquí no se hacen colgantes de este tipo, es la primera vez que lo veo.

— ¿Vió algo extraño la noche de antes de ayer?.

El hombre negó con la cabeza.

— Yo sí ví algo —dijo de repente el hombre del puesto donde vendían animales— hace varias noches se me perdió una de mis vacas, Josefina, mi vaca favorita, negra, que nos da una leche muy buena. Lo que me costó encontrarla y mira que la encierro bien para que no se escape.

— Por favor, ¿Nos puede decir que vió?, no nos interesa su vaca —Dijo María.

— Si, Perdón, bueno y cuando la encontré, ví a un grupo de personas con capas y máscaras, marchaban hacía el bosque.

— ¿Capas y máscaras? —dijo Maria.

— Mery, que yo recuerde nadie salió del baile esa noche, a no ser que...¿Estás pensando lo mismo que yo?.

— Si, quizás no eran asistentes al baile.

— María, vayamos al bosque, a ver si encontramos más pistas y algún rastro.

— Si, gracias por la información —se despidieron del mercader.

Antes de dirigirse camino al bosque, pararon en la Masía Vidal para coger las dagas y el arco.

— ¿Qué tal ha ido la inspección a la mansión Reyes? —Les preguntó Rafael.

— Bien, nos han dado información valiosa y hemos encontrado este colgante —Nerea se lo enseñó— Ahora vamos a ir a investigar al bosque.

— Nerea, ten, tu arco —Maria se lo tendió y, antes de montarse de nuevo en los caballos, se despidieron de Rafael.

— Cuidaros y suerte —dijo Rafael.

— Gracias —dijeron al unísono y se montaron en sus respectivos caballos.

Después de un rato galopando, llegaron a una explanada cubierta de árboles y bajaron de sus caballos. Primero empezaron a observar el terreno.

— Maria, he encontrado cuerdas y algunas huellas en el suelo, no deben estar muy lejos.

— Perfecto, sigamos esas huellas.

Empezaron a caminar hasta que Nerea vió un trozo de tela enganchado a una de las ramas.

— Mira, María.

— Esta tela debe ser de alguno de los hijos del diablo.

De repente se escuchó un ruido.

— Shhh —siseó Maria— ¿Has oído algo?.

— Si, el sonido venía de allí.

Anduvieron un poco más hasta que pudieron divisar a un hombre de cabello entre gris y moreno vestido con una bata larga y grisácea.

— Debe ser uno de los que escaparon —pensó Nerea.

Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora