Capítulo 19: Se mi acompañante en esta búsqueda

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Nerea se quedó atónita al escuchar a María ofreciéndose para la misión.

— ¿Qué? —pensó.

Entre que ayudó a escapar a su amiga de su castigo y esto, sentía que ambas se iban a llevar una regañina del señor Vidal y, encima, iba a ser castigada. Empezaba a tener un mal presentimiento. Esto no iba a acabar bien.

Alzó su mirada y contempló la hermosa sonrisa del Capitán Veryard.

— Estupendo, así que ya tenemos a una hermosa dama encargada de la misión, interesante.

— Capitán Veryard, por favor le ruego disculpe a nuestra hija, es bastante rebelde e impulsiva.

— Me gustan las damas así, con gusto le asignaré la misión, la veo con ganas de servir a nuestra causa.

Nerea notó una mirada asesina y de ya hablaremos en casa que procedía de Rafael. Esto le empezó a causar un cierto temor.

— Pues bien, si nadie tiene nada más que decir, la señorita se encargará de la misión que consiste en encontrar a los hijos del diablo que se han escapado y traerlos de vuelta.

— Muy bien, capitán, cumpliré con mi misión aunque me tenga que jugar la vida en ello.

— Bien, hermanos, hasta aquí la reunión —se levanta de su asiento— que la luz nos guíe.

— Que la luz nos guíe —repitieron todos al unísono el himno de los Lumine.

Durante el trayecto a la Masía, nadie articulaba una palabra. Nerea pudo ver en el cielo un tono de color azul muy claro y repleto de múltiples nubes. El clima se sentía muy fresco. En cambio, podía notar mucha tensión entre las personas con las que iba.

— Espero que no se le ocurra a María pedirme que la acompañe porque le pienso decir que no —se dijo a sí misma.

Al rato, cuando llegaron Rafael se acercó a María y le dio tal gran bofetada que le dejó la marca de la mano en su blanca cara.

— ¡Insolente!, ¿Qué estabas haciendo allí? Se suponía que estabas castigada —Rafael se volteó a mirar a Nery— Y tú Nerea, te pedí que la vigilaras, ¿Cómo te atreves a ayudarla a escapar?, ambas sereis castigadas.

— Padre, tenía que ir, quería ir a ver al capitán Veryard. Soy una cazadora ya, no puedes prohibirme no ir a las reuniones, es mi obligación estar en una de ellas, ¿O es que lo habéis olvidado? —Dijo María alzando un poco la voz.

— Vigila el tono, María, no debiste desobedecernos.

— Señores Vidal, mis más sinceras disculpas, es mi culpa, no debí ayudarla castigenme a mí y no a su hija —Nerea, con ojos llorosos, se arrodilló ante los padres de su amiga.

— No, Nery, cariño, en cualquier caso, yo la tengo, te convencí para que me ayudaras —Observó a sus padres.

— Me da lo mismo, os castigaré a ambas igualmente, de la misión, por supuesto que te puedes ir olvidando, no irás, iré yo en vuestro lugar.

— ¿Qué?, no puedes hacer eso, me la ha asignado a mí, no es justo.

— Te recuerdo que soy tu padre y el líder y tienes que obedecerme de una maldita vez.

— Me niego a aceptar eso, voy a ir y me da igual que esteis en contra o no, pienso cumplir —les desafió María.

Rafael se iba a acercar a ella a decirle algo pero Julieta le interrumpió:

— Dejalo Rafael, déjala que se calme, seguro que recapacita y nos pide perdón por su mala educación.

— Nerea, subamos a mi habitación —ambas suben las escaleras que las llevan al primer piso y María se sienta en la cama.

— ¿Estás bien? —preguntó Nerea.

— Pues claro que lo estoy, a pesar de la situación de antes he podido conocer al capitán Veryard, aunque no le podemos ver la cara, está muy guapo igualmente, quién pudiera ser su mujer, moriría por ser yo.

— Bueno, quizás tengas esa suerte —dijo Nerea a la misma vez que arreglaba un poco el escritorio y ordenaba los vestidos— aunque, me estoy empezando a cansar un poco que me metas en lios y no es la primera vez que lo haces.

— Venga, Nerea, eres mi salvadora y tú eres la única en quién confío, no podría salir de ellos sin ti.

Nerea sonrió un poco. En el fondo le gustaba ayudar a María cuando esta hacía de las suyas. Se podría decir que lo disfrutaba.

— Por cierto, cambiando de tema, ¿Irás sola a la misión o te buscarás una o un acompañante?, menos la repelente de Iris y los perritos falderos de sus hermanos, los demás chicos y chicas pueden ser buenos compañeros.

— Si, pero yo ya tengo a alguien en mente—María se acercó a ella y puso las manos en sus hombros— tú, mi querida dama de compañía.

Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora