Capítulo 39: María, una muchacha borracha de felicidad

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Rafael y Julieta acompañaron al capitán hasta que este abandonó el patio. Una vez sola, la euforia que sentía hizo mella en su pequeño cuerpo y comenzó a saltar de emoción.

— Veo que estás pletórica —la interrumpió su madre.

— ¡Cómo para no estarlo, madre! —exclamó dichosa—. Es el sueño de toda muchacha conseguir el interés del capitán. Y al parecer yo he sido la afortunada.

— Me alegra que te lo tomes tan bien, hija —comentó Rafael que había vuelto de despedirse—. Porque es a el a quién pretendemos desposarte.

— ¿Desposarme con el capitán?

Estaba borracha de felicidad. Si se casaba con él; todo era diferente. Juntos lucharían por limpiar al mundo de los seguidores de Satanás y viviría cumpliendo su deber como Vidal, sin que su condición de mujer fuera cuestionada. Se dedicaría a trabajar codo con codo con su esposo. Era un sueño y su deseo más profundo.

— ¿María? ¿Se puede saber que diablos te pasa hija? —la reprendió su madre—. Estas en las nubes.

— Así es como me siento, madre. Quiero reír de dicha, correr hasta el cansancio y gritar hasta quedarme sin voz. Quiero que todos vean lo feliz que soy. ¡Por favor, madre! —la tomó de las manos—. Manda llamar al mejor sastre y que me confeccione un vestido de la mejor calidad para esta tarde.

— ¡María, eso es imposible! No le va a dar tiempo —dijo casi a voz en grito porque María ya había echado a correr sin mirar atrás.

— Para ti no hay imposibles. Sé que encontrarás a alguien que sea capaz —intervino Rafael viendo a su hija alejarse.

— Haré lo que esté en mi mano.

— Sé que lo harás querida. Siempre lo haces.

Tal y como mencionó María, Julieta encontró a un sastre y éste hizo un vestido digno de ser lucido. La encargada de entregarle el vestido y de arreglarla siempre había sido Nerea. Sin embargo, esta vez, ella había tenido que encargarse de arreglarse con la ayuda de una de las doncellas de la casa. El resultado no había sido fabuloso, pero se contentaba con lo que ambas habían logrado.

El vestido estaba hecho de lino de color azul, con mangas anchas de color blanca y abiertas en los laterales. La cintura y las costuras estaban confeccionadas en dorado, dándole un aspecto más regio. El cabello, por otro lado, se lo había semirrecogido en una trenza francesa dejando que el resto de su pelo rizado cayera en cascada sobre su espalda.

Abrió la puerta de su alcoba y se dio de bruces con Nerea, que tenía la mano levantada cómo si hubiera estado a punto de llamar a la puerta. Nerea, lo había pensado mucho y no le gustaba la sensación de lejanía que se había originado después de haber discutido con ella. Lo había meditado mucho y sólo se había decidido cuando había escuchado por boca de los criados que María iba a desposarse con el capitán Veryard. Aquel hombre que por alguna razón que ella no entendía, detestaba. Desde un primer momento, supo con certeza que ese hombre estaba envuelto en oscuridad. Y si su amiga, cometía el error de entregarse a él, jamás podría perdonarse.

María esperó a que Nerea hablara, ya que eso parecía querer hacer hasta que había abierto la puerta. Le dolía no poder compartir la felicidad que sentía por su reciente compromiso con ella. Siempre habían estado juntas compartiendo risas , tristezas y enfados. Ahora, ambas parecían extrañas. Suspiró, al notar que Nerea no iba a hablar. Al parecer no iban a solucionar sus problemas pronto. Cerró la puerta y evitando a Nerea, se encaminó hacia su destino.

— ¿Es verdad que te vas a casar con él? —María se detuvo al principio de las escaleras.

— Es cierto.

— No lo hagas. Ese hombre no te hará feliz.

— ¿Ahora tú sabes lo que me hace feliz?

— Te conozco más que a nadie —le recordó.

— Yo también pensaba que lo hacías Nerea, pero creo que no nos conocíamos realmente hasta que me abriste tu corazón en mi alcoba.

— María yo... —intentó decir Nerea.

— Yo siempre me he mostrado como soy y siempre ha sido así. De ti ya no puedo decir lo mismo.

No volvió a escuchar a su amiga. Bajó las escaleras y justo en las puertas de la Masía la esperaba el capitán. María no perdió tiempo y con una sonrisa seductora que pretendía ser inocente, lo tomó del brazo y juntos se encaminaron hacia su cita.

Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora