Capítulo 57: Una hermosa reconciliación

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María, que estaba viendo desde las gradas como maltrataban a su amiga, no pudo aguantar más ni quedarse callada y, corriendo, llegó hacía donde estaban. Independientemente de lo ocurrido entre ambas días anteriores, esto no lo podía dejar pasar, no iba a dejar que dos demonios lastimaran a Nerea.

— ¡Basta, dejad a mi amiga! —Maria apartó a Iris y lo siguiente que hizo fue arrastrarla por todo el recinto de los pelos, además de echarle un cubo con agua y heces de animales por encima.

— ¡Suéltame!, ¡Guardias!

— María, suelta a Iris —Rafael y Julieta las separaron y Román y Julián Salazar acudieron a ver cómo estaba Iris.

— ¡Ha empezado ella! Ha sido ella —Iris señaló su cabello, lleno de tierra y su vestido manchado—. Por su culpa huelo fatal.

— Padre, ¿Ha visto lo que le ha hecho a Nerea?, no podía permitir que le siguieran haciendo daño.

— Silencio, María deberías empezar a controlarte, por dios eres la hija de un líder, tienes que dar ejemplo.

— Pero...

— Nada de peros, estás castigada.

María bufó. Era muy injusto.

— Voy a hacerte la vida imposible, por tu culpa soy el hazmereir de luna Nova, pagarás por esto —gritó Iris envuelta en lágrimas.

— Iris, silencio —dijo Román— reconoce que esto lo has empezado tú, acusando gravemente a Nerea. Tu madre y yo no te hemos educado para eso.

Antes de dirigirse al señor Vidal, Román se giró de nuevo hacía sus hijos.

— Por supuesto que ambos también estáis castigados y mañana mismo iremos al hogar de la familia Vidal a disculparos con Nerea —centró de nuevo su atención hacía Rafael—. Lo siento mucho señor Vidal, les ruego disculpen a mis hijos, procuraré que no se vuelva a repetir.

— Acepto sus disculpas.

Mientras tanto, Julieta se acercó a Nerea. Aiden también bajó al campo para ver si iban a necesitar ayuda.

— Tu tobillo está hinchado —lo movió con un ligero movimiento.

— Por favor, no lo haga, me duele —dijo Nerea con voz llorosa.

— Debemos llevarla a la masía, señora Vidal, he de mirarle el tobillo.

— Claro, Giuseppe.

Giuseppe era el hijo y hermano mellizo de Elena, un chico de cabello rubio oscuro y ojos verde manzana.

— Yo la llevaré en brazos —propuso Aiden.

Julieta asintió.

— Sígame, por favor.

Aiden tomó en volandas a Nerea y se pusieron rumbo a la residencia familiar de los Vidal.

— Tranquila, ya verás como te pones bien.

Nerea pudo distinguir un dulce olor a sal y a tierra mojada.

— Huele tan bien que hace que deje de llorar enseguida —pensó.

Una vez dentro de la masía subieron hasta la alcoba de Nerea y Aiden la depositó en su cama.

— Muchas gracias, señor Kavanagh.

— Gracias, Aiden.

— No hay de qué, que te mejores damisela —sonrió.

— Gracias.

Dicho esto, salió de la habitación.

— Bueno, vamos a ver tu tobillo.

Una vez le quitó el zapato, Giuseppe empezó a examinarlo. Una vez hubo terminado, sacó de una pequeña bolsa, un ungüento verdoso dentro de un frasco de cristal.

Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora