Capítulo 2: Una nariz rota para la familia Salazar

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Antes de que Iris acabara la frase, María que ya suponía lo que pretendía porque la conocía cómo la palma de su mano, le tapó la boca, mientras que Nerea se disculpaba ante los viandantes y prometía mediante gestos inocentes que sólo era una charla entre amigas. Con esfuerzo, se apartaron del público que observaba las prácticas. Entraron en unos de los callejones de piedra colindantes a la escuela y por fin pudieron respirar tranquilas, aunque el respiro duró hasta que Iris aún con la boca tapada empezó a farfullar y a gritar para hacerse oír.

— Silencio —le ordenó María—, o te juro que te corto la lengua.

Iris que casi se había quedado sin aire, se deshizo de su agarre.

— ¿Quién lo diría de la hija del líder de los Lumine¹? ¿Amenazas? Eso no va contigo, querida, sino que va más con mi familia. A tu padre le gustará saber también de tu nueva faceta —la amenazó—. Quién sabe, lo mismo cuando se entere, reniega de ti porque lo que haces está muy mal, María.

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1. Lumine: es como se llaman a ellos mismos los cazadores de druids
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— Tú tampoco eres un dechado de virtudes —la defendió Nerea, evitando que María cumpliera su amenaza—. Al igual que María, estás aquí sin guardias ni acompañantes. Así que tú también te enfrentas a lo mismo que ella. ¿A qué viene que montes este numerito? No te pega nada, Iris.

Iris sacudió la cabeza. Le divertía mucho la actitud de ambas.

— ¿Nadie te ha enseñado a no meterte en asuntos ajenos, huerfanita? —se mofó Iris. El rostro de Nerea se entristeció de pronto y María se llenó de rabia. ¿Cómo se atrevía a insultarla de esa forma? Con decisión se acercó a ella con intención de cerrarle la boca de una vez, ya había aguantado demasiado. Casi al llegar a su altura, las manos de Nerea que agarraban su capa como si fuera un salvavidas la detuvieron.

— Vámonos María, no merece la pena.

— Pero Nerea… no pienso dejar que te diga lo que quiere. Alguien tiene que enseñarle a respetar al prójimo.

— No lo niego, pero no tienes por qué hacerlo tú, María —le imploró esta vez—. Lo que dice sobre tu padre es cierto y lo sabes. Deberíamos de irnos cuanto antes. Poco después de que yo dejara la masía para buscarte ya te echaba en falta, no me imagino cómo debe de encontrarse ahora. Por favor, vayámonos.

— Está bien—contestó ella resignada. Miró con desdén a Iris y se volvió con la intención de regresar a casa—, por esta vez te haré caso, Neri. No me apetece escuchar los gritos de mi madre y mucho menos aguantar los sermones interminables de mi padre.

Ante esto, Nerea suspiró tranquila. Por fin se marcharían y sin nada más que lamentar que un altercado en la plaza. O eso creía, en su inocencia pecó de ser poco precavida y en cuanto llegaron al final de la calle, escucharon cómo Iris a la que no le gustaba quedarse con las palabras en la boca firmaba con ellas su sentencia.

— ¿Y tú eres la que va a heredar el liderazgo? Eres una vergüenza para los Vidal. Entre cazadores los conflictos se resuelven, ya lo sabes María. Y sin embargo, estás huyendo cómo la cobarde que eres. No te mereces el puesto que tienes, hay personas mucho más capaces y con mayores habilidades. Si ya lo dijo mi padre: ¿qué hay de bueno en que nos dirija una niña mimada que no tiene idea de matar ni mucho menos de luchar y que va acompañada de una huérfana que fue hija de las dos decepciones más grandes que han tenido las trece familias?

Para María eso ya fue más que suficiente. Lo sentía por Nerea que le suplicaba con la mirada que no hiciera nada que llegara a meterlas en problemas, pero esto iba más allá de romper los protocolos de comportamiento, ahora ya era cuestión de orgullo y sobre todo de defender a alguien que ya era de su propia sangre. Con su familia nadie se metía, ni siquiera una de las trece y mucho menos si la persona a la que le faltaba el respeto era Nerea.
Cómo una exhalación, se dio la vuelta ante la mirada atónita de las presentes, recorrió la distancia que la separaba de Iris y en cuanto tuvo cerca su rostro, no se lo pensó dos veces, cerró su puño y con todas las fuerzas que exudaba su pequeño cuerpo, la golpeó en la nariz rompiéndosela en el acto. El sonido que hizo la nariz al romperse hizo que Nerea contuviera las ganas de socorrerla. Cómo alquimista y sanadora se veía en la responsabilidad de ayudar al enfermo, incluso si este era su peor enemigo. Intentó mantenerse al margen pero le fue imposible.

— Deberían recolocártela cuanto antes —le aconsejó. Hizo ademán de acercarse pero María la detuvo con la mirada—, sino se te va a hinchar.

— Estás loca, Vidal —dijo entre lágrimas de dolor—. Tu padre se enterará de esto. De eso no lo dudes.

— Corre y díselo. Dile que la hija del líder de los Lumine a la que llamaste cobarde y poco digna de dirigir a los cazadores, te ha roto la nariz en un pestañeo y que ha dejado en ridículo a la experta en asesinato de las trece familias —soltó con sorna. Iris gruñó, pero María que aún no había tenido suficiente siguió—. Así es cómo defiende una Vidal a su familia, todos sus miembros son sagrados. Recuérdalo por siempre querida, aunque creo que tu nariz que ten por seguro que ya no volverá a ser la misma, te lo recordará siempre —antes de volverse le recordó—. Espero que al capitán Veryard le guste el impresionismo porque tu cara esta noche va a ser todo un cuadro.

Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora