Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)

Capítulo 46: Plan de exterminio y presentaciones

Época actual

Justo cuando se dirigía a hacerle una pequeña visita a Marta y a su esposo, le pareció ver al sacerdote dirigirse a una vieja mansión algo abandonada.

La curiosidad se apoderó de ella y decidió seguirle de modo sigiloso. Afortunadamente llevaba su capa consigo y tomó la decisión de ponersela antes de encaminarse a la parte trasera de la mansión sin ser descubierta.para así evitar ser descubierta. Por suerte había una pequeña ventana con barrotes y se inclinó al lado de ella.

— Buenas noches, capitán.

— Buenas noches, siéntese —Veryard le señaló el asiento de enfrente y, acto seguido, éste se tomó asiento.

— Nos han intentado exterminar, ha llegado la hora —el capitán se levantó de la mesa.

—¿La hora de que?.

— La hora de poner en marcha el plan de exterminio, vamos a matarlos a todos uno por uno.

— Entiendo.

— No —pensó Nerea— no hagais eso, tened piedad, son inocentes.

— Convoca mañana una reunión en donde siempre y avise a las demás familias, que se vayan preparando.

— Como desee, capitán, le diré a la señora Fratini que vayan fabricando nuevas armas.

El hombre asintió.

— ¿Qué sucede, padre?

— Recordaba lo que pasó aquel año cuando asesinamos a ya sabe quienes.

— Oh, aquello, debíamos hacerlo.

— Lo sé, pero ¿Y si su prole también es lo mismo que ellos?.

— No lo creo Padre, sinceramente, no es hereditario, ya lo comprobamos en su día.

— Cierto, bueno, debo irme.

— Por supuesto.

El padre abandonó la estancia y el capitán salió de allí por otra puerta.
Nerea corrió y miró hacia atrás para asegurarse de que nadie la seguía. ¿Qué pasó aquel año?, ¿A quienes se referían? Tendría que averiguarlo.
Cuando llegó a la mansión se tumbó en la cama. Le dolía la cabeza de tantos descubrimientos, entre el libro y la conversación estaba que no iba a dar abasto con todo.

A la mañana siguiente, se levantó y, después de desayunar, fue al bosque a por plantas para ayudar a los Monroe a reponer las medicinas.

Se detuvo en el estanque de Cassiopeia a ver si encontraba algo que pudiera usar como ingrediente cuando una voz la distrajo.

— No esperaba volver a encontrarte aquí —dijo Gabriel.

— Pues me has pillado, tranquilo, no estoy haciendo nada malo.

— Tranquila.

Nerea se quedó mirándole.

— ¿Dando un paseo?.

— Sí, disfrutando de una mañana muy soleada y de este regalo de la naturaleza.

Nerea soltó una pequeña risa.

— Pues sí, por cierto, no tuve la oportunidad de presentarme, soy Nerea —hizo una pequeña reverencia.

Gabriel no se sorprendió mucho ya que supo de su identidad desde que vió aquel retrato en el libro, pero tenía que fingir que era la primera vez que escuchaba ese precioso nombre para no levantar sospechas.

— Un placer, mi señora, mi nombre es Gael, para servirle.

— Un placer, señor Gael.

— Bueno, Nerea, debo irme, espero volver a verla por aquí, me alegro mucho de conocer a una bella dama como usted, adiós.

— Lo mismo digo, adiós.