Capítulo 81: Traicionada

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Ante las continuas negativas de Nerea, María tomó la decisión de salir de aquel lugar por sí misma. No esperaba que su amiga comprendiera cómo se sentía, después de que compartiera como sus padres habían sido asesinados por los Lumine, sus creencias habían cambiado.

¿Cómo podía creer en todo aquello? ¿De verdad habían matado a los Camps? Estaba tan confundida...¿Quién mentía y quién decía la verdad? Ni siquiera ella resultaba ser lo que creía.

La culpa y el asco que sentía por sus propios errores la perseguía día y noche. No era capaz de olvidar como su propio cuerpo se había rodeado de llamas y calcinado a sus propios hombres. ¿Era un monstruo como los hijos del diablo?

Entró en la cabaña dónde había estado desde que la trajeron allí, se despojó del vestido y la corona de flores que llevaba y buscó alguna prenda que la hiciera pasar desapercibida. La tarea fue difícil porque desde un primer momento se habían asegurado de que ella no tuviera ninguna posibilidad de escapar. Al fin, cuando ya empezaba a pensar que no iba a encontrar nada, se topó con lo que parecía ser unas calzas y una túnica que tuvo que cortar para que fuera de su talla. Se ató el pelo en una coleta y antes de irse comprobó que no hubiera nadie en los alrededores. Todo parecía despejado, así que alcanzó una capa, escondió su rostro bajo la capucha y se internó en el bosque.

Su pulso era errático y los nervios la obligaban a girar sobre su espalda cada poco tiempo, no sabía si alguien se había percatado de su falta, pero tenía que darse prisa sino quería que la atraparan. Apresuró sus pasos, intentando apenas hacer ruido, en eso María era experta. Todo su entrenamiento giraba alrededor de la infiltración. Cada vez que los cazadores atacaban algún escondite de los hijos del diablo, lo hacían durante la noche, mientras dormían o se encontraban distraídos y sus pasos tenían que ser tan ligeros como las plumas.

La música del campamento ya no se escuchaba, así que dedujo que se había alejado lo suficiente como para estar cerca de la salida. Sin embargo, todo lo encontraba similar. No había nada en aquel paisaje que desentonara o que lo hiciera ver de forma diferente. ¿Estaba dando vueltas en círculos? Los árboles eran iguales y aunque escuchaba agua cerca, no sabía si estaba regresando sobres sus pasos o si por el contrario estaba perdida.

Un mal presentimiento le sobrevino cuando comprobó que como pensaba sólo giraba y giraba sin encontrar la salida. ¿Significaría eso que debería quedarse allí?

María negó con la cabeza. No podía vivir con esos monstruos a pesar de lo que Nerea pensara. "Pero...tú también eres un monstruo", le recordó su conciencia. No, ella no era un monstruo. Sus padres lo entenderían, estaba segura. Quizás aquellas horripilantes llamas no provenían de ella, tal vez se trataba de algún embrujo o de algún encantamiento del que ella había sido parte y que desconocía. Sí, seguro que era así. Ella no podía albergar algo tan maligno y oscuro. La llama de la esperanza resurgió en su pecho ante sus pensamientos y deseó que todo aquello que vivió se quedara en una pesadilla.

De pronto, frente a su rostro, apareció un destello azul que obligó a María a llevarse las manos a los ojos. Casi perdió el equilibrio por la sorpresa y entonces la luz azul habló:

— ¿Te estás escapando pequeña cazadora?

María dejó caer las manos de sus ojos y lo vio, al anciano que había llevado a la muerte y que ya se le había aparecido en otra ocasión. Logró contener el grito que nacía en su garganta por puro reflejo.

— Jesús, ¿estoy muerta? —susurró en voz alta.

— ¿Prefieres que te mienta o te diga la verdad, criatura? —indagó el anciano.

— Esto no me puede estar pasando a mí —susurró entre dientes María y atravesó aquella forma incorpórea que le daba escalofríos.

— ¿Cómo se te ocurre atravesarme ingrata? ¿Me llevas a la horca y ni siquiera me respetas muerto?

Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora