Capítulo 24: Un colgante perdido

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Actualidad. Valle de Vallgorguina.

Una vez que se prepararon para salir en busca de Gregorio, Josep quiso asegurarse de que el poblado se quedara en buenas manos. Por ello, mandó a llamar a sus hombres de más confianza. Se encontraban en la salida del valle a espaldas del dolmen que permitía la entrada al valle. El primero en llegar fue Maddox. Un joven rubio de ojos castaños, de rictus serio y mandíbula cuadrada. Desde que formaba parte de su grupo de confianza, nunca había llegado tarde.

Tras él, llegaron Mael y Elían —el primero de ojos azules y cabello castaño con facciones aniñadas— y el segundo ya nombrado en otra ocasión —de cabello pelirrojo, ojos azules y sonrisa de pillo. El último en llegar —cómo casi siempre— fue Galván, al que todos llamaban "el seductor". Nunca se tomaba nada en serio hasta que de su hogar se trataba. Josep tenía claro que ese hombre a pesar de no ser serio en nada que no fuera las mujeres, daría su vida por el valle y por eso confiaba en él.

— Tenemos que partir —informó—. Confió en que todo estará en su lugar cuando regrese.

— Josep, ¿no es muy temprano para que comiences con tus discursos? —se quejó Galván mientras bostezaba.

— Cállate, Galván. No todo se trata de retozar con mujeres —le reprendió Maddox frunciendo el ceño.

— Lo dirás por ti. ¿Desde cuando no calientas el lecho de una mujer, gran Maddox?

— No es algo que te incumba, Galván.

— Pobrecito —se burló—, ¿he herido tus sentimientos?

Maddox y Galván se fulminaron con la mirada. Ninguno se soportaba y Gabriel al percatarse de cómo iba acabar todo, cortó la discusión.

— Cómo decía Josep. Tenemos que salir. Un problema reclama nuestra atención. Si ocurre algo, no dudéis en comunicaros con nosotros.

— Tranquilo, todo irá como la seda —aseguró Elían confiado.

— Entonces lo mejor será que nos preparemos para lo peor —murmuró Mael.

— ¿Has dicho algo, Mael? —preguntó Elían, Sabedor de que su amigo había farfullado algo.

— Nada, nada. Podéis partir con confianza —cambió de tema el chico.

— Eso espero —dijo Josep. Miró a Maddox y cuando este asintió. Pudo respirar tranquilo. Si el juicioso de Maddox estaba con ellos. Todo estaría en orden.

Dispuestos a marcharse, dieron la espalda a aquellos jóvenes que ya eran su familia. Comenzaron a caminar cuando de pronto Gabriel sobresaltado se tomó con nerviosismo del cuello.

— ¿Qué pasa? —preguntó Josep consternado.

— El colgante —señaló el lugar dónde lo habría tenido puesto—, no está, Jo.

Ahí, junto al dolmen. Josep entendió que quizás ya se les había hecho demasiado tarde. Ya no sólo por la fuga de Gregorio, sino porque ahora también podrían tener en su poder una de las llaves para descubrir el anonimato que tanto pretendió ocultar.

Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora