Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)

Capítulo 36: Elaborando un plan

Todos incluido el finado salieron de allí como alma que les lleva el diablo. Tenía que recuperar la paz que le había arrebatado como diera lugar. Estaba claro que para asuntos serios sólo podía contar con Gabriel. Decidió buscarlo el mismo. Recordaba que Galván le había comentado que no estaba en el valle, así que olvidándose de que tenía que lavarse la cara, recorrió el poblado y se dirigió a la salida que daba al mundo de los sinmag y que servía cómo tapadera entre su escondite y el de ellos. La puerta al valle de la Striga era un dolmen que tenía esculpido un símbolo celta en forma de serpiente. Josep se pinchó el dedo con uno de sus colmillos; una vez que su sangre mágica activó el mecanismo, el portal se abrió y se adentró en el bosque de la Stella. Caminó intentando pasar desapercibido, se colocó la capa que siempre llevaba consigo para ocultar su rostro, e intentó pensar dónde podría estar Gabriel. De nada le serviría ponerse a dar vueltas como un loco. Sin apenas darse cuenta y ya con varios kilómetros recorridos, Josep comenzó a escuchar los pensamientos de su amigo. Estaba cerca y parecía estar reunido. Reconoció que quién lo acompañaba se trataba de una chica. Se adentró más entre la espesura del bosque y allí justo en el claro dónde se encontraba el estanque de Cassiopeia; lo vio despidiéndose de ella. Su amigo, no había ocultado su rostro. ¿En que estaría pensando para descubrirse así? Antes de que la chica dejara el claro logró captar un último pensamiento: "debía volver a la casa Vidal". ¡Maldita sea, era una cazadora! ¿Acaso Gabriel había perdido el oremus? Esperó un poco antes de descubrirse, y cuando Gabriel fue a irse, le impidió el paso.

— Jo —dijo sorprendido—, ¿qué haces aquí? Estaba a punto de volver —observó el rictus de seriedad de Josep y se dio cuenta que llevaba el rostro manchado—. ¿Qué tienes en la cara? —Gabriel fue a limpiarle el rostro pero Josep lo detuvo.

— ¿No tienes nada que decirme?

— ¿Decirte? No te entiendo.

— Te he visto, Gab —le reveló, Gab bajó la mirada—. Has estado aquí todo el tiempo, sabiendo que tenía la intención de hacer por fin la reunión para llevar a cabo lo que habíamos planeado durante años... y te encuentro aquí con...una de ellos —terminó diciendo asqueado.

— Creo que te he demostrado lealtad todos estos años Josep, no tendrías que imaginar lo que creo que imaginas.

— ¿Y qué imagino Gab? Dímelo antes de que siga a ese engendro que has dejado escapar y que forma parte de ese grupo que asesinó a nuestro Pueblo.

— Yo... —respondió Gabriel sin perder los nervios a diferencia de su amigo— tengo mi propia manera de hacer las cosas, así que no te metas. Recuerda que no sólo tu eres el jefe. Yo también soy responsable del valle.

— Sería bueno que lo recordaras. Así no tendría que haber dejado a nuestra gente esperando que te dignaras a aparecer. No me meto en tu proceder, Gab, pero antes de hacer lo que vayas a hacer, mira primero si tu actos pueden ser un arma de doble filo para todos nosotros.

Josep, no esperó que le contestara y se dirigió de vuelta al valle. Le molestó que Gab, le atacara con la posición que tenía frente a su gente. El sabía que su posición como boss no le pertenecía sólo a él, nunca se había hecho valer de su posición, sólo quería que su amigo viera que por imprudencias como las que acaba de cometer, muchas vidas podían perderse. No sólo la de Gregorio, sino la de los niños que habían criado como suyos en aquel tiempo. No se dignó a mirar si le seguía cuando ya estaba en el dolmen, traspasó la barrera volviendo a pincharse el dedo y cuando estuvo de nuevo en el poblado se dirigió a su casa, se lavó la cara y cuando pudo organizar todo el estropicio originado por Puri, volvió a llamar a todos para que se reunieran. No se fijó si Gabriel estaba, tan sólo se limitó a hablar.

— Después de los últimos acontecimientos y que los cazadores están empezando a moverse de nuevo. No pienso quedarme de brazos cruzados a esperar a que mueran más gente mágica. De niño cometí el error de llegar tarde ahora ni siquiera me planteo que eso vuelvo a suceder —sacó su espada y la clavó en el suelo—. Durante años he jurado sobre este filo —señaló la espada—, que me vengaría de todos los cazadores y que no acabaría hasta que último de ellos dejara de respirar. Ha llegado la hora de llevarlo a cabo, mañana al anochecer nos dividiremos en grupos. Gabriel y yo nos dirigiremos a la casa de los Líderes; los Vidal. Mientras que Maddox y Galván junto con Elían y Mael se dirigirán a la fortaleza de los reyes para deshacerse de todo su equipamiento: armas, instrumental de tortura, medicinas, mapas, informes. Eliminareis cualquier cosa que les sirva para matarnos o para perseguirnos. Los demás se dirigirán a las casas de las otras familias y recibirán las órdenes oportunas cuando llegue el momento.

— ¿Cómo pasaremos desapercibidos? —preguntó uno de los rescatados. Tenía el pelo castaño claro y los ojos grises.

— De eso me encargaré yo —interrumpió Gabriel—. Resulta que mañana tiene lugar la feria medieval en Luna Nova y he preparado un espectáculo que nadie se querrá perder.

Por fin, su amigo había vuelto en sí. Ahora sólo tenía que contar con el beneplácito de Dagda para que todo resultara como planearon.