Capítulo 10: Maria la no Dama

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Josep disgustado dejó la copa en una de las bandejas que iban y venían de las cocinas. ¿Qué iba a hacer ahora que no escuchaba nada? ¿El payaso?
“Maldita Iris, ¿acaso no ha sido suficiente el que le haya roto la nariz”.
¿Qué demonios había sido eso? Se preguntó Josep confundido. ¿Todo estaba rodeado de hierro, no? Ya sabía que no iba a escuchar nada allí. Sería imposible.

“Seguro que ha sido alguna conversación de alguien cerca de mí”, desechó la idea Josep.

“Cómo vuelva a burlarse de Nerea, no respondo de mis actos, aunque quede mal ante el capitán Veryard”.

De nuevo la volvió a escuchar. No se trataba de una conversación. Escuchaba los pensamientos de alguien por raro que pareciera y por alguna razón el hierro que bañaba el salón no lo afectaba. ¿Estaría perdiendo la razón? ¿Su sed de venganza le jugaba malas pasadas?

“Qué horror de nariz. Aunque si la miro bien, creo que le queda perfecta. Va a juego con su cara”.

Ahí iba de nuevo y sus sospechas no habían sido infundadas. Escuchaba la voz de una mujer, aún no la distinguía, pero su tono se le asemejaba al caramelo fundido. Un poco empalagoso al principio, pero dulce y sabroso al final.

“Maldición, si Gabriel llegara escuchar algún día lo que pensaba, se sorprendería”. Estaba hecho todo un cursi.

Se adentró entre los bailarines con la esperanza de encontrar a la dueña de esa voz, quizás sería la única de aquel baile que podía servirle para sus pretensiones.

La gente lo miraba cómo si fuera un bicho raro que se metía a molestarlos mientras se dedicaban a moverse cómo peonzas, algunos se chocaban entre ellos, pero Josep no desistió. Sin apenas darse cuenta, los laúdes dejaron de tocar y por fin escuchó esa voz; esta vez en alto y no en su cabeza.

“Voy a seguir bailando”.

Sus ojos quisieron ponerle dueña y fue ahí junto a una de las mesas de comida que la vio. No parecía real. La chica que contemplaba parecía una sìthiche¹. Tenía el cabello de color caoba, con rizos que le caían en cascada hasta la cintura. Los ojos  de un azul oscuro parecido al cobalto y el rostro fino cómo la porcelana. Sus facciones eran encantadoras y el hoyuelo que se formaba en su barbilla cuando sonreía la hacía aún más atractiva.

┏━━━━━━━━━━━━━━━━━┓
1. Hada en gaélico
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— Oye, Vidal. ¿Acaso vas a tenerme esperando toda la noche antes de concederme un baile? —alcanzó a oír Josep. Un chico de pelo negro, embutido en un traje horroroso se acercó a la chica. ¿De qué le sonaba, Vidal?

— Julián, sino fuera por tu hermana, ten por cierto que ya habría bailado contigo una decena de bailes por lo menos.

— ¿Tan sólo una decena? No mientas, María.

Ella río y el sonido de su risa fue cómo miel para él y para muchos de los hombres que estaban en aquel salón.
¿Por qué la escuchaba? ¿Y por qué a ella? Se cuestionaba Josep totalmente despistado.

— Sí no fueras Salazar ya me hubiera comprometido contigo —le confesó la chica entre susurros.

— Y vuelves a mentir, Vidal. No es por mi familia sino porque estás completamente loca con el capitán Veryard al igual que la desquiciada de mi hermana pequeña.

Ella hizo un puchero encantador y él chico no dispuesto a dejar pasar la oportunidad la sacó a bailar.

“Espero que el capitán Veryard note mi presencia. Haré que Julián me lleve más cerca de él mientras bailamos”.
Sus pensamientos volvieron a escucharse. Ahora se vería obligado a bailar cómo un trompo sólo para seguir escuchándola. “Vaya desperdicio de tiempo”.

— ¿Habéis visto, chicas? María Vidal tan sólo por ser la hija del líder de los Lumine se cree en el derecho de llevarse a todos los que son un buen partido —comentó una chica con el pelo rubio y con la nariz vendada.
¿La hija del líder de los Lumine? ¿Esa voz que escuchaba le pertenecía a la hija de los posibles verdugos de sus padres? Se horrorizó de inmediato, sobre todo por la fascinación que sintió al verla. ¿Cómo había podido compararla con una criatura tan hermosa cómo un hada? Esa mujer al igual que todos los Lumine merecían acabar muertos. Su odio para con ellos ardía con más fuerza que nunca y ahora que sabía quién era María Vidal no la dejaría escapar.

Se dirigió una vez más al corro de bailarines y en cuanto divisó su mata de cabello caoba, no lo pensó y agarrándola por la cintura— aprovechando uno de los giros del paso de baile— se alejó con ella escondiéndose entre las otras parejas. Sus ojos azul cobalto lo inspeccionaron contrariada, pero no se movió. Si iba a quejarse tampoco llegó a demostrarlo, aunque su actitud altiva le indicó que no estaba muy contenta por el cambio de pareja a última hora.

— Veo, caballero que no sabe pedir un baile a una dama, sino que se toma usted el atrevimiento de quitársela a alguien más.

— ¿Una dama?—preguntó haciéndose el desentendido—. Yo no veo a ninguna dama en este baile, señorita Vidal.

Sus cejas se fruncieron y sus labios hicieron un mohín que le pareció gracioso hasta que volvió de nuevo a sus cabales. Tan sólo era una princesita niña de papá.

— ¿Cómo se atreve? Me está insultando. ¿No sabe usted con quien habla?— Lo amenazó María. Eso enfureció a Josep.

— Por supuesto que sé con quién hablo— estrechó su agarre sobre su cintura y la acercó a su pecho. Notó cómo el pecho de María se movió pausadamente sobre el suyo a medida que respiraba—. Hablo con una niña de papá, entrometida y descarada que si fuera por mí le habría enseñado a comportarse hace mucho tiempo.

— ¡Quíteme las manos de encima, orangután! —exigió enfurecida.

Josep no pudo contener las carcajadas que se le escaparon al verla tan fuera de su papel de dama perfecta. Descubrió que le divertía sacarla de quicio. Acercó su rostro al de ella, sólo unos centímetros separaban sus labios y la retó.

—Oblígame Bana—phrionnsa²

┏━━━━━━━━━━━━━━━━━┓
2. Princesa en gaélico
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Por un momento la música dejó de sonar y ambos se quedaron atrapados en esa atmósfera que Josep disfrutaba. Por alguna extraña razón deseaba avergonzarla y hacerla pequeña ante el mundo en el que había crecido y del que se creía reina. La haría tan pequeña y tan insignificante que al final le suplicaría clemencia y él no se la concedería, cómo los Lumine hicieron con su familia.

Su falta de atención, le ofreció una oportunidad a María, que poco dispuesta a que se siguieran burlando de ella, pisó con uno de sus tacones el pie de Josep obligándole a soltar el agarre y aguantar el dolor del pisotón, del que María esperaba no se recuperara pronto.

Mientras Josep observaba cómo se marchaba. Hella ya tenía lo que venían a buscar y pronto se encaminó a informar a Gabriel sobre dónde se encontraban los presos.

Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora