Capítulo 32: Un encuentro inesperado

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— Sal de tu escondite —Nerea se levantó de la roca y despacio se encaminó hacia los árboles—. ¿Quién eres?, dejate ver.

Por desgracia se le olvidó coger su arco.

— Maldita sea —pensó— con la huida de la masía, se me fue el santo al cielo.

Poco a poco vio a un conejo blanco como la seda salir de su escondite.

— Ah, pero si solo es un conejito —se agachó y le acarició— hola, bonito.

El animal salió corriendo a toda prisa de allí y se dirigió rumbo al río Solem.

— Hola.

Nery se volteó para ver al dueño de esa voz. Era Gael.

— No me estarás siguiendo, ¿Verdad? —le preguntó con un tono de sorpresa.

— No, tranquila, sólo estaba buscando algunas flores, este sitio es precioso.

— Ah, vale —Nerea asintió— si, es verdad, bueno, yo debo volver ya a mi hogar, está empezando a amanecer.

— Si, se está haciendo tarde.

Cuando se despidieron, Gael volvió sobre sus pasos. Cuando regresó al principio del Valle, se encontró con los ojos de Josep.

Al volver a la Masía, se encontró con las caras de Julieta y Rafael con cierto aire de preocupación.

— Nerea, ¿Dónde estabas?, estábamos muy preocupados por tí —dijo Julieta.

— Creíamos que te había pasado algo, íbamos a mandar a los guardias a buscarte.

— Siento haberos preocupado, estoy bien, no me ha pasado nada, sólo fui al bosque a dar un paseo.

— De acuerdo —dijo Rafael— Nerea, la próxima vez que salgas avisanos, no te vayas por ahí sin decirnos nada.

— De acuerdo, no volverá a ocurrir.

Julieta y Rafael asintieron.

— Por cierto, Nerea, ¿Ha sucedido algo entre María y tú?, escuchamos vuestros gritos y tu llanto —le preguntó Rafael.

— Hemos tenido una pelea por un asunto personal pero nada importante, lo arreglaremos.

— Vale, está bien, pero procurar no tener más discusiones cómo esas, pareciais niñas pequeñas y sois ya unas mujercitas.

— De acuerdo, mis disculpas.

Nerea subió a sus aposentos a cambiarse de vestido y a darse un baño.

Durante la hora de la cena, se podía notar la tensión. María y Nerea no se dirigieron la palabra desde aquello y se empezaron a volver muy frías. Tan molestas estaban la una con la otra que María le pedía ayuda a otra criada. Cuando acabó con el postre, Nerea se levantó de la silla.

— Si me disculpan, voy a retirarme, no me encuentro bien, me duele mucho la cabeza.

— Claro, tomate el licor de hierbas a ver si se te pasa, si no, abre un poco la ventana y que te dé el aire —le aconsejó Julieta.

Una vez terminada la cena, Nerea se fue a su dormitorio y apreció el colgante que encontró aquella tarde en aquella fría y oscura mazmorra. Tenía mucha curiosidad por saber más de él y a quién pertenecía.

Con ese pensamiento se fue a dormir, demasiadas cosas habían pasado ese día. Mañana sería otro día.

Al día siguiente se encaminó a la biblioteca de Luna Nova. Dicho edificio estaba destinado al uso de las familias y por si tenían que consultar alguna información. Tan pronto como entró, se dirigió a la estantería donde estaban los pergaminos con toda la documentación sobre los brujos. Los desenrolló uno por uno y absorbió toda la información posible y más.

Por último recorrió todas las aldeas y, al no saber nada, empezó a frustrarse, pero no se iba a rendir, iba a conseguir su objetivo de encontrar al propietario para devolvérselo, aunque tuviera que salir fuera de Luna Nova.

Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora