Epílogo

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Casi no recordaba la luz del sol.

Tampoco como se sentía el aire en su rostro.

A veces soñaba con el mar y como le gustaría ser el agua que la forma. Otra veces se dejaba llevar por los deseos y se preguntaba si alguien se acordaría de ella.  Había pasado demasiado tiempo. Su cuerpo ya no era como antes. Ahora donde antes no existían curvas, las había y donde antes sus pies no llegaban ahora lo hacía.

Ni siquiera recordaba su nombre. Sabía que lo tenía. Y a ella le gustaba, sobre todo cuando lo pronunciaba un chico de ojos verdes y pelo oscuro como el ónix. También había otro que siempre sonreía, pero su pelo era rubio, tan rubio como el sol que ya casi ni sabía como era. No importaba, eso no importaba, mientras esos chicos regresaran. A ella le gustaba verles. Sonreía, por un momento era feliz.
¿Felicidad? ¿Qué era? Antes seguro que lo sabía. Ahora nada era claro. Solo eran sombras a su alrededor, solo oscuridad y desesperación.

Los ruidos no paraban de escucharse desde hacía unos días. Algo parecía diferente. Y después de tanto tiempo se preguntó si por fin la dejarían en paz. Si sería libre alguna vez. Espera...¿Libre? Tampoco sabía que significaba, había desaparecido como la felicidad. Como ella que desapareció un día y dejó de existir, sin huellas, sin cuerpo, un fantasma. Gris.

— ¿Hola? —dijo una voz

Parecía una luz para ella. Hacía tiempo que no escuchaba ninguna.

— No grites —susurró ella.

— ¿Me escuchas? —siguió la voz

Era bonita, pero podían destrozarla si no callaba.

— Si, puedo escuchar.

— ¿Eres una prisionera?

— No sé quién soy.

— Lo siento —se disculpó la voz

— ¿Por qué? —preguntó

— Sólo lo siento.

Se calló un momento y volvió a preguntar.

— ¿Cómo te llamas?

La pregunta la sorpredió. Hacía mucho que a nadie le importaba quién era. Ya no usaba ese nombre. No era nada. 

— Por favor —suplicó la voz.

Recordó que llevaba una A. Y luego el chico de ojos verde lo pronunció

— Aliana —dijo sintiéndose extraña al decirlo en voz alta—. ¿Y tú?

— María.

Otro silencio. La voz bonita habló de nuevo.

— Lo siento Aliana.

Sonaba bien su nombre en sus labios.

— Yo también lo siento, María.

Final del primer libro

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Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora