Origin; Libro 1: Initium(En Proceso De Edición)

Capítulo 27: Gregorio de Loma. Se le condena

Nerea se llevó las manos a la boca con angustia.

— ¿No estará muerto, verdad?

María comprobó su pulso y negó con la cabeza. Nerea respiró tranquila.

— Tenemos que darnos prisa, Nerea. Por más que confíe en mis habilidades, cualquiera puede ver sospechosas a dos mujeres solas en el bosque con un anciano desvanecido en el suelo. Ayúdame a cargarle.

Cómo pudieron alzaron al anciano, colocando sus brazos sobre los hombros de ambas.

— Jesús, ¡cómo pesa! —exclamó Nerea.

Presta María silbó y de inmediato Perla y Esmeralda llegaron para ayudarlas. Con esfuerzo, lograron a subir al hombre a Perla, lo ataron de manera que no se cayera con el movimiento y se pusieron en marcha hacía la fortaleza de los reyes.

Al llegar a la fortaleza de los reyes se encontraron a los Guardias que al reconocerla de inmediato les abrieron las puertas. Una vez dentro, los criados se encargaron de llamar a los señores.

Esteban Reyes junto con su hermano el padre Fernando y el padre Emanuel las recibieron. María y Nerea se bajaron de sus caballos y uno de los criados se encargó de bajar al anciano atado y de llevarse a descansar a los animales.

— Veo, señorita Vidal que ha cumplido su palabra —la felicitó el padre Emanuel.

— Por supuesto, su excelencia. Cómo podrá observar siempre cumplo con la misión de Dios —le respondió María henchida de orgullo.

— La felicito también a usted, señorita Camps —la elogió—. Me ha sorprendido gratamente.

— Es un honor su excelencia —contestó Nerea mientras hacía reverencia.

— Suerte que tenemos a la señorita Vidal, porque si de tu padre dependiera todo habría sido diferente, ¿no lo creen señores?

Esteban Reyes y su hermano le dieron la razón. Esteban era el mayor de los hermanos. Su edad rondaba los cincuenta años. Tenía pelo negro canoso y barba y desde muy joven era parte de los Lumine. Su hermano, mucho más joven, había decidido ayudar a la causa ordenándose sacerdote. Su pelo también era de color negro. Ambos eran los encargados de las torturas infligidas a los prisioneros.

— Han hecho un buen trabajo hijas. Podéis retiraros a descansar. Mañana al alba tendrá lugar el juicio ante el santo tribunal Lumine —les avisó—. Por tanto, descansad y recuperar fuerzas.

— Así lo haremos, su excelencia.

Ambas se despidieron y pidiendo que les trajeron de nuevo a sus caballos se dirigieron a su hogar: María satisfecha por haber terminado su misión con éxito y Nerea con sentimientos encontrados.

A la mañana siguiente todos se reunieron en la plaza principal de Luna Nova para presenciar la muerte del hereje que se hacía llamar Gregorio. Todos los habitantes se encontraban allí, incluidas las trece familias. María estaba junto a sus padres y Nerea con el escudo de su familia —un ángel portando una daga sobre unos claveles— representándolos. A su lado, el restos de familia. Los Chenery con su escudo del número áureo, los Monroe con la lanza rodeada de camelias, la familia Torres representados por dos castillos, seguidos de los Curtier, Fratini, Elford, Salazar, Espinosa y por último los Sánchez de Castro.

Todos esperaban expectantes a que saliera el condenado a muerte. La horca ya estaba preparada sobre la tarima de madera y los hermanos Reyes junto a el padre Emanuel también estaban ya en sus posiciones. Se escuchó el ruido de los grilletes ser arrastrado por el suelo de piedra y entonces el anciano apareció siendo arrastrado por una de los guardias de la fortaleza de los Reyes. Nerea contuvo las ganas de vomitar al comprobar cómo había acabado el anciano. La piel se le había desgarrado en algunas partes y la planta de sus pies estaban en carne viva. ¿Qué le habían hecho a ese pobre hombre?. Indignada retiró la mirada. Por otro lado, María desconocedora del desagrado de su amiga observaba al anciano con interés cómo si fuera un sujeto de estudio. Ya en la tarima, los guardias le pasaron la soga sobre el cuello y se colocaron cerca de la palanca para tirar de ella cuando recibieran la orden.

El padre Emanuel, sacó una bula papal y comenzó a leer:

— Gregorio de Loma. Se le condena a muerte por los delitos de brujería y herejía. Por atentar contra Dios y seguir los pasos de Satanás. Ahora recibirás el pago de tus pecados en el infierno mediante el fuego eterno. Que así sea.

Al acabar, se escuchó un gran estruendo y la niebla de la bruma de la mañana se hizo espesa. Tapándoles la visión a todos los allí presentes.