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MAIA
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Cerré la puerta de la que iba a ser mi nueva habitación.
Tomé aire.
Lo solté.
Cerré los ojos...
Todo aquello era real.
Estaba en mi nueva casa.
Mi nuevo hogar...
Aún me costaba asimilarlo; me costaba asimilar haber dicho que sí, pero, sobre todo, me costaba asimilar haberlo hecho sin habérselo comentado antes a mi hermano...
Aunque no necesitara su aprobación, sí echaba en falta sus consejos, y por mucho que ya fuera mayor de edad y, técnicamente, pudiera hacer lo que quisiera, sabía que iba a enfadarse. Probablemente incluso llegase a pedirme una fotografía de Liam para quedarse tranquilo. Una foto... o una muestra de ADN.
Fuera como fuese, tenía que decírselo cuanto antes. Mientras él seguiría pensando que me encontraba en mi piso, preparándome para ir a trabajar, mi vida había dado un giro de ciento ochenta grados en apenas doce horas. Un giro que ni Oliver ni yo podríamos haber imaginado.
Un giro que, sin embargo, me había llevado a un pequeño apartamento en Camden Town, zona que no solía frecuentar demasiado pero que, por otro lado, no me había disgustado. Claro que solo la había visto por la noche. Por el día... Bueno, aún no había salido a la calle, aunque el ruido que podía intuirse al otro lado de las paredes me hacía pensar que tenía mucho movimiento.
El caso es que ya no había vuelta atrás. Había aceptado la propuesta de Liam... Y no solo la de irme a vivir con él, sino también la de trabajar juntos...
Tenía que contárselo a mi hermano cuanto antes.
Solté la maleta y me acerqué a la ventana para descorrer la cortina. Un día casi tan gris como el anterior me recibió. Al principio me sorprendió un poco la altura; no estaba acostumbrada a vivir en un piso tan alto... Pero también me gustó. Ver la calle desde arriba, contemplar a las personas que iban y venían como si fueran hormigas, poder observar todos los edificios que nos rodeaban...
Me di la vuelta y solté un suspiro al observar la cama.
Tanto en el piso que había compartido con mi hermano en su día como en el apartamento en el que había estado viviendo hasta el día anterior, disfrutaba pasando tiempo en mi habitación. Había días en los que me encerraba nada más volver del trabajo, simplemente porque sí, porque me apetecía, porque adoraba tumbarme en la cama, coger un libro, ver una película...
Pero mi felicidad también se basaba en saber que, al otro lado de la puerta, siempre estaba él.
Desde que Oliver se había ido, mi rutina ya no había vuelto a ser la misma. Le echaba de menos todos los días, sobre todo cuando a mis compañeras de piso les apetecía recordarme lo irritantes que podían llegar a ser... Por eso me daba miedo empezar a convivir con otra persona. Quizás el problema era yo, que ya no sabía estar sin mi hermano, que en realidad nunca había aprendido a hacerlo...
Claro que Liam me había dado otra impresión. Sé que las apariencias a veces engañan, pero él... Él se había portado bien conmigo. Se había portado más que bien... Quizás con él podría ser diferente. Quizás con él podría estar a gusto sin Oliver.
Quizás...
Aunque todo aquello se me antojaba demasiado lejano.
Una nueva etapa había empezado en mi vida. Una nueva etapa de la que ni siquiera yo estaba segura hacia dónde me llevaría... Pero no podía saltarme capítulos para averiguarlo. Por el momento... Por el momento sabía que tenía que hablarlo con él, con mi otra mitad, y más adelante... Más adelante ya se vería.
Tenía un techo. Tenía un nuevo compañero de piso. Tenía... un trabajo.
Y, de repente, me di cuenta de algo más.
Tenía unas ganas horribles de ir al baño.
Recordé la noche anterior, mi negativa, mi firme convicción de que podría aguantar más horas de las que ya llevaba sin pasar por el servicio solo por ser de un desconocido. Pero un nuevo día había empezado y mi tripa ya no podía más. Así que me dije que llamar a Oliver podía esperar, aunque fuera solo un poco.
Dejé la maleta al lado de la cama y el abrigo sobre el colchón. Abrí la puerta con los nervios a flor de piel e intenté tranquilizarme al verlo. Estaba de espaldas a mí, pero se podía intuir que tenía el móvil en las manos. Carraspeé antes de tragarme los miedos y hablar.
—¿Puedo usar el baño?
Liam se volvió prácticamente al momento. Mi pregunta no le había sorprendido pero, a juzgar por su sonrisa, le había resultado graciosa.
—Claro, ahora también es el tuyo.
«Idiota.»
Asentí algo cohibida y me dirigí hacia allí.
—Te he dejado una toalla por si quieres ducharte. —Su voz me paralizó cuando aún no había llegado a la puerta, por lo que me giré de nuevo—. La mía es la negra.
Abrí la boca, aunque no sabía qué decir. Volver a soltar un «gracias» me resultaba repetitivo, pero realmente lo sentía así. Mis antiguas compañeras de piso nunca fueron tan comprensivas conmigo... Y con un simple gesto como ese, prepararme una toalla sin yo pedírselo, se me encogió un poquito el corazón.
—Aún tenemos tiempo, así que no te preocupes.
Volví a la realidad.
¿Acaso aquel era mi primer día?
Liam debió de leer el susto en mis ojos, porque enseguida trató de suavizar la situación.
—Tranquila, hoy solo quiero llevarte para que veas el sitio y conozcas a los chicos. —Solté el aire, tranquilizándome—. No abrimos hasta las doce, por eso prefiero que vayamos antes. Con salir a las diez de aquí es más que suficiente.
No acostumbraba a llevar reloj, y había dejado el móvil en... mi habitación.
—¿Qué hora es?
Volvió a mirar su teléfono.
—Las nueve y media. ¿Te vale con media hora?
Asentí.
—Bien —prosiguió él con una pequeña sonrisa—, entonces te estaré esperando aquí fuera.
Pues claro, era su casa... Y también la mía.
Liam dio media vuelta y se sentó en el sofá... a esperarme. Yo fui a por algo de ropa y volví al baño. Cerré la puerta... y no puse el pestillo. No sé por qué no lo hice, pero en aquel momento solo podía pensar en vaciar mi vejiga y darme una ducha bien caliente que pudiese apartar todos los pensamientos negativos de mi mente.
Aunque, en realidad, si la comparaba con la noche anterior, esa mañana ganaban los positivos por goleada.
Lo rápido que puede cambiar todo a veces asusta; y a mí, desde luego, me había aterrado.
Me miré al espejo que colgaba encima del lavabo. Sin ser muy consciente, acababa de dar el primer paso de los muchos que vendrían más adelante: empezar a vivir con Liam. Después, conseguir un nuevo trabajo. Los siguientes...
Los siguientes serían sin duda los más importantes que he dado nunca.
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Alas para volar ✔
RomanceMaia lo ha perdido todo. Perdió a sus padres hace cinco años y, ahora, su hermano mayor ha tenido que dejar el piso que compartía con ella para marcharse a trabajar al extranjero. Por si eso fuera poco, acaban de despedirla y, en un arrebato, decide...