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MAIA
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Liam me había besado.
Me había besado, y yo... Yo no me había apartado.
Nos habíamos besado...
Me levanté de la cama con el corazón en un puño y la cabeza a punto de explotarme. No dejaba de darle vueltas. No podía dejar de pensar en él, en lo que había hecho, en lo que había logrado con apenas un roce. Me sentía... Me sentía en las nubes, maldita sea. Pero, al mismo tiempo, no quería. No quería sentirme así porque tenía miedo. Miedo de que solo fuera una ilusión, miedo por lo que pudiera pasar después... Llevaba años saltando de desgracia en desgracia y, cuando por fin encontraba algo bueno, algo que realmente merecía la pena, temía que aquello pudiese cambiar.
Y, sin embargo, seguía pensando en su boca cuando salí de la habitación. Por suerte, Liam seguía en la suya, así que me preparé el desayuno rápidamente para evitar coincidir con él. No era lo más sensato, ni mucho menos lo más maduro, pero necesitaba tiempo para asimilar lo que había ocurrido. Una noche me parecía poco, sobre todo, porque solo me había servido para recordar el tacto de sus manos, el olor de su piel, el aroma de...
—Buenos días.
«Mierda.»
No lo miré al momento. Me costó un poco poder hacerlo pero, cuando por fin me atreví, solo fui capaz de esbozar una sonrisa.
¿Por qué demonios estaba tan guapo?
—¿Ya has desayunado?
En realidad, aún no había acabado, pero asentí.
—Sí, todo tuyo, voy a terminar de prepararme.
Y volví pitando a mi cuarto.
¿Estaba siendo ridícula? Probablemente. ¿Sabía gestionar aquello de otra forma? Teniendo en cuenta que nunca me había visto en una situación parecida... Definitivamente, no.
Salí de la habitación un rato después, cuando ya era hora de marcharnos. Conseguí rehuir su mirada en lo que bajábamos a la calle y, una vez dentro del coche, agradecí tener mensajes de mi hermano. Todavía me encontraba algo molesta con él pero, después de lo que había ocurrido la noche anterior, el enfado había pasado a un segundo plano. Le respondí en lo que Liam arrancaba y se incorporaba a la carretera. Encendió la radio y, solo entonces, dejé el móvil sobre mi regazo y me dediqué a mirar por la ventana el resto del trayecto.
Parecía fácil. Ignorar el beso y seguir como si nada. Sí, podía hacerlo.
Solo esperaba que él también.
Megan y Emily estuvieron más charlatanas que de costumbre aquella mañana, y yo deseé con todas mis fuerzas que hicieran lo mismo al día siguiente. Y al siguiente, y al siguiente... Sin embargo, con Liam ocurrió todo lo contrario.
—Tío, estás muy callado. ¿Pasa algo?
Los miré de reojo, con cuidado de no llamar demasiado la atención, y su respuesta llegó unos segundos después.
—Nada importante. No he dormido bien.
Jack asintió con la cabeza antes de seguir limpiando las mesas. Volví a bajar la vista cuando Liam pasó por delante de mí y fingí estar muy ocupada. En realidad no era así, pero tenía la cabeza en otra parte y no quería que nadie lo notara. De momento, estaba funcionando.
Hasta que un chico joven entró al bar y Emily se acercó a mí.
—Yo digo que tiene... veinticinco.
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Alas para volar ✔
RomanceMaia lo ha perdido todo. Perdió a sus padres hace cinco años y, ahora, su hermano mayor ha tenido que dejar el piso que compartía con ella para marcharse a trabajar al extranjero. Por si eso fuera poco, acaban de despedirla y, en un arrebato, decide...