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MAIA
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—Enhorabuena, Maia, el puesto es tuyo.
No sabía cómo sentirme al respecto.
Iba a ser camarera... Nunca me habría imaginado trabajando en un bar, aunque, por supuesto, mi sueño tampoco era jubilarme en una tienda de ropa. El caso era que lo había conseguido. Según Harvey, presentaba las aptitudes más que suficientes para que aquello se me diera bien... Yo no las tenía todas conmigo, pero, al final, resultó que sabía manejarlo.
Por el momento, tan solo me encargaría de la barra. Liam me pasaría las comandas y yo, junto con Megan, me aseguraría de dárselas a Mike y a Harvey, que se encontraban en la cocina. También me habían enseñado a tirar cerveza y a poner cafés, aunque he de admitir que esto último se me daba mucho mejor que lo primero; aprender a servir una pinta en condiciones era más complicado de lo que parecía a simple vista.
El primer día solo fue de entrenamiento, y lo más probable era que no empezase a trabajar hasta la semana siguiente, pero ya estaba dentro. Era una más de la plantilla, iba a seguir teniendo un sueldo y...
Y todo se lo debía a él.
Aquel miércoles de invierno, salí del Lamb & Flag sin saber que ese local tan pintoresco y acogedor se convertiría en mi segundo hogar.
Nos despedimos de los demás en la puerta, les repetí lo mucho que significaba para mí la oportunidad que me habían dado y fuimos hacia el coche. Una vez dentro, solté un suspiro y cerré los ojos un momento. Al abrirlos, tuve la necesidad de volver a decirlo en voz alta:
—Gracias, Liam.
Me volví hacia él y sus ojos se toparon con los míos. Acababa de encender el motor y encendió la calefacción con una sonrisa.
—No hay de qué, Maia. —Apartó la mirada para incorporarse a la carretera—. Nosotros necesitábamos una camarera y tú necesitabas el trabajo... Supongo que fue una suerte que nos encontráramos.
Sonreí. Porque sí, justo así lo había definido yo esa misma mañana, justo antes de meterme a la ducha.
Sorprendentemente, cuando creía que ya no podía pasarme nada peor, había tenido más suerte que nunca.
Liam encendió la radio y yo me entretuve con los edificios que íbamos dejando atrás hasta que llegamos a casa. Los cinco pisos que había que subir no se me hicieron tan pesados como la noche anterior, pero la llegada al rellano me recordó lo que llevaba horas evitando.
Mi hermano.
Entramos al piso y mi vista se fue sola hasta la puerta de mi cuarto; tenía que llamarlo.
—Esto, Liam...
Se volvió hacia mí. En mi antiguo piso era muy fácil encerrarme en la habitación sin dar ningún tipo de explicación, básicamente porque detestaba a mis compañeras. Pero no sabía cuál era la rutina de Liam. No sabía si quería que nos sentáramos en el sofá para hablar. Porque, efectivamente, seguíamos siendo unos desconocidos.
Sin embargo, lo poco que sabíamos el uno del otro no me pareció tan importante como el asunto que ya debería haber resuelto.
—Creo que me voy a ir a la cama. Estoy un poco cansada y... demasiadas emociones fuertes en un solo día.
Afortunadamente, aquello le pareció más que suficiente.
—Claro —Sonrió—, es normal. Yo enseguida me iré también.
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Alas para volar ✔
RomanceMaia lo ha perdido todo. Perdió a sus padres hace cinco años y, ahora, su hermano mayor ha tenido que dejar el piso que compartía con ella para marcharse a trabajar al extranjero. Por si eso fuera poco, acaban de despedirla y, en un arrebato, decide...