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MAIA

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Se había cumplido el primer mes viviendo con Liam cuando me di cuenta de que algo no iba bien.

Era martes, probablemente el día más tranquilo de la semana. No nos cansábamos mucho en el trabajo e incluso podíamos salir antes, por lo que Liam y yo solíamos aprovechar para comer en casa. Aquel día preparé algo más elaborado. Lo cierto era que me apetecía cocinar, y aunque no se lo dije, en realidad me apetecía porque, de alguna forma, quería celebrar que hubiese pasado un mes desde que nos habíamos conocido. En ese momento me pareció una tontería de la que lo mismo él ni siquiera se acordaba, pero preparé un pescado al horno por el que conseguí más halagos de los que esperaba.

—Como sigas cocinando así voy a tener que plantearme no meterme en la cocina nunca más.

Dibujé una sonrisa que enseguida traté de disimular; no llevaba muy bien eso de que me piropeasen. Hice el amago de levantarme pero él se adelantó.

—Eh, que lo decía en broma. —Sonrió, mucho más ampliamente que yo—. Tú cocinas, yo friego.

Volví a sentarme y él se encargó de llevar los platos a la encimera. Solté un pequeño suspiro y eché un vistazo a la sala de estar aún sin creerme del todo que llevase un mes viviendo allí. Liam encendió el grifo a mis espaldas y dejé que el sonido del agua corriendo me relajase. No pasó mucho hasta que su voz me sobresaltó.

—Voy a ir al cine con los chicos este fin de semana. Quieren ver no sé qué película de miedo, y yo hace tanto que no voy que iría a ver cualquier cosa, la verdad —comentó divertido. Me lo creía, porque si había algo que había descubierto en aquel mes era que a Liam le apasionaba el cine—. Intentaremos que vengan Em y Megan también, pero no las tengo todas conmigo...

Apagó el grifo y entonces me volví. Él también lo había hecho, y me miraba con una sonrisa y los brazos cruzados.

—Seguro que si vienes tú ni se lo piensan.

Alcé las cejas por la sorpresa. Lo había dicho con un tonito un tanto burlón, así que, no sé cómo ni de dónde, saqué la valentía para hacer lo mismo.

—Así que soy... el gancho.

Liam sonrió con más ganas pero negó con la cabeza.

—Solo digo que a Mike y a Jack les encanta meterse con ellas, y a saber qué tienen pensado si vienen al cine con nosotros. A lo mejor —añadió, encogiéndose de hombros—, si estás tú con ellas, se controlan un poco.

Lo cierto era que el plan me apetecía. Ir al cine era una de las cosas que más me gustaban, y pasar el rato con Liam y sus amigos también se estaba convirtiendo en algo realmente agradable. Emily y Megan me habían parecido unas chicas majísimas, y hacía tanto que no hacía planes con alguien que no fuese yo misma que acabé aceptando. A mí tampoco me entusiasmaban las películas de miedo, pero, sorprendentemente, aquello me daba igual. Me apetecía quedar con ellos.

Liam terminó de fregar a los pocos minutos y vi de reojo que volvía a girarse hacia mí.

—Oye, Maia. —Levanté la vista—. Lo de invitarte para que vengan Emily y Megan no iba en serio.

Me quedé quieta. El tono jocoso había dado paso a uno mucho más calmado, y yo no pude hacer otra cosa más que seguir mirándolo. Hasta que volvió a abrir la boca.

—Te he invitado porque quiero que vengas.

Y, maldita sea, la forma en la que lo había dicho hizo que se me encogiera un poquito el corazón. Solo un poquito...

El problema era que, a esas alturas, con Liam «un poquito» empezaba a significar demasiado.

Asentí, incapaz de responder con palabras. Supongo que él ya las había usado todas. Así que volví a lo mío, tratando de ignorar el cosquilleo que me revolvía el estómago, cuando su teléfono comenzó a vibrar. Estaba sobre la isla, al igual que el mío, por lo que no pude evitarlo y mis ojos fueron a parar directamente allí. Su nombre apareció en la pantalla antes de que Liam se separase de la encimera y lo pusiera en silencio para que dejara de sonar. Se lo guardó en el bolsillo trasero del pantalón y yo aparté la mirada, sintiendo que invadía de alguna forma su privacidad.

Jess acababa de llamarle y él la había ignorado.

No, algo no iba bien...

Y, momentos antes de que cada uno se encerrase en su cuarto, me vino una pregunta a la mente que ya no pude evitar en toda la semana.

¿Habría invitado también a Jess al cine?

• • •

Salimos del cine entre risas. La película había resultado ser más cómica que otra cosa, y sin duda eran Mike y Jack los que mejor se lo habían pasado.

—Tenías que haberte visto la cara, Em.

La susodicha los fulminaba a ambos con la mirada mientras ellos soltaban una carcajada tras otra. Liam permanecía callado, aunque no podía evitar sonreír ante sus ocurrencias. Sonrisas que, por supuesto, a mí no se me escapaban.

—Venga, tíos, ya vale. Hasta vosotros os habéis asustado en algún momento.

Aquello consiguió hacerlos callar. Observaron a su amigo con la boca abierta.

—Eso no es cierto —comentó Mike mientras negaba enérgicamente con la cabeza—. Solo fingíamos para que Emily no se sintiera sola.

—Claro, claro.

Liam me miró y mis labios se curvaron de manera involuntaria.

Se le daba bien hacerme sonreír.

—Déjalo, Liam. —Emily rodó los ojos—. Ya verás lo bien que se lo pasan cuando seamos nosotras las que elijan la próxima película.

Jack se volvió hacia ella con tanta rapidez que la sorprendió.

—No, ni de coña. No pienso tragarme otra pastelada romántica. Con una al año tengo más que suficiente.

Su amiga se rio casi tan alto como habían hecho ellos unos minutos antes. Megan y yo la miramos de reojo con una sonrisa.

—Bueno, tú verás —prosiguió—. Si lo prefieres, dejamos que Liam elija. A lo mejor te apetece ver El señor de los anillos por trigésima vez.

Entonces fue su turno para rodar los ojos.

—Em, no es mi culpa que no sepas apreciar el verdadero cine —le reprochó él medio en broma intentando no sonreír demasiado. Ella soltó un aspaviento.

—Por Dios, estoy harta de ver cómo luchan contra el bicho ese. ¿Y el otro, el que lleva el anillo? Si parece que está medio muerto durante toda la película... ¿Cómo se llamaba...?

—Frodo.

Liam y yo nos miramos. Él sonrió mucho antes, pero yo tampoco pude evitarlo; lo habíamos dicho a la vez.

—¡Eso, Frodo! Menudo tostón de personaje...

Su amigo optó por no seguirle el juego y volvimos a hablar de la película que acabábamos de ver. A decir verdad, me lo había pasado tan bien que no me había importado sobresaltarme por algún que otro susto. Bajamos al parking del centro comercial y nos despedimos antes de montarnos en los coches. Jack había pasado a buscar a Emily y a Megan, Mike había venido en el suyo y yo, obviamente, había ido con Liam.

Porque no, Jessica no había venido. Liam no la había invitado...

Estaba claro que su relación no iba bien.

La nuestra, sin embargo...

La nuestra iba cada vez mejor.

Alas para volar ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora