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LIAM

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—Vale, entonces nos vemos a las dos.

—No me tengas esperando mucho rato en el aeropuerto, hermanito.

Rodé los ojos.

—A ver si voy a cambiar de idea...

Escuché su risa al otro lado del teléfono.

—Imposible, porque me adoras demasiado. ¡Nos vemos luego!

Colgué con una sonrisa.

Lily venía a hacernos una visita. Bueno, técnicamente no era una visita, pero el caso era que íbamos a verla. El curso había terminado y aquel domingo empezaba su viaje. La razón por la cual Maia se había convertido en mi compañera de piso por fin había llegado, y lo cierto era que no sabía cómo sentirme al respecto. Porque, en primer lugar, ¿en qué momento ya habían pasado más de cuatro meses? Y, en segundo, ¿qué ocurriría a partir de entonces? Estaba claro, no necesitaba un extra de dinero para mandarle a mi hermana, por lo que seguir compartiendo piso con Maia había dejado de ser una necesidad... En ese sentido, claro, porque para mí comenzaba a serlo por muchos otros motivos.

El avión de mi hermana y sus amigos salía esa noche desde Londres, así que, antes, tenía que volar hasta allí. Sin embargo, tuvo que quedarse más tiempo que ellos en Dublín por culpa de una recuperación de la que intuía tampoco había hablado a papá. Y digo «tampoco» porque, para él, aquel viaje no existía.

Nuestro padre se había empeñado en que Lily terminase los estudios en un internado, controlando el tiempo que pasaba fuera, minimizando el contacto con el mundo exterior... Algo que yo no entendía pero que había aprendido a aceptar. Y había sido precisamente por eso, por su poca tolerancia y su carácter la hostia de estricto, por lo que mi hermana había acudido a mí para pedirme el dinero y utilizarme de coartada. Para nuestro padre, Lily se quedaría conmigo esas dos semanas.

Maia se alegró de poder conocer a mi hermana, aunque la notaba algo distante. Le pregunté qué ocurría antes de meternos al coche.

—No es nada... —Negó con la cabeza. Pasé el brazo por sus hombros para pegarla a mí y conseguí que me mirase—. Me he puesto a pensar en Oliver... En que yo también llevo desde Navidad sin verlo y en que... me gustaría que os conocierais.

Cogí aire y asimilé sus palabras. Por mucho que hubiese intentado suplir la ausencia de su hermano durante esos meses, sabía lo unidos que estaban. Aquello le dolía. Porque, a diferencia de Lily, Oliver aún no había programado una fecha para visitar a su hermana. Me jodía, pero tampoco podía hacer nada para cambiar eso. Lo único que estaba en mi mano era seguir demostrándole que, conmigo a su lado, no iba a dejar que volviera a sentirse como tantas veces se había sentido en su antiguo piso.

—¿Sabes? Puedes decirle que se coja unos días en agosto y que venga a pasarlos aquí con nosotros.

Todavía quedaba un mes, pero a Maia le brillaron los ojos y supe que había acertado. Aquello la animó tanto que me contagió la sonrisa.

Aunque, sin duda, si hubiera sabido lo que vendría después...

Jamás se lo habría propuesto.

Alas para volar ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora