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LIAM
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—Así que lo sabíais los cuatro.
No lo pregunté. ¿Acaso hacía falta a esas alturas?
—Colega —Mike sonrió—, te la has llevado a París. Creo que estaba bastante claro...
Apreté la mandíbula.
—Ese viaje no iba con ninguna intención.
Los miré a ambos. Intentaban contener la sonrisa sin mucho éxito.
—Ya, la caja de condones que metiste en la maleta no dice lo mismo.
Tragué saliva. Vale, la habían visto... Y qué, joder. Ellos no lo entendían. Si le había pedido a Maia que me acompañara fue porque me apetecía. Porque quería hacer ese viaje con ella. Punto. No pretendía que se acostaste conmigo por el mero hecho de proponérselo. Ocurrió, sí, pero también podría haber sucedido en cualquier otro momento.
—La invité porque es mi amiga. Igual que podría haberos invitado a vosotros. Pero, claro, ¿a quién iba a llevar, si uno de los dos iba a acabar enfadándose?
Jack sacudió la cabeza.
—No, Liam, no nos hagas creer que Maia era tu última opción cuando estoy seguro de que fue la primera. Y ya está, no pasa nada. Lo que intento decir es que nos lo podrías haber dicho antes.
Y, de repente, consiguieron que la culpabilidad sustituyese al resto de emociones. Joder, el cabrón siempre conseguía llevar la conversación por donde quería...
Busqué su mirada entre los cuerpos de mis dos mejores amigos, pero no dio resultado. Ella también parecía estar hablando con las chicas, así que no tenía escapatoria. Tampoco importaba; Jack había dado en el jodido clavo y lo mínimo que podía hacer era disculparme.
—Tienes razón, colega. Lo siento.
Mike sonrió.
—Venga, tampoco es para ponerse así. —Me propinó una palmada en el hombro—. Voy un momento a mear y ahora me lo cuentas todo, eh.
Me guiñó un ojo y desapareció en el baño. Era el momento perfecto para soltarlo. Jack no era Mike, y estaba seguro de que él aún no había pronunciado la última palabra.
—¿Y bien? —le pregunté sin más. Se había apoyado en la isla y me miraba con las manos en los bolsillos. Sabía perfectamente a qué me refería.
—No voy a decirte nada, Liam.
Y una mierda.
—Tío, no hagas eso...
—¿El qué? —Se encogió de hombros—. Ya opiné en su momento.
Fruncí el ceño. ¿Aquello sonaba... a resentimiento?
—Sí, Jack, ya sé que opinaste en su momento...
—Y no me hiciste mucho caso, por lo que veo.
Joder.
—Vamos, tío. —Levantó las cejas y yo tragué saliva, buscando las palabras apropiadas—. Sabes que eres mi mejor amigo, siempre tengo en cuenta tus consejos.
Negó con la cabeza.
—Da igual, Liam. Si tú sabes lo que estás haciendo...
Aquello me molestó. No porque mi mejor amigo dudase de mí de esa forma, sino porque, quizá, en el fondo, hasta yo dudaba... Porque sabía que lo que había surgido entre Maia y yo me gustaba, me tenía completamente enganchado, pero también sabía que me estaba dejando llevar. Y aquella, en realidad, era la única certeza que tenía.
—¿Por qué me da la sensación de que te molesta?
Jack me miró como si le hubiera preguntado una estupidez. Sí, a lo mejor lo era.
—¿Molestarme? Colega, puedes hacer lo que te dé la gana.
—Pero no crees que sea lo correcto.
Arrugó la boca y rompió el contacto visual al escuchar la puerta del baño abriéndose. Mike apareció por el salón y alzó la voz para que los cinco le prestásemos atención.
—Macho, ¿dónde están esas cervezas?
Jack y yo compartimos una última mirada antes de coger el pack de botellines y salir de la cocina. Cojonudo, volvía a dejarme con la palabra en la boca y la sensación de estar haciendo las cosas mal... Tardé algo más que él, pero acabé reuniéndome con ellos en el salón. Volví a sentarme al lado de Maia, que parecía un poco inquieta. Me bastó observar a Emily solo un segundo para darme cuenta de que a ella también la habían interrogado. Solo esperaba que mis amigas no hubiesen sido tan directas como Jack...
Lo miré de reojo mientras Mike hablaba. Dejé de prestarle atención cuando cierto pensamiento me hizo apretar el botellín con más fuerza.
¿Y si yo no era el único al que Maia había empezado a afectar?
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Alas para volar ✔
RomansaMaia lo ha perdido todo. Perdió a sus padres hace cinco años y, ahora, su hermano mayor ha tenido que dejar el piso que compartía con ella para marcharse a trabajar al extranjero. Por si eso fuera poco, acaban de despedirla y, en un arrebato, decide...