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LIAM

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—¿Vas a dejar que se marche?

Negué con la cabeza.

—No. —Levanté la vista—. Yo se lo he pedido.

Emily me miró con tristeza. No necesitaba esa mirada. Joder, no la necesitaba.

—Liam...

—No digas nada.

Silencio. Asintió a los pocos segundos. Se cruzó de brazos y soltó un suspiro. Me ardía la garganta pero no pensaba dejar que ella se diera cuenta.

—Creo que ni siquiera tú eres consciente de lo importante que es Maia para ti.

Sus palabras se me clavaron en el corazón y apreté la mandíbula con toda la fuerza que me permitía el cuerpo.

—Soy plenamente consciente —admití muy serio—. Y por eso quiero que se vaya.

Hizo una mueca y lo supe.

Lo vi en sus ojos, ella lo vio en los míos.

Aquella decisión me estaba quemando por dentro, pero era la única que había. La única, joder. Porque no, ni siquiera yo era consciente de lo que Maia significaba para mí, por mucho que intentase convencerme de lo contrario. Porque me convertiría en un monstruo si le privaba de lo que nunca había podido tener. Porque lo necesitaba. Porque no podía robarle su sueño. Porque no había nadie que se mereciese aquello más que Maia.

Porque no había otra cosa que pudiera hacer.

Ya está, no había más.

Maia tenía que volar...

Aunque no fuera a mi lado.

Alas para volar ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora