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AGOSTO
2019
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MAIA
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El hotel en el que iba a hospedarse mi hermano se encontraba muy cerca del Lamb & Flag. Por supuesto, no había sido una elección aleatoria... Y es que, en realidad, resultó que Oliver lo había planeado todo hacía mucho mucho tiempo. Digamos que, cuando lo llamé para comentarle lo de hacernos una visita, él ya había reservado la habitación. Ya se había pedido los días de vacaciones, ya tenía los vuelos cogidos... Todo. Y aguantó sin decirme nada hasta el mismo día en el que apareció por el bar. Quería darme una sorpresa, pero no me imaginaba que fuera a ser tan grande.
La noche en que llegó le presenté a mis nuevos amigos. Oliver se mostró tan amable con ellos que no pude dejar de mirarlo y de sentirme orgullosa. Tenía al mejor hermano del mundo y ni siquiera me acordaba.
Liam y yo lo acompañamos al hotel después de despedirnos del resto. Fue tan fácil... Empezaron a hablar casi al momento; qué tal iba el trabajo, qué tal por París... Por supuesto, me puse como un tomate. Aunque enseguida me tranquilicé al ver que se ponían a hablar de fútbol. Miré a Liam de reojo y sonreí. También estaba jodidamente agradecida de que él estuviera poniendo de su parte para que la situación fuese lo más cómoda posible. Oliver era el mejor hermano del mundo, pero él era el mejor a secas.
A la mañana siguiente, ya había planeado minuciosamente los siguiente siete días. Debían ser perfectos... Y, con ellos, estaba segura de que lo serían.
—Te noto alterada.
Lo miré a través de las pestañas.
—¿Qué día vamos al cine? —Ignoré sus palabras y volví a la hoja de papel que tenía delante—. El domingo estaría bien, ¿no?
Liam se rio por la nariz.
—Maia, tranquila. —Torcí la boca. No podía estar tranquila... Todo tenía que salir impecable—. Lo único que quiere tu hermano es estar contigo, no le hace falta nada especial.
Suspiré y solté el bolígrafo.
—Yo quiero estar con los dos...
Levanté la vista para toparme con la suya. Podía leer tantas cosas en ella. Y sin embargo no dijo lo que me esperaba.
—A mí ya me tienes muy visto. —Esbozó una sonrisa y se acercó un poco. Señaló el papel con la cabeza—. Haz planes con él, Maia.
Entendía lo que pretendía... Pero no, me negaba. Quería compartir esa semana con él. Con los dos. Y mi postura también era comprensible, teniendo en cuenta el tiempo que llevaba esperándolo.
—Pues lo siento, porque ya te he añadido en todos los planes —admití segura de mí misma—. Si no te gusta, te aguantas.
Abrió los ojos. Yo lo hice poco después.
—O sea, quiero decir... Solo si quieres.
Liam rompió a reír y yo me encogí en el taburete cuando apoyó los antebrazos en la isla para acercarse aún más a mí.
—Dios... —masculló sin dejar de mirarme los labios—. ¿Y tengo que estar una semana entera sin probar esa boca?
Si aún hubiera tenido el boli en la mano, se me habría caído. Qué digo, me habría caído yo entera de no haber estado sentada.
Tragué saliva y me centré en los garabatos que había escrito.
—Por las noches seguimos estando solos...
Otra carcajada más.
—¿Quieres que me acueste contigo y a la mañana siguiente esté con tu hermano como si nada?
Me mordí los labios. Tampoco pasaba nada... ¿No?
Liam sonrió al ver que no hablaba.
—Maia...
—¿Volvemos a lo del cine?
Nos retamos con la mirada unos segundos. Era imposible no notar cómo crecía la tensión, pero no quería pasarme de la raya. Quizá tenía razón. Quizá debíamos mantenernos seremos esos siete días. No era el fin del mundo, al fin y al cabo. ¿Que me había enganchado a lo que Liam me provocaba? Habría estado loca si no lo hubiera hecho. Pero no era para tanto. Solo una semana...
—Espero que para esta noche solo tengas planes con mi cama.
Junté las piernas.
«Mierda, Liam, ¿qué habías hecho conmigo?»
• • •
Me apoyé en la barra y los miré. Estaban tan guapos que no pude evitar sonreír. Mi hermano siempre lo había sido, no era ni de lejos la única que lo pensaba, y el atractivo de Liam era tan evidente que no sabía cómo no lo me había dado cuenta antes. La discoteca estaba bastante llena esa noche de jueves, pero yo solo tenía ojos para ellos.
Emily me dio un codazo juguetón.
—¿De qué estarán hablando?
Lo pensé un poco. Mike y Jack también estaban con ellos, pero parecían algo apartados, como si la conversación fuese solo suya. Y, Dios, me encantaba cómo sonaba eso. Realmente se les veía bien, a gusto... aunque no tuviera ni idea de qué estaban hablando. Fui a admitirlo en voz alta pero Emily se me adelantó:
—Seguro que de ti.
Giré el rostro y me guiñó un ojo. Volví a mirarlos. ¿De mí...? Tragué saliva. De repente tenía ganas de acercarme... Pero estábamos esperando a que el camarero atendiera a Megan. Les di la espalda y respondí a mi amiga.
—¿Por qué iban a estar hablando de mí?
—Por cómo les brillan los ojos. A los dos, además. De hecho, no sabría decir a quién más...
Sus palabras me alteraron más de lo que me habría gustado admitir. Por un momento sentí que se me encogía el corazón, y quise saber si a mí también me brillarían cuando hablaba de ellos.
Megan pagó su consumición y volvimos con los chicos. Mi hermano me dedicó una sonrisa al verme y yo se la devolví. Las luces de la discoteca parpadeaban sin pausa. Era imposible distinguir su mirada con claridad, pero lo estuve intentando unos segundos, hasta que su ceño arrugado me obligó a parar. Bebí un trago de mi copa y me aclaré la garganta. Oliver se acercó para avisar de que iba al baño y, entonces sí, ingenua de mí, me pareció una muy buena idea mirar a la única persona de aquel círculo que me aceleraba la respiración. Se había puesto una camisa color burdeos y llevaba un par de botones desabrochados. Me entraron ganas de quitarle alguno más. Tragué saliva cuando bajó la vista por mi rostro, dejó atrás mis labios y voló por todo mi cuerpo. Agarré el vaso con más fuerza. No, al final no habíamos podido hacer planes que implicasen quedarnos a solas en casa, pero Liam sabía perfectamente cómo ponerme nerviosa, aunque estuviésemos rodeados en gente.
Cuando sus ojos volvieron a los míos, una pregunta apareció en mi mente. ¿Qué pensaría Oliver de todo aquello? Sin duda, su hermana había cambiado mucho durante esos meses... Y Liam tenía mucha o prácticamente toda la culpa. ¿Le parecería bien lo que había ocurrido entre nosotros?
No me atreví a confesarlo.
Mi hermano regresó con nosotros y la noche siguió su curso. Yo intentaba no mirarlos demasiado, pero los ojos me traicionaron unas cuantas veces. Parecían haber congeniado tan bien... Decirle que Liam y yo habíamos empezado «algo» no podía ser tan malo. Seguro que hasta se alegraba por mí...
O puede que el universo tuviera otros planes.
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Alas para volar ✔
RomanceMaia lo ha perdido todo. Perdió a sus padres hace cinco años y, ahora, su hermano mayor ha tenido que dejar el piso que compartía con ella para marcharse a trabajar al extranjero. Por si eso fuera poco, acaban de despedirla y, en un arrebato, decide...