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LIAM

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Maia y yo nunca nos prometimos nada. Nunca hablamos de un futuro; ni siquiera hablamos del presente. Nunca tuvimos claro que aquello fuera a durar. Y de esa forma, por equivocada que pareciera, nos protegimos. Nos aseguramos no hacernos daño, no sufrir por lo que pudiera llegar a ocurrir algún día...

Y, entonces, ¿por qué demonios dolía tanto?

Porque dolió. Joder que si dolió. Dolió el primer día. Y el siguiente. Y el siguiente... Y es que, si las despedidas son complicadas, volver al punto de partida lo es aún más.

Tuve que recuperar mi vida, y a veces ni siquiera recordaba en qué situación estaba antes de conocer a Maia... Lo básico no había cambiado; seguía viviendo en mi piso, seguía trabajando en el Lamb & Flag, seguía rodeado de la misma gente... Pero Maia había pasado. Un puto huracán había alterado lo verdaderamente importante, lo de dentro, los jodidos sentimientos que no debían haber entrado en juego. Y lo hicieron. Me jodieron.

Lo más difícil fue acostumbrarme a la soledad del piso. Había vivido solo durante años, pero entonces se me antojó como una puta pesadilla. Dormía mal por las noches y, el resto del día, echaba demasiado en falta su compañía. Joder. La echaba muchísimo de menos. Si tan solo se lo hubiera pedido... Si le hubiera dicho que se quedara, que allí estaba bien conmigo, que tenía un trabajo estable, un techo... Que me tenía a mí.

Qué jodido ser una buena persona. Qué jodido cuando, además, no sirve de nada.

Aquella noche, la primera que pasé sin Maia, fue una de las más duras que recuerdo. Después vendrían otras, aunque yo todavía no lo sabía. El caso era que me dolía estar solo. Me dolía más de lo que me habría gustado admitir. Porque era un dolor para el que no había cura. Al menos, no una que estuviera a mi alcance.

Se había ido.

Se había acabado.

Y dudaba que fuera a ser de capaz de llenar el hueco que había dejado en mi corazón.

Me tumbé en la cama. Cogí el móvil y conecté los auriculares. Busqué la lista que había creado exclusivamente para ella y cerré los ojos. Lloré en silencio. Cada nota, cada jodida letra clavándose en lo más profundo de mi alma. Simplemente Chris Martin acompañándome y poniendo voz a mi dolor...

Porque Maia era un cielo lleno de estrellas. Porque su piel y sus huesos se convertían en lo más bello que había visto en la vida. Porque esperaba al mundo cuando no era más que una niña y por fin lo tenía en la palma de la mano. Porque Maia era magia. Porque con ella sentía que había tocado el cielo. Porque nunca nadie nos dijo que fuera a ser fácil... Pero, joder, nunca nadie dijo que fuera a ser tan difícil.

Y en ese momento solo esperaba haberlo conseguido. En ese momento, en mi cuarto, únicamente envuelto por la música y rodeado de melancolía, solo pude desear haberlo logrado. Haber sido suficiente para ella...

Las lágrimas recorrieron mi cara de forma dolorosamente irónica cuando Fix You comenzó a sonar. Joder. Creía haberlo hecho.

Maia se había marchado, pero lo sabía...

Sabía que la había curado.

Continuará...

Alas para volar ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora