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MAIA

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Me desperté sobresaltada. Tardé unos segundos en darme cuenta de dónde estaba y, cuando vi que aún seguía en el salón, volví a apoyar la cabeza en el reposabrazos y solté un suspiro. Me había quedado dormida en el sofá y no sabía ni qué hora era. Busqué el móvil a ciegas y lo encontré debajo de la manta que me había echado por encima para taparme; las tres menos diez de la mañana. Resoplé otra vez. Y no, no porque me hubiese molestado dormirme en el sofá, que era bastante cómodo y estaba incluso calentita, sino por el sueño que había tenido.

Cerré los ojos con fuerza e intenté evadir las imágenes que aún estaban en mi mente. No llegaba a entender por qué narices había soñado con él, pero solo quería que ese recuerdo desapareciera.

Me levanté unos minutos después, sabiendo que no me iba a resultar tan fácil olvidarlo, y apagué la televisión. Como no había cerrado las cortinas, las farolas de la calle aún iluminaban un poco el salón, por lo que anduve hasta la cocina sin encender ninguna luz. Bebí un vaso de agua, eché las cortinas y, con el móvil guardado en el bolsillo de la sudadera, pasé por el baño antes de ir a mi cuarto. Allí sí que di la luz, aunque enseguida me metí en la cama y la apagué.

Cerré los ojos de nuevo...

Su rostro volvió a aparecer y los abrí al momento.

Me había desvelado por completo, así que desbloqueé el teléfono y eché un vistazo a las pocas redes sociales que tenía. Se me secó la garganta al ver una nueva actualización. Emily y Megan me habían agregado a sus amistades nada más conocerme, y a decir verdad, eran las que más las utilizaban. En ese momento no sabía si aquello me gustaba o me desagradaba... Lo tuve claro al pulsar en su foto.

Las dos estaban con él. Por la cantidad de gente que los rodeaba y la poca luz que había, parecía el interior de alguna discoteca. No obstante, a pesar de no ser una imagen de mucha calidad, lo vi perfectamente. Estaba sonriendo y se le entrecerraban los ojos. Tenía una copa en la mano y parecía contento. Claro, cómo no, había salido de fiesta, estaba bebiendo con sus amigos... A mí nunca me había entusiasmado demasiado, pero comprendía que fuera una forma de diversión para mucha gente, incluidos ellos. Yo, por la noche, prefería quedarme en casa leyendo o viendo alguna película. En mi antiguo piso, era lo que hacía casi siempre, mientras que mis compañeras salían día sí, día también. Sin duda, una de las razones por las que no nos complementábamos.

Dejé de recrearme en la fotografía y cerré la aplicación. Lo mejor era no darle importancia. Sí, había soñado con Liam, pero aquello no tenía por qué significar nada. Al fin y al cabo, era con quien más tiempo pasaba. Lo veía en el trabajo, lo veía en casa y, además, esa noche había sido la última persona con la que había hablado antes de quedarme dormida. Era algo completamente normal, nada de lo que preocuparse...

Y, sin embargo, cuando conseguí dormirme un rato después, mi subconsciente volvió a traicionarme...

Y volví a soñar con él.

Alas para volar ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora