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MAIA

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Las pocas horas que pasé con Lily fueron suficientes para entender la devoción que tenía su hermano mayor por ella. Era encantadora y, en ciertos aspectos, me recordaba a mí. Bueno, a mi yo del pasado, a la que fui en su día, antes de... Antes de que todo cambiase. Era risueña y divertida, pero también muy inteligente. Según me comentó Liam, había estudiado en uno de los internados más prestigiosos de todo Dublín, y aquel era su último año. El viaje era una especie de despedida antes de que se marchase definitivamente a Italia, donde vivía su padre. No me habló demasiado de él, y yo tampoco quise presionarlo; él no lo había hecho conmigo, así que me pareció lo más justo no indagar sobre el tema. Se lo debía.

A eso de las siete, la acercamos al aeropuerto. Me bajé con ella del coche y fuimos a facturar su maleta en lo que Liam buscaba aparcamiento. Rompí el silencio cuando sentí que empezaba a volverse incómodo.

—Así que España.

Lily me miró con una sonrisa enorme.

—Sí, ¡me muero de ganas! Queríamos que fuera un sitio distinto... Y, desde luego, si hay algo que escasea en Irlanda, eso es el sol.

Me reí con ella y seguí preguntándole por el destino hasta que llegamos al mostrador. Cargaron su maleta y avisé a Liam por el móvil para que fuera directamente a la puerta de embarque. Una vez allí, nos reunimos con sus amigos y me los presentó. Eran cuatro, tres chicas y un chico, y todos ellos parecían igual de simpáticos que Lily. Por supuesto, estaban eufóricos y no podían dejar de hablar del viaje, así que me aparté un poco mientras esperaba a Liam. Distinguí su silueta a lo lejos y levanté el brazo para que me viera. Se acercó a nosotros y su hermana repitió lo que había hecho conmigo. Sin embargo, él se mostró más serio, y yo no pude evitar sonreír al apreciar la vena de hermano mayor que tantas veces había presenciado con Oliver.

Estuvimos un rato con ellos. Lily me estuvo explicando el recorrido que tenían pensado hacer, todos los sitios que pensaban visitar, mientras que Liam se quedó al lado de Tim, el único chico del grupo. Yo lo miraba de reojo de vez en cuando, aunque no llegaba a escuchar lo que estaban diciendo. Por su gesto, parecía importante.

Me despedí de su hermana con la sensación de que aquella visita me había sabido a poco. Él la estrechó entre sus brazos con fuerza y se me escapó una risa al ver cómo se quejaba. Sin embargo, sí que noté el brillo en sus ojos cuando Liam la soltaba y le dejaba un beso en el pelo. Por un momento, pensé en mi hermano. Lo echaba tanto de menos y hacía tanto que no nos veíamos... Me tragué las lágrimas mientras salíamos del aeropuerto. Liam no abrió la boca hasta que estuvimos dentro del coche.

—Al parecer, están juntos.

Sorbí por la nariz y lo miré.

—¿Cómo dices?

Él también se volvió antes de incorporarse a la carretera.

—Mi hermana —aclaró—. Está saliendo con ese tal Tim.

Alcé las cejas sorprendida. Así que por eso estaba tan raro con él. Claro, tenía que darle el visto bueno... Llevé la vista al frente y me encogí de hombros.

—Bueno, parece un buen chico.

Soltó un suspiro.

—Sí...

Intenté ocultar la sonrisa como pude.

—¿Pero...?

Volví a mirarlo de reojo. Agarró el volante con más fuerza y, pasados unos segundos, negó con la cabeza.

—No hay ningún pero.

—No me lo creo —solté, sonriendo por fin. Liam tardó un poco más, pero acabó acompañándome.

—¿Sabes? Cuando me habló de él, no me hizo mucha gracia lo de que se fueran de viaje juntos...

Fruncí el ceño.

—¿Por qué?

Me observó con esa sonrisa que me volvía loca.

—Resulta que le lleva cinco años.

Empezaba a entender por dónde iban los tiros...

Cinco años. Justo lo que él me llevaba a mí.

Carraspeé.

—Y, ahora mismo, creo que sería un poco hipócrita por mi parte tenérselo en cuenta... ¿No?

Nos miramos cuando se detuvo en un semáforo. Me perdí en sus ojos y junté las piernas por acto reflejo. Conseguí responder en un susurro.

—Un poquito. —Reanudó la marcha y me puse de su parte—. Es normal que te preocupes por ella, Liam. Pero, al final, es solo eso, ¿no? Un número.

Soltó el aire por la nariz y asintió.

—Claro —Me sonrió—, solo es un número.

—Lo importante es que la trate bien.

—Y que tengan cosas en común.

—Y que se lo pasen bien juntos.

—Y que puedan hablar de todo.

—Y que haya química entre ellos.

Me observó fijamente. Por supuesto, yo ya no estaba hablando de su hermana. Y el brillo que desprendían sus ojos me dejó claro que él tampoco. El brillo... y lo que añadió después:

—Y que se muera por besarla a todas horas.



Alas para volar ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora