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Lo que Betty no sabía es que eso duraría poco.

El juego empezó y Betty y su mejor amiga observaban, animadas. Mientras Verónica centraba su atención en Archie Andrews, Betty no podía dejar de mirar a Jughead.

No era que no apoyara a su hermano, porque le estaba aplaudiendo al rubio para animarlo. Pero una gran parte de ella estaba en los músculos y los ojos perfectos de Jughead.

El juego iba bien, ni perdiendo ni ganando, hasta que el equipo contrario empezó a sobrepasarle al equipo de Charles y Jughead, desanimando a los chicos.

Por eso Betty aprovechó cuando los chicos tuvieron una pequeña pausa y se acercó a su hermano mayor.

—Charles... ¿Que está pasando?— Le preguntó la rubia a su hermano, algo desconcertada.

—Son muy buenos, pequeño insecto— Contestó, sentándose en las gradas y soltando un profundo suspiro.

—Pero tú eres mejor. Tú y Jughead son mucho mejores que esa bola de presumidos. Vamos, Charles, por mi— Suplicó la ojiverde.

Charles suspiró, poniéndose de pie y besando la frente de su hermana menor. —Está bien, sabandija. Lo intentaré— Avisó, retirándose de regreso a la cancha.

Betty sonrió mientras veía como su hermano animaba a los demás chicos de su equipo; Charles siempre fue un gran líder y eso era lo que ella más admiraba de él.

—Tú hermano es un buen líder, pero vamos perdiendo— Admitió Jughead, apareciendo detrás de la chica.

Betty dio un pequeño salto del susto y se giró a mirarlo, algo enojada. —¡Me asustaste!—

—Lo se, ese era el objetivo— Aseguró Jughead, divertido.

Betty sonrió y le golpeó el hombro. —Oye... ¿Que está pasando en esa cancha? ¿Donde quedó todo lo que entrenaron tú y Charles?—

Jughead suspiró. —Son buenos esos hijos de mami y papi—

—Pero tú y mi hermano son mejores— Aseguró Betty, acercándose y besando la mejilla del pelinegro. —Ahora ve y acábalos, ustedes pueden—

Jughead sonrió y se fue corriendo a la cancha, y desde lejos se podía notar que estaba mucho más motivado y eso alegró a Betty.

Ella volvió con su mejor amiga para presenciar el resto del juego; la verdad es que Charles y Jughead no la tenían nada fácil hasta que las cosas dieron un giro inesperado.

El equipo del rubio y el pelinegro empezó a meter el balón a la red del tablero hasta un punto en el que no les faltaba mucho para alcanzar al equipo contrario.

—¡Ese es mi hermano! ¡Vamos Charles! ¡Vamos Jughead!— Gritó Betty, emocionada.

—¡Vamos chicos!— Los animó también Verónica.

Jughead le regaló una breve sonrisa a Betty y en ese mismo momento Charles le pasó el balón, y el ojiazul corrió con ese balón en mano sin detenerse hasta llegar otra vez al tablero, y ahí lanzó e hizo ganar a su equipo sin fallar. 

Gritos de emoción y aplausos inundaron aquella cancha, sobre todo de parte de Betty; ella sabía que esa victoria era suya, porque él había decidido dedicársela.

Y mientras Charles se quedó celebrando con los demás de su equipo y Verónica fue a felicitar a Archie, Jughead fue hacia la rubia, emocionado.

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