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Después de aquellos besos y confesiones de amor, Betty y Jughead se volvieron más unidos de alguna manera, pero también más cuidadosos. Igual eso no cambiaba el hecho de que se sintieran increíblemente bien sabiendo lo que uno sentía por el otro, aunque en realidad fuera prohibido.

Betty caminaba por los pasillos de la universidad con sus amigas Verónica y Toni mientras hablaban esos temas típicos de estudiantes de su edad.

—No se, pero ya me urge salir de fiesta. Necesito desestresarme— Admitió Toni, soltando un suspiro.

—Cuando vallas a hacerlo por favor nos invitas— Pidió Verónica, mirando a Betty, quien miraba su celular. —¿Verdad Betty? ¿Betty?— La llamó otra vez, sin obtener respuesta.

La rubia miraba su celular, muy concentrada y con una sonrisa inmensa. No estaba escuchando a sus amigas, no escuchaba a nadie. Toda su atención se mantenía en la persona detrás de esa pantalla.

—Rayos Betty.... ¿Con quien hablas?— Le preguntó Toni, alzando una ceja.

Betty miró a sus amigas y guardó el celular inmediatamente. —Con nadie. Solo miraba un meme— Mintió.

—Esa sonrisa no es de una persona que está mirando un meme— Admitió Verónica, alzando una ceja.

—Estoy de acuerdo con Verónica. ¿Que sucede, Betty?— Le preguntó Toni. —¿Que nos ocultas?—

—¿Yo? Nada— Mintió, sonrojada. —Y cuéntanos, Toni. ¿Cuando piensas confesarle a Cheryl tus sentimientos?— Preguntó, para cambiar el tema, evidentemente.

—Oye, eso no se vale— Se defendió la morena, bajando la mirada, sonrojada.

—Pero Betty tiene razón. Estás que te mueres por ella y no haces nada, y te aseguro que ella también. Apúrate o alguien más tomará la delantera— Aconsejó Verónica.

—¿Ah si? ¿Eso es lo que tú has hecho con Archie?— Preguntó Toni, en forma de contraataque.

—Esa fue buena— Admitió Betty en voz baja, soltando una pequeña risa.

—Descuiden chicas. Ese rojizo y yo tenemos una cita esta tarde— Presumió la morocha.

—¿Que?— Preguntaron la rubia y la morena al unísono.

—Rayos... ¿Desde cuando tú y Archie...?— Empezó Betty.

—El dijo que me esperaría y cumplió eso. No había tenido a nadie estos últimos años y ahora por fin podemos... ya saben— Admitió Verónica, con una enorme sonrisa que no podía ocultar.

Betty se sentía impotente; la persona que le gustaba era alguien a quien no debía acceder, y que debía ocultar. A ella le hubiese gustado correr con la suerte de sus amigas, presumiendo sus amoríos libremente.

Pensando en todo esto, se fue a su puesto de trabajo en la tarde, como ya era rutina y costumbre; mientras revisaba documentos y atendía llamadas, pensaba en todo eso.

¿Como sería poder estar con la persona que quieres libremente?

—Buenas tardes, princesa— Saludó Jughead, entrando a la oficina y cerrando la puerta tras él para acercarse a la rubia, con esa boba sonrisa de enamorado. —Ni la tarde misma es tan hermosa como tú—

Betty lo miró y sonrió, sonrojada. —Hola, Jughead. ¿Qué pasa?—

—Nada, solo vine a verte— Respondió, sentándose sobre el escritorio y acariciaron el rostro de la ojiverde. —No puedo aguantar hasta que acabe la jornada—

•Mi Corazón Es Tuyo• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora