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Lunes en la mañana, momento de levantarse para ir a la universidad. Pero eso no era tan fácil cuando apenas abrías los ojos y ya tenias nauseas que te enviaban directo al baño, acompañadas de dolores de cabeza y mareos.

Una pesadilla para Betty Cooper, de solo dieciocho años apenas.

—¡Elizabeth! ¡Se te hará tarde! — Le grito su madre desde la puerta de su habitación.

—¡Ya voy, mamá! ¡Dame unos minutos! — Pidió la ojiverde mas chica, desde el baño, para seguir vomitando.

En unos veinte minutos aproximadamente, Betty bajo las escaleras hasta llegar a la cocina con su madre. Se veía más pálida y había usado maquillaje para cubrir un poco las grandes bolsas que tenia debajo de los ojos.

 Alice la miro y también noto que ese brillo en su cara ya no estaba. —Linda... ¿Qué ocurre? ¿Sigues enferma? —

Betty negó, con una falsa sonrisa. —Estoy bien, ya tengo que irme— Aviso, besando la mejilla de su madre.

—¿No vas a desayunar? Hay sándwiches, cereal, panqueques, fruta... ¿Tu que quieres? — Pregunto Alice.

—No tengo hambre y ya es un poco tarde, me tengo que ir— Se negó.

—Pero al menos llévate los sándwiches mi niña. No puedes irte sin tener nada en el estómago— Le recordó Alice.

 —Comeré algo en la cafetería mas tarde— Aseguro la rubia mas chica, dando la vuelta para irse. En eso alguien toco la puerta, y cuando la rubia se acercó, preguntó. —¿Quién es? —

—Un hombre que esta completamente loco y enamorado de Betty Cooper— Respondió la voz de Jughead detrás de aquella puerta.

Betty abrió la puerta, con una sonrisa, y Jughead estaba frente a ella con un ramo enorme de rosas rojas en una mano, y un lindo oso panda de peluche en la otra.

—Buenos días a estas elegantes mujeres— Saludo Jughead, entrando a la casa y acercándose a Alice, tendiéndole el ramo de rosas. —Esto es para usted—

Alice tomo las rosas con una sonrisa y miro a su yerno. —Que encantador. Gracias Jughead—

—No fue nada— Respondió, sonriéndole y luego mirando a Betty, pasándole el oso de peluche. —Esto es para ti, amor. También vine para llevarte a la universidad—

Betty sonrió, tomando el peluche y abrazando a su novio. —Te amo—

—Gracias por venir a llevarla Jughead. Ha estado algo enferma en estos días. Cuídense— Se despidió Alice, encantada con su ramo de rosas rojas.

Ambos salieron de la casa, y Jughead le abrió la puerta del auto a Betty para que entrara y luego entrar el para empezar a conducir.

—¿Por qué llegaste a buscarme para ir a la universidad? — Pregunto Betty, mirando a su novio mientras este conducía.

—¿Y arriesgarme a que te desmayaras por el camino? No gracias— Contesto Jughead, aun conduciendo. —Recuerda tu cita con el médico. Ya te aparté una cita con la mejor doctora de la ciudad para esta tarde—

Betty asintió, bajando la mirada y jugando con el oso de peluche en sus manos hasta que su novio condujo hasta la universidad, en donde ella bajo del auto después de que Jughead bajara primero para abrirle la puerta.

—Nos vemos esta tarde amor, no tengas miedo. Yo voy a estar contigo— Aseguro el ojiazul, abrazándola y besando su cabeza.

—Te amo Juggie. Nos vemos— Se despidió, besando su mejilla para retirarse, lanzándole una sonrisa.

•Mi Corazón Es Tuyo• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora