Se tiró en la cama sin dejar de pensar en el chico cuyo nombre aún no sabía.
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Al día siguiente, antes de ir a la secundaria, Betty detuvo a su hermano Charles antes de que éste saliera de la casa.
—Charles... detente— Pidió la rubia, tomándolo del brazo.
Charles rodó los ojos y se giró a mirarla. —¿Que quieres, pequeña consentida? Mejor apúrate porque ya nos vamos—
—Pero antes dime quien es ese chico que jugaba contra tí ayer— Contestó Betty.
—¿Por que quieres saber eso?— Preguntó Charles mientras abría la puerta del auto. —Entra al auto ya—
Betty suspiró y entró al auto, cerrando la puerta. —Solo respóndeme. ¿Quien es el? ¿Es tu amigo? No lo había visto antes—
—¿Si te lo digo me dejarás en paz?— Preguntó el rubio más grande, entrando al auto para empezar a conducir.
—Sí— Contestó Betty, con una sonrisa presumida.
—Escúchame y ponte el cinturón. Jughead es un amigo mío desde hace tiempo. Jugamos juntos y él vendrá esta tarde a enseñarme algunos trucos. Es muy bueno en el básquetbol— Informó Charles, encendiendo el auto. —¿Ya te pusiste el cinturón?—
—Que sí, ya me puse el cinturón— Aseguró Betty, abrochándose el cinturón. —¿El está en la secundaria?—
—Es universitario y es muy grande para ti, mocosa. Cuidado niña— Advirtió Charles mientras conducía.
Betty suspiró, rodando los ojos, pero se sintió en las nubes sabiendo que tendría a ese chico lindo en su casa hoy. No le importaba que fuera mucho más grande.
Al llegar a la secundaria, Betty bajó del auto de su hermano y corrió hacia su mejor amiga, abrazándola.
—El chico que vi ayer estará en mi casa hoy jugando baloncesto con mi hermano— Murmuró Betty, feliz.
—¿Que? Amiga... no sabes cómo me gustaría que el chico que me llamó la atención ayer también fuera a mi casa. ¿De casualidad no sabes si el pelirrojo lo acompañará?— Preguntó Verónica.
—Charles solo me mencionó al mío. Además... descubrí que es universitario— Confesó Betty, emocionada.
—Ay por Dios... los universitarios son muy apuestos— Afirmó Verónica, sonriendo con malicia.
—Vengan a clase niñas—Exigió Charles, acercándose.
Betty rodó los ojos y tomó la mano de Verónica para dirigirse con ella a la secundaria. —Qué suerte que solo le queda este año en la secundaria —
—Escuché eso— Advirtió Charles, quien caminaba delante de ellas.
Las dos adolescentes rieron para luego entrar a sus clases; Charles se había encargado de ser el guardián de su hermana menor y la mejor amiga de ésta desde siempre.
Al finalizar las clases y regresar a casa, Betty contaba los minutos y los segundos, esperando a que llegara el invitado de Charles.
Supo que el momento estaba cerca cuando vio a su hermano con la ropa que se pone para jugar y el balón de básquet en mano, saliendo de casa.
—Charles... ¿Ya viene tu amigo?— Le preguntó Betty a su hermano, acercándose.
Charles rodó los ojos, mirándola. —Mi amigo y yo vamos a entrenar un rato, pequeña. No interfieras. Eres una niña y si tienes algún tipo de interés en Jughead, déjame decirte que solo te verá como eso, una niña. Además... él es rico y nosotros no— Le guiñó un ojo y salió de la casa.
Betty soltó un suspiro y rodó los ojos, sentándose en el piso y abrazándose a sus piernas.
Pero ella no se rendía tan fácilmente. Fue a su habitación, se asomó por la ventana y los vio.
Vio a su hermano mientras practicaba con ese pelinegro, ambos en el jardín de la casa en donde Charles tenía su tablero de básquet. Ella no miró ni un momento a su hermano mayor.
Solo podía mirarlo a él; ese chico que le había llamado la atención desde el principio. No podía acercarse si quiera, pero su suerte cambió.
Ella vió a Charles retirarse y no perdió el tiempo. Bajó de su habitación y corrió con sigilo hasta el jardín de su casa, y lo tuvo frente a frente.
Jughead estaba por lanzar el balón cuando la vio y sonrió. —Hey... tú eres la hermanita de Charles. Hola—
Betty no sabía que hacer. Estaba ante el chico más lindo que había visto y no sabía ni qué decir.
—¿Me conoces?— Le preguntó, algo nerviosa, jugando con su adorable coleta.
—Vi como me miraste ayer— Aseguró el chico, lanzando el balón al tablero sin fallar.
—¿Que?— Preguntó Betty mientras la sangre subía con velocidad a sus mejillas. —¿Tu me viste ayer?—
—Claro. Y debo decir que si la mirada matara, yo no estaría aquí ahora gracias a ti— Admitió el ojiazul, con el balón en mano, girándose a mirarla. —¿Tu juegas baloncesto?—
Betty tragó saliva, algo avergonzada, y asintió. —Tal vez un poquito. ¿Puedo intentarlo?—
—Por supuesto. Ven— Invitó Jughead, pasándole el balón.
Betty tomó aquel balón y aunque estaba algo nerviosa, lanzó y pudo introducir ese balón al tablero en el primer intento, dejando impresionado al chico.
—Valla... tienes talento niña— Admitió Jughead, con una ceja alzada. —¿Que edad tienes?—
Betty lo miró y sonrió. —Diecisiete— Mintió.
—¿Que? Pero... pensé que eras la hermana menor de Charles. ¿Son mellizos y yo no lo sabía?— Preguntó Jughead, confundido.
—Es que... es que él nació primero que yo— Mintió la ojiverde, volviendo a meter el balón en el tablero con éxito.
—Pero te ves pequeña para tener la edad de Charles— Admitió Jughead, mirándola con una ceja alzada.
—¿Ah si? Tu dime qué edad tienes. Charles me dijo que eres universitario— Dijo Betty, mirándolo.
—¿De verdad lo quieres saber, niña? Tengo veintiuno— Contestó el ojiazul. —Soy muy grande para ti, por si acaso—
Betty rodó los ojos. —No hace falta que lo digas. Nunca me interesarías— Aseguró, volviendo a anotar en el tablero de básquet.
—Por favor... cualquier chica daría todo por estar conmigo. Bueno, veo que heredaste las habilidades de tu hermano. Eres buena— Admitió Jughead, acercándose.
Betty sonrió y se perdió en la mirada profunda de ese chico. Amaba que él fuera mucho más alto que ella.
—Regresé— Avisó Charles, acercándose y mirándolos a ambos, extrañado. —¿Qué haces aquí, Betty? ¿Que sucede aquí?—
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