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—Si... es una pena— Contesto Jughead, haciendo un silencio. —Pero...si ese bebé se quedó huérfano... pensé que... pensé que no sería mala idea adoptarlo, no se—

Betty lo miro, con los ojos abiertos como platos, y Jughead la miraba a ella esperando una respuesta. Le estaba presentando una propuesta muy importante.

—¿Qué dices, amor? Podríamos ir al refugio en el que dejaron al bebé, podemos verlo y si quieres lo adoptamos. Es pequeñito, tiene algunos dos meses y sus padres fallecieron. No tiene a nadie. ¿Qué dices, mi amor?— Le pregunto, acariciando su mejilla.

—Yo... no se que decir. Los dos deseamos mucho tener otro hijo y yo no puedo dártelo— Admitió la rubia, mirándolo a los ojos. —Si ese niño no tiene a nadie... entonces no habrá nadie que lo quiera y lo cuide a menos que lo adopten. Creo que podemos darle una buena vida, yo acepto—

Jughead sonrió, feliz, y beso los labios de su prometida hasta que una pequeña persona interrumpió ese momento romántico.

 —¡No papi!— Chillo Lili, tirando sus juguetes y corriendo hacia sus padres, separándolos. —Mis besos, no tuyos— Exigió, acercándose a Betty y abrazándola.

Jughead soltó una carcajada, al igual que Betty. —Entonces mami será la que besará a papi—

—¡No!— Se quejo Lili, soltando a Betty y acercándose a Jughead, abrazándose a él. —Mi papi, mío—

Betty rio, mirando a su hija. —Eres demasiado celosa, Lili Jones Cooper—

Jughead rio levemente y tomo a su hija en sus brazos, dejando besos por todo su rostro. —Mi niñita consentida... vamos a comer algo y después jugamos mi vida—

 Lili aplaudió, contenta, y después de que ceno junto a sus padres, jugo un rato con ellos y después se quedo dormida.

Betty y Jughead se empeñaron en prestarle más atención a su hija, pasar mas tiempo con ella, y después de que tomaron esa decisión, la niña estaba mas feliz, y ellos también. Habían tomado una muy buena decisión.

—Buenas noches, mi dulce niña— Le dijo Betty a su hija en voz baja, besando su frente mientras esta dormía en su cama.

—Buenas noches princesita de papi, te amo— Dijo Jughead, acariciando la cabeza de su hija para luego retirarse de aquella habitación junto a Betty.

Su amor por su pequeña era todo lo que los mantenía a flote sin importar lo que pasara. Tener a su hija les había costado demasiado, pero el amor hacia ella superaba todas las cosas.

Y era tanto ese amor, que lo que mas deseaban era poder darle ese mismo amor a otro pequeño trozo de vida, que no necesariamente tenia que ser su sangre.

—Amor... la boda será en... ¿Tres meses? Es demasiado. No quiero esperar tres meses para que seas mi mujer— Admitió Jughead, acercándose a ella mientras esta se peinaba frente al espejo y beso su cuello.

Betty sonrió, estremeciéndose al sentir los besos de Jughead y se puso de pie frente a él, lo tiro a la cama y se sentó a horcajadas encima de el en la cama. —Hablemos de una cosa a la vez. Podemos tener nuestra boda en dos meses entonces. Pero... ahora hablemos sobre el bebito que queremos adoptar. ¿A qué hora lo veremos?—

Jughead suspiro, tratando de contener el problema que se formaba entre sus pantalones por tenerla a ella encima. —Nena... es difícil pensar contigo así, encima mío—

—¡Jug!— Lo regaño Betty, dejando repetidos besos en su rostro. —¿A que hora veremos al bebé? Si me dices, voy a ayudarte con tu problemita... o mejor dicho... ese enorme problema que tienes ahí, esperándome— Dijo, mordiéndose el labio, coqueta.

•Mi Corazón Es Tuyo• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora