Tres años después...
Jughead no volvió a ver a Betty. No volvió a saber de ella, nunca consiguió su numero ni su contacto de ninguna manera y mucho menos el de Charles.
Había perdido cualquier tipo de contacto con los Cooper, y por desgracia no pudo sacarse a esa chiquilla de la cabeza.
Nunca la pudo olvidar, pero eso y el hecho de haberle fallado a su gran amigo lo atormentaban tanto que además del trabajo y los estudios se dedicó a tomar alcohol con frecuencia y a acostarse con chicas lindas para olvidarlas al otro día.
Se convirtió en un alcohólico mujeriego.
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Betty se había mudado de regreso a Nueva York, su ciudad, con el objetivo de estudiar en la universidad; se había mudado a California con sus padres y con su hermano, pero su padre había fallecido hace dos años.
Desde entonces Charles se convirtió en el hombre de la casa y se volvió más sobreprotector que nunca con su mamá y su hermanita. Ahora el rubio tenía un buen trabajo al otro lado de la ciudad y vivía solo por el momento.
Betty tenía varios días asistiendo a la universidad y hoy estaba decidida a buscar un trabajo en una empresa para tener más experiencia; empezó a estudiar administración de empresas y es lo que le gusta.
—¿Pero como harás con la universidad y el trabajo? Te dije que no lo hicieras— Se negó Alice, acercándose a su hija.
—Mamá... sabes que solo estudio hasta el medio día. Aprovecharé para buscar un trabajo de medio tiempo, solo por el momento. ¿Entiendes? Después del trabajo tendré parte de la tarde libre y también toda la noche. No te preocupes— La tranquilizó Betty, acercándose a ella y besando su mejilla.
—De acuerdo, pero si veo que descuidas tus estudios por ese trabajo lo tendrás que dejar quieras o no— Advirtió Alice. —Te amo hija—
—Te amo mamá— Contestó la rubia más joven, abrazándola.
—¡Ya vámonos pequeño insecto!— Pidió Charles, desde afuera.
—¡Ya voy!— Gritó Betty, dándole otro abrazo a su madre para salir corriendo de la casa.
Betty salió de la casa y se encontró con su hermano mayor en el jardín, junto al auto. —¿Me veo bien?— Preguntó. Traía una camisa rosa y unos pantalones finos negros con unos tacones de ese mismo color. Su cabello largo libre y un lápiz labial rosa suave.
—¿Por que siempre llevas algo rosa?— Preguntó Charles, divertido.
—¡Charles!— Lo regañó, golpeándole el hombro.
—Es broma, mocosa. No puedo creer que seas mayor— Admitió el rubio, mirando a su hermana con orgullo. —Te ves bien. Se que conseguirás ese empleo que tanto quieres, pequeña—
—Gracias hermanito— Respondió Betty, con una sonrisa.
—Ahora vámonos mocosa— Pidió Charles, abriéndole la puerta del auto a su hermana.
—Ésta mocosa ya tiene dieciocho— Presumió Betty, entrando al auto.
Charles negó con la cabeza, divertido, y entró al asiento del conductor para llevar a su hermana a la empresa en la que solicitaría trabajo.
La rubia iba nerviosa y también emocionada. Siempre había soñado con trabajar en una empresa grande e importante.
—Y recuerda, muéstrate segura y con confianza. Yo se que puedes hacerlo— Aseguró Charles, deteniendo el auto frente al gran edificio. —Te quiero, pequeña sabandija—
—Te quiero hermanito tonto— Contestó la rubia, sonriéndole y saliendo del auto.
—¡Me llamas!— Gritó Charles desde adentro del auto.
—¡Okey!— Respondió Betty, acercándose al gran edificio, con el corazón a millón.
Ella entró a ese gran edificio y tragó saliva en seco, viendo lo enorme que era, aún más por dentro. Era aún más grande de lo que se lo imaginó.
Una chica rubia de falda y tacones se acercó a ella con una sonrisa. —Hola, nena. ¿Eres la que mandó el currículum?—
Betty asintió con una sonrisa. —Sí, soy yo. Elizabeth Cooper, mucho gusto—
—Cora. Cora Cárter. El gusto es todo mío. Sígueme— Pidió la rubia más grande.
Betty la siguió y miraba a su alrededor, asombrada y emocionada. Estaba donde tanto había querido estar y algo le decía que lo más seguro es que tuviera ese trabajo que tanto quería.
—Veras, linda, nuestra empresa cuenta con programas para ayudar y apoyar a jóvenes como tú. El jefe vio tu currículum y pareció convencido de contratarte desde el principio. ¿Qué edad tienes?— Preguntó Cora, entrando a una oficina y acercándose a un escritorio. —Toma asiento por favor—
—Tengo dieciocho. Los cumplí hace un mes— Respondió la rubia más chica, feliz, sentándose frente a ella. —¿Y el jefe?—
—El jefe es un hombre ocupado. Verás... necesitamos a alguien que trabaje medio tiempo en la tarde organizando archivos en la computadora y que sea la mano derecha del jefe— Avisó Cora. —Vas a la universidad en la mañana... ¿Verdad?—
—Sí. Estoy dispuesta a hacer lo que sea— Aseguró Betty, ansiosa.
Cora tomó un bolígrafo y una hoja y la miró de arriba a abajo. —¿Sabes? Se nota que eres muy lista, pero creo que eres demasiado joven para el puesto—
—¿Que?— Preguntó Betty, confundida y algo desconcertada. —Pero uno de los requisitos era tener dieciocho y yo tengo dieciocho. Revise mi currículum—
—No tendrás el puesto, pequeña— Negó Cora.
—Cora... ¿Que haces? Contrátala ya mismo— Exigió una voz firme, gruesa y conocida por Betty.
Ella se giró a mirar y se encontró con una persona que había conocido antes; se encontró con una persona que provocó que su corazón casi se detuviera.
Se encontró con el mismísimo Jughead Jones. Éste estaba vestido de traje, bien peinado y con esos ojos azules más atrapantes y cautivadores que nunca.
El corazón de Betty latía con fuerza y hasta se quedó sin palabras. Ya se había adaptado a la idea de que nunca lo volvería a ver y ahora lo estaba viendo frente a ella.
—Bueno, estás contratada, entonces— Admitió Cora, poniéndose de pie, seria.
Jughead sonrió, presumido. —¿Nos dejas a solas, Cora?—
Cora asintió, no muy contenta, y salió de esa oficina, dejando a Betty frente a Jughead, ambos solos.
Jughead fijó su mirada en ella; era como si la estuviera analizando con la mirada mientras ella también lo miraba fijamente a él, sin poder creer que lo tenía en frente.
Ahora se pondrá interesante la cosa 😏¿Teorías?
Samy ❤️
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•Mi Corazón Es Tuyo•
FanficCuando te conocí, entonces mi vida tuvo sentido, y eso que le da sentido a mi vida eres tú