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Eso fue hasta que escuchó ruidos provenientes del baño y rápidamente se acercó a la puerta para escuchar más de cerca. Era su novia, y parecía estar llorando.

El sabía que ella estaría extremadamente sensible después de todo lo que paso, y por eso abrió la puerta sin pensarlo para correr hacia ella.

La encontró en la bañera llena de agua caliente, desnuda y llorando mientras veía su reflejo en el agua. Aún no había notado que él había entrado y estaba ahí en frente.

—Betts, nena... ¿Qué ocurre, hermosa?— Le pregunto, acercándose y agachándose frente a ella.

Betty lo miro y se limpio las lagrimas rápidamente. —¿Qué haces aquí? Te dije que te quedaras y vigilaras a la bebé—

—La bebé duerme mi amor. Pero me preocupas. ¿Por qué lloras? ¿Pasa algo malo? ¿Te sientes mal? Si quieres puedo llamar a tu madre— Dijo Jughead, preocupado.

 —¡No, Jug! ¡No, por favor! ¡Soy un desastre! ¡Mírame! — Exclamo Betty, rompiendo a llorar más, mirándolo.

—Hey, nena... cálmate, está bien— La tranquilizo Jughead, posando una mano en su mejilla y mirándola fijamente. —No eres un desastre—

—Lo dices porque no fuiste tu al que le abrieron tres capas de piel— Respondió Betty, sollozando. —Casi muero y casi mato a mi bebé. Maldición... esta maldita marca me duele todo el maldito día y me quedara una cicatriz horrible. Ni siquiera se si voy a ser lo que mi niña merece. Tengo que cuidar de una niña nacida antes de su tiempo y siento que estoy haciendo todo mal. No, no voy a poder, Juggie, perdóname— Pidió la ojiverde, llorando.

Jughead suspiro y la abrazo, besando su cabeza. —Mi vida... se que no me toco la peor parte, igual que a ti. Se que no fui yo quien paso por muchos malestares por ocho meses y sufrió al traer a Lili al mundo. Pero si sufrí cuando casi te perdí a ti y a mi hija. Sufrí cada vez que te veía mal por el embarazo y yo no podía hacer nada. Sufrí cada día que sufriste tú también, aunque no lo creas. Pero estas aquí y nuestra hija también. Puede que el nacimiento de nuestra hija se adelantara, pero aquí esta, sana y salva y tú también. Y esa marca que tienes es el resultado del milagro mas hermoso de todos. Dar vida, cosa que solo las mujeres hacen— Le dijo, sonriéndole.

Betty lo miro mientras las lagrimas bajaban con abundancia por sus mejillas y sonrió levemente. —Puede que tengas razón, no se como resistí tanto, pero lo que importa es que tenemos a nuestra hija aquí con nosotros y la vamos a cuidar muy bien para que crezca grande y fuerte—

Esa es mi chica— Contesto Jughead, besando su mejilla. —Cuando te recuperes completamente y estemos haciendo el amor... dejare muchos besos sobre esa marca tuya tan sexy— Aseguro, dejando besos sobre toda su cara.

Betty soltó una risa. —Déjame, y no me mires. No tengo nada de ropa en este momento— Le recordó, sonrojada.

—Betty... ¿Estas hablando enserio? Conozco cada parte de ti, mas de lo que te conoces a ti misma incluso. ¿Cómo crees que hicimos una bebé? No fue por arte de magia— Le dijo Jughead, divertido.

Betty se sonrojo y bajo la mirada. —Lo se... pero ya no es lo mismo. Mi cuerpo cambio demasiado y encima tuvieron que sacarme a la bebé—

—Eso no importa, mi amor. Eres y sigues siendo la chica mas hermosa y sexy para mí. Esas marcas solo son el hermoso recordatorio de que le diste vida a nuestra hija— Confeso, besando su mejilla. —Te amo, no lo olvides—

Betty le sonrió, con los ojos cristalizados. —También te amo Juggie. Pero te amaría mas si sales de aquí, vas con la bebé y yo termino mi baño. Yo salgo en un instante—

•Mi Corazón Es Tuyo• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora