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Jughead llevó a Betty a una habitación del hotel, y cuando entraron, era enorme, hermosa y muy espaciosa.

Televisión enorme, una gran cama, mucho espacio y una temperatura agradable.

—Estaré justo al frente de ti por si necesitas algo. Puedes entrar a la habitación que está justo frente a la tuya cuando quieras. ¿Bien?—Preguntó Jughead, mirándola.

Betty lo miró y sonrió, abrazándolo. —Entiendo, gracias Juggie— Se separó y besó su mejilla.

Jughead sonrió y la miró en silencio por un momento. —Debes tener hambre. Salgamos a comer. Aquí hay un restaurante, pero quiero sacarte a la playa. ¿Quieres?—

Betty aplaudió, feliz, y lo volvió a abrazar. —¡Si! Solo déjame tomar un baño— Pidió, separándose del abrazo.

—Claro, también voy a asearme un poco— Respondió el ojiazul, besando su mejilla para retirarse de aquella habitación.

Betty se sonrojó con una sonrisa que no podía ocultar de ninguna manera, y tras cerrar la puerta de su habitación del hotel, abrió su maleta y empezó a sacar lo que se iba a poner y se fue a duchar.

Tras salir de la ducha, empezó a vestirse con un vestido blanco, corto, más arriba de las rodillas, con escote en la espalda y pecho, y el pelo suelto y libre, delicadamente organizado, agregándole ese labial rosa suave que solía usar siempre.

En eso su celular vibró y cuando ella miró la pantalla, vio un mensaje del ojiazul.

Juggie🐼
Estoy afuera, nena, abajo

Mi nena 😍
Okey, ya voy

Guardó su celular en la pequeña cartera y se dio un último retoque para salir de la habitación y caminar por el pasillo, y así bajar las escaleras hasta la recepción.

Bajó las escaleras y llegó a la recepción, pero no lo vio a él ahí; lo buscó con la mirada y no lo encontraba.

Vio que una señora pasaba por ahí y le quiso preguntar. —Mi scusi, ¿ha visto il signor Jones?—

La señora la miró y le sonrió. —È fuori, signorina Cooper—

Betty le sonrió, algo extrañada porque ella sabía su nombre. —Grazie mille signorina. Buona giornata—

Ésta le sonrió y Betty continuó con su búsqueda hasta que encontró a Jughead en la entrada del hotel, con una gran sonrisa y una apariencia que casi provocó que la rubia se mordiera el labio.

Él tenía el cabello peinado hacia atrás, una camisa blanca de círculos negros y esa sonrisa sexy que enloquecía las hormonas de la rubia.

—¿Andiamo, amore?— Preguntó, extendiéndole la mano mientras se acercaba.

Betty soltó una pequeña risa y tomó su mano. —No tienes que hablarme en Italiano, Jug—

—Lo se, es que no se por que no me dijiste que sabías Italiano— Admitió el pelinegro, empezando a salir del edificio junto a ella.

—No lo consideré importante— Respondió Betty, encogiéndose de hombros mientras salía del edificio junto a él. —¿Como es que me conocen las recepcionistas?—

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