Capítulo 33

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A Ningún Hombre - ROSALÍA

Voy a tatuarme en la piel
Tu inicial porque es la mía
Pa' acordarme para siempre
De lo que me hiciste un día

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Los tres ojos estaban fijos en ella ahora, el tiempo aparentaba estar ralentizado y los sonidos exteriores se camuflagearon en espuma insonorizada.

Quizás por primera vez en su vida le estaban regalando la facultad de elegir.

Jennie cerró los ojos, el escenario en el que podía girar las cosas de la vida a su favor estaba muy lejos de la realidad. La imagen que albergaba en su mente todavía del hombre que compartía sangre con ella y las pruebas implícitas frente a sus ojos eran demasiado para poder procesar todavía.

Estaba furiosa, todo ardía de una forma desagradable por todo su cuerpo. El profundo rencor que sentía por Raewon era demasiado para un cuerpo tan pequeño. Respiró hondo y apoyó sus manos en el escritorio, la sienes le latían con rudeza.

Era una verdadera posición de mierda.

No solo estaba corriendo un peligro latente estando del lado de Raewon, ahora también se le sumaba el peligro inducido en donde estaba una vez que todos se enteraran lo que el gobierno había hecho. La represalia más lógica (aunque no muy sensata) ante la ira colectiva sería hacerle daño. No tenía que ir demasiado a la historia para saber que los gitanos eran agresivos y territoriales porque nadie podía venir a joderlos más de lo que ya estaban.

Jennie lo sabía y lo admiraba. 

La joven estaba consciente de ello, y por eso sería una total negligencia quedarse. Sería más prudente aceptar la propuesta, ir al banco para sacar el dinero que su madre le había dejado y despedirse para siempre de Raewon y toda la pesadilla en que la había metido. Aún si ese demonio intentaba ponerle trabas, Jennie era mayor de edad y era hora que usara esa carta.

Raewon, el gobierno y ni siquiera Lisa podían impedir que se fuera del país porque ella no había sido nada más que otra victima.

La salida era fácil, pero Jennie se conocía tan bien que no se perdonaría irse como una cobarde.

Irse implicaría que le tenía miedo a las personas que de alguna forma la habían cuidado todo ese tiempo. A pesar de que no se llevaba con todos, Jennie estaba segura de que abundaban más quienes estaban de su lado. Llevaba cuatro meses demostrándoles que el estereotipo estirado con el cual los burócratas se cagaban en todos no iba con ella y de alguna forma ellos le creían.

Y Jennie creía en ellos, un pensamiento audaz y para algunos no tan coherente, pero sí, en su retorcida mente creía que llegado el momento habrían varios que pondrían la mano al fuego por ella.

Los buenos eran más.

Los buenos eran más.

Los buenos eran más.

Carraspeó la garganta, devolviendo la mirada a una Lisa que prefería tener sus ojos clavados en el escritorio astillado. Estaba tan rígida que las venas en su cuello se notaban marcadas y la joven tenía la urgencia de acercar su mano solo para aliviar un poco la tensión.

El pensar en dejarla era casi tan doloroso como un golpe físico, pero también tenía que velar por la seguridad de Lisa sí tomaba la egoísta decisión de quedarse. La lluvia de ácido no solo buscaría quemar su piel sino también la de su gitana sí las cosas no pasaban como quería.

Juro que (JENLISA G!P) [Parte 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora