Capítulo 52

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Mount Everest - Labrinth

I burn down my house and build it up again.
I burn it down twice just for the fun of it.

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Yeri fue la que se acercó con los guantes.

Jennie miraba con curiosidad a la pequeña sanguijuela retorciéndose en el suelo. Mino gritaba desesperado, una mezcla entre que no había nadie más involucrado y que él seguía siendo inocente a pesar de las obvias pruebas. Su sola voz le resultaba odiosa. Todos pensaban lo mismo.

Se colocó los guantes con calma, eran quirúrgicos y nada incomodos de usar. Cuando los tuvo puestos, se colocó en cuclillas a la altura de Mino. Probablemente Lisa odiaría que tocara la polla de alguien más, pero esperaba que la ofrenda del miembro inerte sea suficiente para apaciguar su furia.

En realidad, muy en el fondo Jennie sabía que Lisa más que estar celosa, probablemente estaría encantada. Y ella misma tenía un incentivo mayor al pensar en la aprobación de su gitana. Quería volver a la enfermería con la sangre de Mino salpicando sus mejillas y decirle que tenía razón en dejar la venganza en sus manos.

Lo maligno se apoderó de la joven porque a pesar de que sabía que su esposa estaba a salvo ahora, no disminuía el deseo de resarcimiento. Mino tuvo la osadía de querer perjudicar su felicidad y su futuro al intentar hacerle daño a Lisa y Jennie se sentía como una leona que rugía al intentar cuidar a su familia. Lisa era su familia, su única y verdadera familia y nadie podía venir a ponerle un dedo encima. No mientras estuviera viva y pudiera pelear para defenderla.

Con ese pensamiento en mente, Jennie no demoró en cogerle el diminuto chiste que tenía Mino entre las piernas. Lo apretó con fuerza a propósito, haciendo que el hombre ensanchara los ojos llorosos y gritara.

—¡No! ¡No, no, no, no! ¡No, por favor! —chillaba como un puerco.

Jennie no lo escuchó, jaló la verga hacia abajo con rudeza como si quisiera arrancarla de su piel y Mino se estaba comenzando a poner morado del dolor. Se sacudía como una bestia a punto de ir a un matadero. La joven acercó el cuchillo a la base, estaba tan afilado que el minimo contacto podía cortar la piel. Una línea de sangre se asomó en el roce.

—¡No! ¡Lo diré! —gritaba con fuerza.— ¡Lo diré! 

Mino ya no estaba moviéndose, si lo hacía el cuchillo le haría daño y por la forma en la que el hombre miraba con ansiedad su polla y el rostro de piedra que tenía Jennie, era bastante obvio que no pretendía mentir. Sin embargo, Jennie se mantuvo cogiéndolo en una silenciosa amenaza.

—¿Quién te ayudó?

El hombre jadeó acompañado de un sollozo, giró el rostro a la izquierda nuevamente. Ese sitio en donde estaba Toji. El japonés seguía allí como si nada y cuando Jennie viró a esa dirección y sus ojos se encontraron con los suyos, supo de inmediato que se trataba de él.

Jennie se mordió el labio y sonrió por inercia, una situación que le causaba gracia porque era bastante predecible. Desde que sucedió lo de Sana era de esperarse que Toji necesitara un escarmiento ante las actitudes de Lisa. Casi esperaba que intentara hacer algo, pero no pensó que sería tan estúpido como para enviar a Mino a asesinarla.

A menos que...

—Di su nombre. —dijo Jennie a Mino.—Di el nombre de la persona que te ayudó.

Mino sollozaba, era un completo desastre y Jennie necesitaba que se callara porque comenzaba a irritarse. Si no se callaba en los próximos segundos lo amordazaría después de romperle los dientes. Odiaba mirar su rostro pequeño y con un toque aniñado, casi inocente. La persona que estaba apresada bajo todas esas manos era un monstruo. Uno que le hizo mucho daño a Lisa.

Juro que (JENLISA G!P) [Parte 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora