T2 Capítulo 10

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Catalina - Rosalía

La china que tenía
Se fue a Alemania y no ha volvió
Y a Alemania me voy
Y no a divertirme
A tomar un veneno
Yo quiero morirme

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El usar vestidos no era algo que Jennie extrañara para nada, menos cuando sentía el rostro estirado hacia atrás con un moño perfecto y el maquillaje pesando sobre sus pestañas y sus mejillas.

La joven llevó el líquido ardiente a su boca, el té debería ser un líquido de alivio y bienestar al cuerpo pero en esos momentos se sentía como una reprimenda. Su lengua quemaba al igual que sus dedos apretados sobre la porcelana blanca.

Se supone que debía esperar a que el té se enfriara, pero algo dentro de ella quería seguir castigándose por estar allí. El palacio de Buckingham era tal y como lo recordaba. Gigante, frío y deprimente. La ansiedad que sentía desde hace años cada vez que estaba en ese sitio se incrementó ahora.

Irene también dio un sorbo a su té.

La princesa estaba con las piernas cruzadas, un semblante tranquilo y unos ojos críticos que Jennie conocía muy bien. Estaba estudiándola desde hace diez minutos después de haberse visto por primera vez en un año. Hasta ahora solo habían compartido dos palabras.

La princesa dejó la taza lentamente en la bandeja, miró a los sirvientes apoyados en la puerta e hizo un ademán con la mano en señal de que se fueran. Los sirvientes se miraron entre sí por unos segundos antes de terminar obedeciendo. Una persona quedó adentro con Irene y Jennie, la encargada principal de su seguridad. La reina no estará feliz de que dejaran a la heredera del continente a solas con Jennie Kim.

Ya no más después de que sabían en qué bando estaba entonces.

Jennie la miró de reojo, Seungwan no estaba mirándola directamente, estaba parada como una estatua cerca de ellas, pero sabía que al mínimo movimiento extraño estaría arremetiendo contra ella.

Como sí pudiera hacerle daño a Irene realmente.

—Ahora bien, srta. Kim. —murmuró la princesa al observarla otra vez.—Podemos saltarnos el protocolo que jamás hemos seguido. Me alegra verte acá, sana y salva.

Jennie bufó por lo bajo, dejando a un lado la taza también porque ya no le apetecía.

Estar allí tampoco, y no porque no le tuviera un enorme aprecio a Irene, sino porque sabía que a metros de distancia estaba la persona que le había puesto precio a la cabeza de su esposa. Sí no fuera porque tenía la certeza de que Lisa seguía viva ya se habría escabullido para estrangular a esa maldita vieja.

Las ganas no faltaron.

—Sin embargo, me hiciste ponerme un ridículo vestido. —masculló Jennie entre dientes.—Habría preferido usar un pantalón.

Irene suavizó su expresión hasta dejar ir una sonrisa a diente suelto.

Jennie tenía una envidia sana por el físico de Irene, su piel era tan blanca como una hoja y sus ojos estirados y negros le daban un encanto a su rostro. Y ni hablar de esas orejas respingadas y los labios color cereza, era una verdadera belleza.

Herederos adinerados, condes, duques y magnates de todo el país morirían por tener un trozo de ella pero Irene todavía no había elegido al afortunado que compartiría su trono.

—Jamás has venido a una de nuestras reuniones en pantalón, creo que solamente te he visto una vez y fue un pantalón de pijama. El vestido era necesario para esto de todas formas.

Juro que (JENLISA G!P) [Parte 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora