Capítulo 18

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De plata - ROSALÍA

Cuando yo me muera
Te pido un encargo
Que con tus trenzas de tu pelo negro
Me amarren mis manos

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La mirada de Lisa era suficiente para romper su compostura, y mucho más con su palma abierta sobre su espalda baja, pegando sus pechos y haciendo como si se inclinara sobre ella. Podía sentir el cosquilleo abundando por toda su espina dorsal y los ojos de Lisa bajaron a los suyos cuando Jennie los relamió inconscientemente.

Seguía enojada y con un temperamento que explotaría en cualquier instante, y más por el hecho de que Lisa parecía estar igual de enojada con ella. ¿Por qué? Era ella la que estaba a gusto en los brazos de esa odiosa pelirroja que había enviado comentarios pasivo-agresivo contra ella.

Ahora que lo pensaba, eran tal para cual porque las dos eran igual de insoportables.

Jennie luchaba contra las ganas de empujar a Lisa lejos de su cuerpo y escupirle un "púdrete", quería salir del salón y hasta posiblemente del búnker solo para no tener que ver su estúpido y perfectamente esculpido rostro.

—¿Entonces? —murmuró Lisa en voz baja, sabiendo que todos los ojos estaban sobre ellas.— ¿Te vas a ensuciar un poco hoy, Princesa? —Sintió los labios de Lisa rozar con su mejilla cuando susurró esta vez solo para ella.— ¿O sólo lo vas a hacer con Mino?

Jennie podía ver el desafío implícito en esos ojos, sabía que Lisa muy en el fondo esperaba que se acobardara y por el tono de su voz notaba una profunda rabia contenida. Eso y que esa mano furiosa apretaba tanto su espalda baja que podía sentir el corazón encabritado de Lisa latiendo contra el suyo.

Estaba prácticamente retándola ante los ojos de trescientas personas. La joven no tenía que observar periféricamente para saber que había gente cuchicheando entre sí y riéndose por lo bajo de ella.

Sana era principalmente una de ellas.

—Baila, gitana. —Le respondió Jennie en el mismo tono de voz.

La aludida alzó una comisura, como sí esperara secretamente a que aceptara. Luego se rió, una risa tan real y oscura que hizo a Jennie hacerlo también.

La gitana se puso en posición. 

Caminando hacia un lado, hicieron un pequeño círculo en el que sus ojos se enlazaron como enredaderas. Tal como había hecho con Mino, Jennie esperó a que Lisa marcara el ritmo e imitó sus movimientos con lentitud pero con una confianza que solo fue inyectada con la idea de fastidiar a esa vil mujer.

Lisa al parecer notaba sus intenciones, por lo que se movía un poco más rápido que Mino pero con el doble de elegancia y erotismo. Su flequillo negro estaba pegado a su frente por el sudor y al mismo tiempo exudaba peligro cuando su mandibula cincelada se contraía al apretar los dientes.

Jennie apenas era consciente de que la seguía como una serpiente embrujada con una flauta. De hecho, podrían ser dos en la pista. Parecían cascabeles gemelas, siguiendo la danza como si fuera alguna especie de ritual en el que la conexión de sus ojos era un conducto importante para un cortocircuito.

El baile se veía como una competencia de poder mientras sus brazos estaban flexionados sobre sus caderas y continuaban caminando en círculos como sí estuvieran al frente de un oponente digno.

Llegado a un punto, volvieron los zapateos y las castañuelas sonaron con fuerza al igual que las palmas. Lisa y Jennie se acercaron más al cuerpo de la otra y hacían el ademán de chocar sus pechos para después alejarse de improvisto y seguir desafiando. Sin tregua, sin pausa y con un aura tan pesada que los gritos de ánimo sonaban por encima de las guitarras.

Juro que (JENLISA G!P) [Parte 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora